09 23 hessPor Franco Hessling Herrera

Aunque no es responsabilidad de Messi, Di María y los astros del fútbol expedirse acerca de cuestiones políticas o sociales, el hecho de que en Francia los atletas sí hayan asumido esa posición nos retrotrae a quien nunca fue intachable cuando se trató de saber de qué lado de la mecha posicionarse. No apto para tibios adeptos del “tiki-tiki”. Potrero y gambeta.

En las últimas competencias y cotejos internacionales de la selección de fútbol han surgido expresiones de reclamo contra Lionel Messi, el tocayo Scaloni y el plantel de los campeones del mundo masculinos.

El reclamo para nada era deportivo, en ese plano poco se le puede enrostrar a esa selección, empachada de títulos internacionales y victorias épicas. El asunto estaba en el compromiso social con la realidad del país que representan cuando se ponen la tan citada camiseta “celeste y blanca”.

En principio, muchos de quienes planteaban el reclamo, paradójicamente parecían estar más preocupados por las manifestaciones políticas de futbolistas que por las decisiones y declaraciones de los políticos a los que luego apoyan y votan en elecciones. En favor de Messi, Di María y compañía, no está entre sus principales responsabilidades públicas tomar posiciones políticas ni orientar las opiniones o humores del pueblo argentino con sus análisis o perspectivas sobre la situación política o económica del país.

En otras palabras, no hay por qué esperar de Messi y los otros lo que no ofrecen ni siquiera los directamente responsables de la política argentina. No hay que olvidar que el derrotado Sergio Tomás Massa consideró excesivo que la CGT convocara un paro general tras el mega DNU con el que LLA inauguró su gobierno. La misma línea adoptó CFK al respecto de aquel paro y el gobernador de Buenos Aires impulsó un régimen de promoción para las grandes inversiones muy parecido al RIGI que se aprobó con la Ley Bases.

¿Por qué Messi tendría que salir a reclamar contra el avance y naturalización de la siempre peligrosa ultra-derecha si ni siquiera ciertos dirigentes opositores parecen muy resueltos a combatirla? Pongamos en contexto con una primera respuesta: porque Mbapé y compañía, con varios otros atletas también, hicieron lo propio en las elecciones francesas en las que en las primarias ganó la derecha extrema, pero en las generales se revirtió el resultado con acuerdos en el medio y varias candidaturas que se declinaron para aunar fuerzas. Además, una segunda respuesta, Messi & Cñía. practican el deporte más popular del país, que ha sido por enorme tiempo una máquina de movilidad social ascendente para una infinidad de familias argentinas. El fútbol ha sido el deporte por excelencia de los potreros y las villas, y eso no hay que confundirlo con algunos de los nombres propios que de allí provienen (ni con los Agüero, los Tévez o los Centurión, por sólo citar algunos).

Esta selección campeona del mundo tiene la única responsabilidad pública de representar al país al más alto nivel del fútbol masculino con la mayor entereza y honradez, valores éticos que deben signar toda su práctica profesional. Sin embargo, no puede negarse que Messi, Di María, Scaloni y los “muchachos”, forman parte del panteón de figuras púbicas que hacen a la ontología actual del ser nacional.

En ese sentido, sin forzar demasiado los análisis se puede asumir que les cupe una responsabilidad algo menos liviana que jugar bien a la pelota, ganar partidos y campeonatos y actuar, como profesionales del fútbol, con entereza y honradez. Les cabe también la responsabilidad de intervenir en la realidad de la camiseta que dicen representar. No como obligación, para nada como imperativo, sí como gesto de empatía. Como acto de grandeza de quienes pueden exclusivamente hacer uso de esos actos: los grandes.

Por esa razón, no hay nada mejor para concluir que invocar al gran Diego Armando Maradona. Es curioso porque se destaca de Messi y otros ídolos contemporáneos del fútbol el hecho de que, a diferencia de Maradona, han tenido una conducta personal, una ética profesional, una entereza y honradez como futbolistas, asombrosa. Disciplina y autocuidado, reserva y trabajo duro, alimentación responsable y descansos sin excesos. La disciplina individual, tan mentada por estos tiempos. Maradona, en cambio, como buen héroe sucio, de esos que podría haber caído del lado del antihéroe perfectamente, o según quien cuente el cuento, fue un inmoral como futbolista. Inmoral para mal, porque la cocaína y los descansos con excesos no ayudan mucho al alto rendimiento, pero inmoral al fin.

Sin embargo, Maradona jamás perdió la brújula social: de dónde venía. La explicación sobre la neutralidad de Messi y Cñía. Podría ser que son chicos que desde adolescentes prácticamente no viven en el país: el Diego respondió alguna vez que él siempre tenía claro que después de hacer o decir lo que sea, más tarde o más temprano, tenía que volver a la casa de sus padres y mirar a la Tota a los ojos. Individualistas son todos, los que juegan bien, los que juegan mal y hasta los astros del fútbol. Fuera de serie adentro y afuera de la cancha hubo uno solo.