Por Antonio Marocco
Hoy parece raro. Pero hubo un tiempo en el que no se podían decir ni hacer cuestionamientos con tanta liviandad y con tan poco rigor.
No fue una buena época —vale decirlo— porque se perseguía con violencia a los que pensaban, decían o hacían cosas diferentes a las que ordenaba el poder marcial. La verdadera barbaridad eran aquellos que habían tomado el gobierno por las armas y la fuerza ante la imposibilidad de conquistar la confianza de la ciudadanía y el voto popular.
Fui uno más de esos miles de jóvenes argentinos que estuvo en la mira de los autoritarios por pensar diferente, por pensar en un mundo mejor en el que la Argentina tenía todo para ser pionera. Tuve que irme. Esa salida forzosa luego sabría que se llamaba exilio.
En aquella etapa de mi vida tuve la fortuna de encontrarme en el camino con personas que me cuidaron, me protegieron y me dieron el afecto que siempre se necesita cuando uno está lejos de casa, que por corto que sea el tiempo, siempre es mucho. Especialmente, una mujer hizo eso por mí, y mucho más. Me hizo sentir como uno de sus hijos en su hogar y en su familia. Estoy hablando de Pepita Serrano, hoy una abuela amorosa que sigue viviendo en su Tartagal querido. El domingo pasado cumplió 100 años y estuve ahí para saludarla.
La gratitud sincera es un sentimiento que se corresponde siempre. Sin su acogida yo no sé si estaría acá. Le debo la certeza de la vida que me brindó cuando no había más que peligros e incertidumbre. Feliz cumpleaños Pepita, ya sos centenaria, te merecés toda la felicidad y el reconocimiento que se merecen las madres, las abuelas y las buenas personas.
Perdonen la digresión en la columna, pero no podía dejar pasar esa semblanza antes de referirme a algunos aspectos de la actualidad provincial que nos ocupan esta semana. Al fin y al cabo, qué es lo público sino aquello que atraviesa la vida de tantos salteños de carne y hueso. Como la salud, por ejemplo, la educación y el trabajo.
Como muestra, hace unos días me tocó disertar en la jornada de federalismo minero organizada por la Universidad Austral en el marco del programa “Federalismo en el Siglo 21”. Fue un encuentro muy valioso y que sigue poniendo en relieve el camino hacia el desarrollo que hemos trazado.
Siempre me importa remarcar una cosa: nuestro Gobierno valora y trabaja permanentemente para incentivar inversiones privadas en nuestra provincia, pero de nada servirían esas inversiones sin una sociedad que no tenga salud ni educación. Justamente, es producto de los servicios que brinda el Estado provincial, que son derechos de las personas, que Salta cuenta con ciudadanos sanos y educados que están aptos para ocupar la fuerza de trabajo que la industria ofrece y requiere. No hay crecimiento ni desarrollo sin una articulación virtuosa entre lo público y lo privado.
Salta es una provincia rica en recursos naturales: tenemos litio, cobre, oro y plata. También tenemos lajas, ónix, áridos y otros recursos naturales claves para la industria.
Hoy, más que nunca, estamos comprometidos con el desarrollo de una minería sustentable y transparente.
A contramano de lo que ocurre en el país, es digno destacar el crecimiento ininterrumpido del empleo en Salta durante los últimos años.
La minería ha generado aquí 5500 puestos directos de trabajo y 20.000 indirectos, ya que contamos con 600 proveedores inscritos en el registro provincial de bienes, servicios e insumos.
Este crecimiento sostenido es el resultado de una estrategia integral de políticas públicas concretas que combinan el fortalecimiento de la cadena de valor, la formación de nuestros trabajadores y el fomento de la inversión responsable.
Creo que la sociedad nos ha elegido a quienes ocupamos cargos ejecutivos y legislativos para mirar más hacia el futuro que al pasado. La historia nos da el sentido, la experiencia y la identidad, y es el porvenir de las nuevas generaciones y el destino de nuestra tierra por el que debemos bregar.
No podemos abandonar ese mandato.
Columna emitida por FM Aries.