03 25 lijoLa justicia debería ser un bálsamo de tranquilidad y esperanzas para cada argentino, sin embargo, el sistema, la politiquería berreta, la corruptela y los arreglos espurios no lograron darle esa posibilidad a la ciudadanía y muchos menos lo logrará Javier Milei con la postulación del juez federal Ariel Lijo a la Corte Suprema.

Por Natalia Aguiar

Mucho más si se hace hincapié en la historia de nuestro país y a 48 años del golpe de Estado de 1976 en que los derechos ciudadanos y humanos fueron vulnerados por los militares. La Justicia es termómetro del poder, pero debería representar el respeto de garantías para los argentinos.

El camino elegido por el presidente parece ser otro. Lijo es sinónimo de impunidad en la Justicia. Tal es así que apenas se conoció su postulación a la Corte Suprema, el repudio en redes sociales y de prestigiosos analistas políticos y juristas no tardaron en arribar para la detenida lectura. Lijo es sinónimo de “arreglo”. De hecho, su apodo entre los jueces federales de Comodoro Py es “va-Lijo”. Un magistrado que supo tejer una telaraña de conexiones y redes de vinculaciones políticas. Un juez que no tolera la libertad de expresión, ni que se lo investigue más allá de lo que a él le conviene. Es un lobo con piel de cordero.

Estamos ante un juez que manda a averiguar si los periodistas que publican en su contra cuentan con bienes a su nombre o no, para embargarlos. Luego, manda emisarios de la arena judicial o abogadil para hacerle llegar la amenaza disfrazada de “alerta” al pobre periodista que sólo hace su trabajo y cree que podrá cambiar un poquito la historia del país, contando las “negociaciones” de funcionarios corruptos.

Una lista de periodistas podrían dar fe de las maniobras del juez que suele recibirlos a todos, los conoce y luego ataca por la espalda a los trabajadores de los medios. Un juez “casta”. Así pues, no se entiende si Milei estaba en contra de la casta. Ariel Lijo es sinónimo de “casta judicial”. El magistrado que podrá solucionarle todos los vericuetos jurídicos con dilaciones, tácticas y estrategias non sanctas.

No es un juez digno de enaltecer la Corte Suprema. Otro señor, al que el traje le queda grande, bien grande.

Eso si, hay que reconocerle la capacidad de negociar con todos los frentes políticos. Incluso poniendo cuerpo y alma. Lijo es sinónimo de “rosca” y no de la de Pascuas. Se equivoca Milei si pretende transparentar la Justicia con esta postulación que ojalá el Senado analice en detalle y derribe.

Ariel Lijo fue nombrado juez federal por Néstor Kirchner en 2004 junto a otros colegas como Daniel Rafecas, Julián Ercolini y Guillermo Montenegro. Tenía 37 años, por entonces.

 

Una postulación a voces

Parece que la bendición hacia Lijo viene desde el seno de las negociaciones políticas, ganara quien ganara. Ariel Lijo es lo que se dice un “operador” de la política en la Justicia. Un “solucionador” de situaciones conflictivas, que quizás le preocupen a Milei también con miras a futuro.

Su promotor sería el actual magistrado de la Corte, Ricardo Lorenzetti. Otro señor al que le queda grande el traje de “ministro”, que se alinea más del lado de lo ilegal que de lo legal. Anda por la mala senda.

Lorenzetti lo promocionaría porque necesita un socio de su calibre en el Alto Tribunal, está muy solo, no lo dejan avanzar en sus “cuestiones”. Con Lijo al lado, sería distinto. Además, Lijo es más carismático.

 

Número cantado

Ya en la campaña electoral y antes de que se devele la interna del PRO entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, sonaba en los pasillos del poder el nombre de Ariel Lijo como ministro de la Corte. Es que fiel a su estilo, Lijo está en pareja con Genoveva Ferrero, quien fuera durante la Jefatura de Gobierno de Larreta subsecretaria de Seguridad de la ciudad. Actualmente la novia del juez es funcionaria de la Justicia porteña. Lo que habrán sufrido cuando en las PASO triunfó Bullrich.

Pero como buen operador político que se sabe mover en las tinieblas, Lijo también sonaba como candidato de Sergio Massa, como Jefe de los Fiscales de la Nación, es decir Procurador. Todo esto, hasta que Javier Milei pateó el tablero y se quedó con el sillón de Rivadavia.

