Cada año se llena de chicos celebrando el fin de su secundaria o carrera universitaria. Caravanas de autos, bocinazos, música a todo volumen, harina y pintura por todos lados. Es una fiesta que, aunque está llena de alegría, también trae consigo un montón de problemas, como el caos en el tránsito y la suciedad que dejan atrás.
Muchos salteños se quejan en redes sociales, diciendo que está bien que los chicos celebren, pero que no es necesario dejar todo el lugar sucio con bengalas, huevos, harina, nieve artificial… todo queda tirado.
En la misma línea, algunos usuarios apuntaron al ruido y el volumen de los parlantes. “Está bueno que festejen sus logros, pero el ruido, los gritos y la música tan fuerte no”, comentó. Algunos mensajes fueron más duros. “Como los camiones que llevaban hinchadas, esto se va a terminar prohibiendo hasta que haya un muerto”, lanzó otro usuario de Facebook.
El debate también dejó mensajes que llamaron a la convivencia. “Qué lindo ver tantos recibidos, pero estaría bueno no ensuciar así el festejo y ayudar a mantener la limpieza”, escribió Ayee Guantay, quien además pidió no desmerecer el esfuerzo de quienes estudian.
Inevitablemente surge la pregunta: ¿deberían regularse estos festejos o dejar que los chicos sigan celebrando como quieran?
Es claro que se trata de un lugar público y todos tienen el derecho de usarlo, pero no es lo mismo festejar el campeonato del mundo que el vil fin de la secundaria. Sin duda es un momento importante, pero, ¿deberían hacerlo sin importar lo que causan a su alrededor? El desorden en el tráfico y los riesgos por el uso de bengalas son cosas a tener en cuenta. Además, dejar todo sucio no es solo incómodo para los demás, sino que también es poco higiénico en un lugar tan turístico como el Monumento a Güemes.
La cuestión sobre su regulación debe partir no de prohibir que celebren, sino de hacer que las fiestas se hagan de una forma más consiente. Podrían establecerse reglas como horarios específicos para las celebraciones, limitar el uso de objetos peligrosos como las bengalas o pedir que huevos y harina.
Monumento histórico
Inaugurado el 20 de Febrero de 1931, fue diseñado por el distinguido escultor Argentino Víctor Juan Garino, hijo de italianos, quién nació en la Ciudad de Buenos Aires en 1779 y falleció en la Ciudad de Salta en 1858 a los 79 años de edad.
Este artista, afamado en su tiempo, fue becario Argentino en Europa, donde perfeccionó sus estudios plásticos en Francia, Alemania e Italia. De regreso a su patria, cultivó empeñosamente el dibujo y espacialmente la escultura. Fue catedrático en la Universidad Nacional de Buenos Aires, y actuó varias veces como Jurado nacional, interviniendo además en numerosos concursos en los que obtuvo premios y distinciones por sucesivos y valiosos trabajos.
El tucumano Ernesto Padilla fue quien señaló el sitio para levantar el monumento a Güemes, donde finalmente se emplazó. En 1920, fue Hipólito Yrigoyen quien presidió la Comisión que impulsó la obra. Los trabajos estuvieron a cargo de la Dirección de Arquitectura de la Nación; el ajuste de las piezas de bronce lo hicieron operarios del Arsenal Esteban de Luca del Ejército Argerntino; director de la obra fue el arquitecto Andrés Iñigo y la dirección artística fue asumida por los arquitectos René Villeminot y Alberto Milillo.
El entonces Presidente Provisional de la Nación Tte. Gral. Dn. José Félix Uriburu, dejaba inaugurado el Monumento al Gral. Dn. Martín Miguel de Güemes
