Quedan cuatro meses para el cierre de listas y ni el oficialismo ni la oposición se ponen de acuerdo respecto los candidatos. Es que cuando de poder se trata… todo vale.
Por Natalia Aguiar
La cuestión es que en el medio de esos tiros y aflojes queda la gente, el ciudadano, el trabajador que en general, según encuestadores y por la apatía hacia la política, se muestran desinteresados. Más bien desilusionados, descreídos.
Ni oficialismo ni oposición cierran filas y se concentran en marcar diferencias y cuestionar a los posibles contrincantes.
En el caso de Juntos por el Cambio, el clima es totalmente incierto. Y si algo le faltaba al postre, fue el anuncio de Elisa Carrió, que se suma a los presidenciables por lo que en ese espacio ahora hay siete competidores anotados en la carrera.
En este contexto hay tres aspirantes de Pro, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal; dos candidatos de la Unión Cívica Radical, Gerardo Morales y Facundo Manes; Carrió de la Coalición Cívica; y Miguel Ángel Pichetto, de Encuentro Republicano Federal. Pero… podría sumarse Mauricio Macri, quien parece definirá a mediados de marzo si se sube a la carrera o no, aunque ya está en campaña encubierta organizando reuniones en su casa de la Patagonia. Hay otros nombres que también suenan, y son los de Martín Lousteau o Ricardo López Murphy, quienes siguen en pie con la decisión de competir. Por las encuestas, los análisis, los números, lo referentes de Juntos por el Cambio se muestran optimistas, otros eufóricos y ganadores, aunque preocupados por la gestión de la transición que por enfrentar al oficialismo.
No le temen a Javier Milei, convertido para los encuestadores más serios, en la tercera fuerza. Juntos por el Cambio se muestra confiado en los resultados electorales. El tema es que no se ponen de acuerdo entre ellos, prima el egocentrismo, se critican en público, se enfrentan sin piedad y no advierten las necesidades de la gente. Tampoco ninguno de ellos muestra propuestas firmes. Se concentran en lograr apoderarse del poder, pese la redundancia. La pelea por la antorcha los cega, los deja sin reflejos y se parecen más al oficialismo. Con la diferencia que este agrupamiento de Juntos por el Cambio, se jacta de ser diferente, más pensantes quizás, más estrategas, más distinguidos, pero están demostrando todo lo contrario. Dejan mucho que desear. Pero atentos, nada está escrito ni garantizado, no vaya a ser que esta actitud les juegue en contra y los votantes arrojen sorpresas.
Juntos por Cambio está sumido en el desgaste de las internas, a nivel nacional, y por la falta de un referente claro que lleve la fuerza a su máxima expresión. Se están quedando en nimiedades. Ayer se iniciaron en La Pampa la seguidilla de comicios que pondrán a prueba a todas las fuerzas políticas.
En la interna opositora de JxC no se determinó aún si se admitirán las fórmulas “mixtas” o “cruzadas”, una táctica para mezclar candidatos de cada socio y evitaría profundizar las diferencias por las internas. Tampoco acordaron aún si competirán con listas de unidad en las categorías de diputados y senadores, como propuso Carrió. O sea, que no se ponen de acuerdo y ya no queda mucho tiempo.
Carecen de un líder nato como lo fue en 2015 cuando todos se agruparon detrás de la figura de Mauricio Macri, con identidad o con fuerza, con un mensaje claro a la ciudadanía de unidad, de cambio, de aires de futuro y esperanza. Lo que ninguna fuerza garantiza en estos momentos.
Para muchos, luego al iniciar la gestión, ese mensaje se convirtió en un fiasco, pero esa es otra parte de la historia, que no hay que olvidar.
Allá por 2015, la realidad era otra, había que frenar al atroz kirchnersmo, Macri era la respuesta y lo secundaban Ernesto Sanz del radicalismo y Elisa Carrió de la Coalición Cívica. Hoy, la gente no tiene preferencias marcadas, de hecho la oposición le lleva sólo dos puntos al oficialismo. Así que cuidado. No habría que festejar antes de tiempo.
