Por Abel Cornejo
Uno de los grandes exponentes de ese movimiento fenomenal que fue la Ilustración, Denis Diderot, decía que: “Aquellos que teman los hechos tratarán siempre de desacreditar a los buscadores de hechos”. Una frase que se adecúa con crudo realismo a los tiempos presentes.
Parecería que en diferentes ámbitos de la realidad nacional, quien se atreva a describir la verdad, queda automáticamente estigmatizado en el bando de los enemigos.Esta característica es una de las formas en que la posverdad va instalándose en el discurso político, de la forma que sea. Cueste lo que cueste.
Parecería que, para los estrategas de la comunicación política, no importa cuál sea la verdad, sino como se la dice con el fin de amortiguar costos o directamente construir otra versión que nada tiene que ver con lo que realmente sucedió. Por eso Joan Manuel Serrat cantaba: nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.
El relato de la posverdad es particularmente impiadoso. No distingue si las personas destinatarias de las diatribas están vivas o muertas; o si, aunque estuviese en posición de adversario se le puede desear la muerte, con tal de hacer desaparecer la idea ¿Es eso lo que queremos para nuestro futuro?
Por si alguno todavía no se enteró, parecería ser lo que viene. Justamente porque los buscadores de hechos –entre ellos la prensa libre- los describen; hay que tener por seguro que quienes teman a esos hechos descriptos, saldrán a demonizarlos y si es posible a destruirlos dialécticamente. Hasta ahora, porque en todas partes del mundo cuando se instaló la intolerancia como práctica política, nunca los resultados fueron buenos. Todo lo contrario.
A su vez, el sociólogo Emile Durkheim sostenía que la unidad de efecto demuestra la unidad de la causa. ¿Qué significa eso en términos de comunicación política? La adopción de la hegemonía del pensamiento convertido en la palabra oficial, o en su caso en pensamiento único o bien en el relato indiscutible.
El presidente Javier Milei hizo tres afirmaciones brutales que reflejan claramente cómo será el discurso en los tiempos por venir: "me encantaría meterle el último clavo al cajón del kirchnerismo, con Cristina Kirchner adentro". Refiriéndose a la muerte del ex ministro Ginés González García espetó: "parece que los muertos se vuelven buenos, pero no, este era un hijo de re mil puta y va a ser recordado como un hijo de puta". Y en su particularísima versión sobre las estadísticas, siempre polémicas e indemostrables científicamente, refiriéndose justamente a la verdad, manifestó que "hay un 15% que dice la verdad; el 85% miente todo el tiempo".
Ni en los gabinetes sociológicos de las Universidades deben haber podido creer la supuesta exactitud proporcional de los porcentajes de verdad en la sociedad. Si analizamos los tres casos, el denominador común de la palabra presidencial en sus arremetidas semanales es la violencia. Descalifica, insulta a un muerto y se refiere a porcentajes que no tienen ningún asidero que demuestren su verosimilitud.
En ese sentido, trascendió que el papa Francisco pone como condición para visitar la Argentina que "hoy en el país no alcanza con moderar los pronunciamientos para que no sigan creciendo las polémicas y las consiguientes tensiones; hay que poner en práctica, además, gestos que aporten a una mejor convivencia".
El Papa quiere venir a la Argentina antes de dejar su pontificado. Su viaje pastoral tocaría tres puntos: Santiago del Estero, porque es la nueva sede primada de la Argentina y por ser la tierra de Mama Antula; Córdoba, porque es de allí el cura Brochero, primer santo nacido en estas tierras y Viedma, donde predicó el salesiano Artémides Zatti, a quien el Papa canonizó en 2022.
Sin duda el periplo de Francisco está motivado por una misión pacificadora, tomando vidas ejemplares que habitaron el suelo argentino. Consecuentemente, no quiere entonces encontrarse con un clima crispado que lo coloque en una facción determinada, en vez de la que le corresponde como líder de una iglesia universal ¿Podrá Milei envainar su lengua por unos meses en un año justamente electoral, donde sus palabras refulgentes estallan como la subitaneidad del rayo en contra de propios y extraños?
Tal vez Mama Antula, el cura José Gabriel Brochero y Artémides Zatti, lo logren desde el cielo con sus plegarias. Claro que hay que recordar que el presidente a su vez, invocando a los Macabeos, también se inspira en las fuerzas del cielo.