Lorenzetti, que siempre está con un pie en una balsa y el otro en la otra, logró tener vinculación con Milei y le hizo la propuesta de Lijo. Mientras allegados al juez federal hicieron lo propio con Karina Miei. Los mensajeros fueron Santiago Viola, abogado y apoderado del partido La Libertad Avanza y Guillermo Scarcella, ex funcionario de Daniel Scioli y muy amigo del hermano del juez, Alfredo “Freddy” Lijo, el gran operador judicial.

Cuentan los interesados que las reuniones se realizan en el estudio jurídico de Freddy y muchas veces, su hermano el juez, participa de las negociaciones. Bien argento, y propio de una época que la gente prefiere dejar atrás. El voto fue para un cambio. No para más de lo mismo.

Habiendo tantos juristas que merecerían ese cargo, y lo honrarían con su sapienza y honestidad. Milei, al señalarlo a Lijo, ya se puede decir que es parte de la “casta” o se dio cuenta que debe “transar” para sobrevivir, incluso en el Congreso.

Mientras el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, pretendía que fueran dos mujeres las que asumieran los cargos vacantes en la Corte, Milei ya tenía decidido el futuro de Lijo. Sin embargo, este juez federal no puede explicar su patrimonio abultado, sus caballos de carrera, y sus gustos lujosos, como el manejo de muchas causas judiciales como la de la venta de YPF.

Si Lijo arriba a la Corte es porque Milei arregló con el kirchnerismo para que no se avance en las causas de corruptela contra Cristina Kirchner y tantos otros funcionarios investigados. Esto es lo que consideran en la Justicia Federal y lo pone en palabras el periodista Carlos Pagni, en una dura editorial.

En el seno de la Corte Suprema, el malestar por la postulación de Lijo es mayúscula entre Horacio Rosatti, Juan Carlos Maqueda y Carlos Rosenkrantz. Es que Lorenzetti busca recuperar el manejo discrecional de los fondos de la Corte Suprema, es decir del Poder Judicial de la Nación. ¿Será el encargado de hacerle caja al Gobierno? ¿Qué le habrá prometido Milei y viceversa?

Los que trabajan seriamente en la Justicia Federal advierten que si Lijo llega a la Corte, las causas de corrupción en las que trabajan, podrían estar comprometidas. El diablo metería la cola, como durante los años del kirchnerismo. Milei no cumple con lo que prometió, todo lo contrario. Sería más de lo mismo. Gatopardismo, cambiar, para no cambiar nada.

La realidad es que la postulación de Lijo a la Corte es una falta de respeto a la inteligencia de los argentinos. Una falta de respeto a mentes judiciales brillantes que podrían honrar ese lugar. Mientras la Asociación de Jueces y Fiscales advirtió sobre la falta de mujeres en la postulación, el Colegio de Abogados de la Ciudad consideró “inaceptable” la postulación de Lijo.

La mayoría de hombres y mujeres del Derecho, creen que Lijo en la Corte es algo “inaceptable”, “inmoral”, “la seguridad jurídica en riesgo”, y “los ciudadanos ante la vulnerabilidad de la cooruptela”, desprotegidos. Algunos lo dicen abiertamente, otros lo piensan en silencio, y otros intentan sacar ventajas de sus vinculaciones para hacer negocios. Ahora bien, la Justicia es una cuestión seria. Si Milei avanza en esta postulación es porque desconoce del valor Justicia, Seguridad Jurídica, Igualdad de Acceso al servicio de Justicia, Libertad e Integridad moral.

Lijo es sinónimo de corruptela, de mediocridad, de rosca, de acomodos de la época menemista. Lijo es “Va-Lijo”. Lijo implica lo más manipulable de la casta judicial. Un ser dispuesto a lo que sea por poder. Lijo es peligroso para la Corte, sería como meter el zorro en el gallinero. Lijo no es seriedad ni seguridad jurídica. ¿Estará Milei armando la Corte menemista? ¿Milei arma una Corte a su medida? ¿Milei querrá como lo tuvo Carlos Menem, su Corte de mayoría automática? ¿Cumplirá Lijo el rol que cumplía el juez Julio Nazareno en la Corte del ahora convertido en héroe de la Patria, Carlos Menem?

A tantos años del golpe del 24 de Marzo de 1976, los argentinos se merecen respeto y la protección de derechos y garantías. Así no. Memoria, verdad y Justicia.