Por Natalia Aguiar
Sabemos los argentinos que tenemos un Gobierno de coalición y que la Jefa política es Cristina Fernández. Al pobre Alberto Fernández, el presidente en lo técnico, le toca bailar con la más difícil, porque Cristina no es fea, es difícil.
Así, el presidente electo debe naufragar entre los humores de la dueña del Gobierno y se le hace cada vez más cuesta arriba, cada vez más complejo disimular las internas y desajustes de poder en la coalición.
La administración de Alberto tiene muchos frentes abiertos y no ha podido dar solución a ninguno de ellos, es más, intentó nombrar en Justicia a alguien de su riñón pero le ganaron de mano. Cristina puso a un hombre de su confianza, Martín Soria, conocido por pistolero y tácticas violentas. Algunos lo comparan con el ex Secretario de Comercio kirchnerista, Guillermo Moreno. Pero que hará bien el trabajo encomendado por Cristina en el poder judicial y ante la prensa: buscará destrabar las causas judiciales, lograr la deseada impunidad de Cristina y sus hijos, y hará cesar la supuesta persecución.
¡Hay, hay, hay! Hay que estar en los zapatos de Alberto, porque lidiar con una señora dispuesta a pisotear la Justicia no debe ser nada fácil. Es más, su gente más cercana lo ve cabizbajo, desconcertado, aunque intenta mantenerse firme ante el Peronismo Federal que lo secunda.
El presidente electo quiso imponer dos hombres de confianza en el Ministerio de Justicia, Juan Manuel Olmos, o Julio Vitobello, pero resultó una misión imposible. La pulseada la ganó la dueña. Si bien oscilaba Cristina entre hombres como Marcelo Fuentes, un soldado a prueba de balas, también había pensado en otras opciones, pero se decidió por Soria. Entre los ultracristinistas coinciden en serán Eduardo “Wado” de Pedro, su primo Gerónimo Ustarroz y el viceministro Juan Martín Mena, los que llevarán los hilos en la Justicia. Soria es necesario como lavada de cara de la gestión y un hombre fuerte ante la mirada de los jueces y fiscales atrevidos que intentan investigar a Cristina.
En tanto las miradas se trasladan al Congreso donde el poder de mando se disputa también entre la ley que impulsa la modificación del Ministerio Público Fiscal que impulsa Cristina y la Reforma Judicial que es tan importante para Alberto Fernández. Para algunos quizás se pueda hacer un mix de ambas, pero si ya no hay cuerdos y las diferencias en el seno del Gobierno son tan extremas, será un camino de espinas lograr acuerdo.
Pero los desacuerdos tampoco se disimulan en otros sectores, como en Economía, donde al Ministro Martín Guzmán, se le hace cuesta arriba. Así fue que mientras se dirigía a Estados Unidos para hablar con los bonistas que renegociaron la deuda con Argentina y garantizarle al Fondo Monetario la voluntad de Argentina, en el Congreso, el diputado Carlos Heller, derribaba un proyecto impulsado por Guzmán para cubrir gastos fiscales. Además de la ya marcada diferenciación que Cristina hace con el ministro de Economía, al que le bajó el dedo hace rato, pese a sus logros en el exterior.
La cuestión de las vacunas tardías en Argentina y los anuncios de Alberto Fernández por cadena nacional, generan más y más incertidumbre en la población, que no resistiría encierros masivos como lo fue la cuarentena al principio.
Pero la pelea entre Sergio Berni y Sabrina Frederic, en la Casa Rosada, fue la frutilla de la torta en este contexto de conflictos internos en el Gobierno de coalición.
Para algunos especialistas, la imagen de Alberto habría caído casi a la mitad, es decir que pasó de un 80 % a un 40 desde el 2020 al 2021. Así lo sostiene por ejemplo, la consultora Isonomía.
La imposibilidad o incapacidad de cubrir las necesidades de la gente, el descontento general y la falta de futuro en las cuestiones económicas, como los retrasos en la vacunación contra el Covid 19, desdibujan la imagen de Alberto Fernández. Al que sólo le queda la capacidad de unión entre los peronistas, aunque cada vez más cuestionada.
Pero por otro lado, tampoco la gente resiste a una Cristina Fernández en primera plana, incluso los más ortodoxos cristinistas advierten que la alta exposición la perjudica, la deteriora.
¿Podrá Cristina analizar esto fríamente? ¿Podrá Cristina apaciguar su fuego interno para no sofocar a Alberto y a los argentinos? Los argentinos no quieren prepotencia, altanería, abusos de poder y persecución a los jueces y fiscales que se atreven a señalar la corrupción. Los argentinos esperan calidad de vida, cubrir sus necesidades básicas y erradicar al clientelismo barato. Claro, los argentinos de bien que gustan de esforzarse y trabajar. Quizás le sea muy difícil a Alberto la subida a la montaña, pero si logra hacer cima e imponerse a los abusos de poder, su futuro no estará signado por la dueña, sino por sus destrezas ante ella. ¿Aparecerá otra opción de Gobierno? Que así sea. Entre medio, los argentinos…