Alberto acorralado
Tanto Sergio Massa, como la Cámpora y el kirchnerismo duro, le pedirán a Alberto Fernández que decida rápido si se presentará a la reelección o no. ¿Qué es lo que está sucediendo? Los fieles a Cristina pretenden llegar con una sola fuerza y consideran a Alberto fuera del armado electoral.
Por lo que el presidente está presionado pero firme en que aspira a la reelección. Pero en el Frente de Todos lo quieren afuera, pretenden ser una propuesta unificada pero sin él. Además, le exigen que se defina lo antes posible para poder tener otras nuevas ofertas. Quizás ni ellos saben cuáles serán esas ofertas, pero lo presionan igual.
La Cámpora, organización que lidera Máximo Kirchner, está abiertamente enfrentada al presidente, a la que se suma el Frente Renovador que lidera el actual ministro de Economía, Sergio Massa. El tema para los aliados férreos de Cristina es que están en una encrucijada: Alberto Fernández funciona para ellos como un freno, un límite para el armado electoral del espacio ya que tiene baja intención de voto, y si decidiera ir a las internas de las PASO, no lo podrían enfrentar porque deberían cuestionar al gobierno del que quieran o no, los asuman o no, son parte integrante ciento por ciento. Cristina lidera la ofensiva contra Alberto.
Para los cristinistas sigue firme la idea de presentarse con un candidato único en las PASO, mientras Alberto busca unidad en la mesa de diálogo que se realizará el próximo 16 en la sede nacional del Partido Justicialista, Matheu 130, barrio de Once, emblemático lugar. Desde allí, Alberto buscará la foto con dirigentes leales a él. Así pues, invitó a intendentes peronistas de provincia de Buenos Aires que no comulgan con La Cámpora, gobernadores del interior y otros referentes de peso como Jorge Capitanich y Axel Kicillof. También están invitados los directivos de la CGT, aunque no admitan chances reelectivas del presidente.
Sergio Massa, entre asado y asado con intendentes peronistas, le advirtió con tono de chiste y la seriedad encubierta que amerita el tema, que debe decidirse pronto si se lanza como candidato o no. Claro, enviado por Cristina, Sergio Massa cumple su palabra, porque analizan cómo se podrían armar las candidaturas. Mucho mejor para el kirchnerismo duro, sería sin Alberto Fernández, el candidato que llevará a la Casa Rosada a Cristina una vez más, y que hoy ya no le sirve. Quizás Alberto sea consciente de esto, y otras internas que desconocemos, y se suba a la reelección porque considera ser el mejor postor en esta ocasión. Entonces Cristina queda presa de su propia estrategia.
Hay mucho ruido en el gallinero
Algunas voces desafiantes como la del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro. A ésta quizás se sume la del viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, no como presidenciable, sino en otro rol del espacio massista. De hecho, Rubinstein salío a contestar a los economistas de la oposición que denunciaron la existencia de un “plan bomba” para dejarle a la oposición, presuntamente ganadora de las presidenciables, una economía en ruinas imposible de domar.
No sólo Rubinstein suena como sucesor de Massa, si este asumiera el sillón de Rivadavia, también resuenan los nombres de Marco Lavagna, titular del INDEC, y el jefe de asesores de Massa, Leonardo Madcur. Pero Massa insiste en que no resulta “compatible” su papel de ministro de Economía con una candidatura presidencial. En el oficialismo, analizan que el ministro de Economía, prepara el terruño para dejar un sucesor y lanzarse de lleno a la campaña electoral presidencial. Mientras tanto, y pese a que tracciona en la gestión de Alberto Fernández, en la mesa peronista que se llevará a cabo, dejará en claro que maniobra para Cristina Kirchner.
Así pues, ni oposición ni oficialismo parecen tener un panorama electoral claro. Se pelean entre ellos, no hay unidad consolidada, las propuestas brillan por su ausencia y la gente descree cada día más y más de la casta política encerrada, empantanada en sus propias miserias. Que gane el mejor, pero que no se olviden del ciudadano, del obrero, del trabajador.
Que sea lo que deba ser. Que sea lo que decida el votante, la mayoría de ellos, pero que arribados al poder, no se olviden de ser argentinos. Menos desunión, más acción.