El 19 de julio de 1819, el general José de San Martín, ante la inminente llegada de una expedición española, convocó a sus tropas y los instó a pelear por la libertad: “Seamos libres y lo demás no importa nada”, fue una de las frases de esa proclama que trascendió en la historia nacional y que, seguramente, llenó de fervor patriótico a los soldados criollos.
Por Pablo Borla
La libertad, como el derecho a la autodeterminación de un pueblo sin la sumisión a una nación extranjera es un principio universal que ha impulsado los anhelos y las luchas en miles de circunstancias, a lo largo del mundo y de los tiempos.
No son demasiadas las circunstancias que justifican sangre derramada o que motivan a la ofrenda más preciada que una persona puede dar: inmolar su vida en defensa de la libertad propia o de su pueblo.
Se ha hablado mucho de la libertad en el último año, pero no de esta noción antes citada, sino de la libertad de comerciar. Coincidentemente, también se ha hablado mucho de la defensa de la propiedad privada y poco de defensa de la Patria.
También, se ha propuesto, ante la falta de soluciones efectivas, la restricción de ciertas libertades –por dar un ejemplo, la de reunión- como el precio a pagar por la seguridad, aún cuando se viole con ello la Constitución Nacional.
No sé si los argentinos conocemos y valoramos en su justa medida a la Constitución, tantas veces vulnerada de distintas maneras, muchas de ellas con la anuencia o por lo menos la indiferencia popular.
Me inclino ante la ignorancia como posible justificación. Nadie desconoce la importancia de la columna vertebral en la estructura del cuerpo humano. Hemos visto lo que sucede y cuando no funciona o tiene dificultades: el resto del cuerpo no se sostiene.
Pasa lo mismo con la madre de las leyes.
¿Será que la Constitución es demasiado abstracta? Quizás lo sea en su lectura como un conjunto de paradigmas, pero el (in)cumplimiento de sus normativas tiene la contundencia de un mazazo en la frente para las personas que viven bajo su tutela y resguardo.
Milei llegó a la presidencia de la mano de un pensamiento que, emulando injustamente la frase sanmartiniana sería “que no sean de nuevo ninguno de los anteriores, lo demás no importa nada”.
Porque cuando se advertía a la población las consecuencias de que asuma la presidencia un inexperto, sospechado de profundos traumas y desequilibrios íntimos, que le pedía consejos a su mascota ya fallecida, que gritaba y anunciaba pérdida de derechos constitucionales como plataforma electoral, no importaba. O no se lo creía capaz de cumplir esas amenazas. O no se reflexionaba con profundidad, dejando que el odio guíe el voto.
El Gobierno festejó el superávit fiscal, como si se tratara de una empresa. Mientras tanto, obvió que es un poco más sencillo tenerlo cuando el pueblo la pasa mal.
De hecho, la pobreza llegó al 57,4%, el valor más alto en los últimos 20 años, según un informe de la Universidad Católica Argentina y la indigencia abarcó al 15% de la población.
El Observatorio de la Deuda Social Argentina, el terrible aumento se debe a la devaluación de diciembre último y a la suba en los valores de las canastas básica alimentaria y total.
“La diferencia es que en ese entonces estábamos en la salida de una crisis y ahora, si no funciona en programa del gobierno, estamos en la entrada”, advirtió al diario La Nación, el director del Observatorio de la Deuda Social, Agustín Salvia, destacando que “si baja la inflación habrá un alivio rápido; de otro modo estaremos ante una catástrofe social”.
La respuesta del presidente Javier Milei –por la red social X, obviamente- fue sacarse el sayo: “La verdadera herencia del modelo de la casta: 6 de cada 10 argentinos son pobres.”
Y se alegró porque los argentinos están sacando sus magros ahorros en dólares del colchón para llegar a fin de mes, porque eso ayuda a sus metas. De los más de $400 mil millones de dólares de argentinos depositados en el exterior, “no comments…”.
Aún no me decido si le falta conciencia o vergüenza, pero no deja de aterrarme lo que puede hacer en los siguientes 46 meses de gobierno…