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En una entrevista reciente, Jorge Asís dijo que las encuestas no funcionan porque nadie las responde. El enunciado es contundente y prueba de ello es que la entrevistadora no lo dejó pasar y ante la repregunta el “Turco” agregó que nadie o muy pocos responden las encuestas telefónicas y que las presenciales son muy caras y nadie las quiere pagar.

Por Aníbal Tejerina

La falibilidad del instrumento estadístico en cuestión, es algo que se vino comprobando en las últimas elecciones de distintos órdenes, sin embargo no por ello dejaron de gravitar en la política electoral. Al parecer, peor es la incertidumbre.

Precisamente, uno de los argumentos que circulan respecto de la necesidad de una candidatura de Cristina Fernández, es que, en el oficialismo, nadie mide como ella. Se le adjudica un 30% más o menos inamovible, cifra que representaría el núcleo duro del kirchnerismo.

Se trata de uno de los argumentos de lo que se denomina el operativo clamor, y está dirigido a los propios, ya que este operativo no solo tendría la misión de levantar la proscripción denunciada sino también la de despejar el camino frente a las ambiciones de Alberto Fernández y Sergio Massa.

Dejando de lado los números, que por otro lado nunca prometieron más que aproximaciones, subyace una pregunta quizás aún no enunciada: el operativo clamor, ¿es la expresión del deseo de Cristina Fernández de Kirchner por presentar una candidatura propia en las próximas elecciones?

Para aproximar una respuesta sin apelar a oscurantismos ni iluminismos, una vía puede ser la de prestar atención a los discursos recientes de Cristina. Para ir rápido podemos sacar un factor común, entendido este como aquella intención o concepto que se repite con mayor frecuencia. Se trata de la denuncia, no de la proscripción, sino de la persecución judicial. La amenaza cernida desde este sector respecto de una eventual candidatura de la actual vicepresidenta, es, en su discurso, secundaria, una consecuencia, lo principal es la persecución alrededor de la cual se realizó la reciente reunión del Grupo de Puebla.

Para no explayarnos demasiado en un análisis discursivo que cuenta con demasiada tela para cortar en, por ejemplo, enunciados tan potentes como cuando dijo que no tiene miedo a ir presa y contrastarlo con alguna teoría de la negación etcétera, vayamos derecho a la relación entre la denuncia de persecución judicial y la candidatura de Cristina Fernández.

Podemos aproximarnos introduciendo dos posibles resultados que serían: reforzar o declinar, ¿qué cosa? el discurso de la persecución judicial. En ese sentido, ser candidata sería reforzar, mientras que no ser candidata sería declinar ¿Por qué? Porque siendo candidata puede probar la existencia de una intención de proscribirla, mientras que no presentando una candidatura, sea cual fuera el desenlace que se dé en la Justicia, la denuncia de proscripción quedaría en el discurso de alguien que declinó.

No hace falta todo este palabrerío para intuir que hay una intención de Cristina atrás del operativo clamor. Vale decir, se puede llegar por distintas vías a percatarse de que los pasos que viene dando no son los de alguien que prepara el retiro. La oposición se percató de esto y ya ensayó una jugada contundente, el paso al costado de Mauricio Macri.

Una intuición de fácil acceso pero que estaría reforzada por mediciones de encuestas, expresa que ningún candidato de la oposición capitaliza lo que se denomina el voto bronca, o también de la anti política, como el libertario Javier Milei.

Tampoco es difícil percatarse de que una candidatura de Macri no solo le sacaría votos a Milei, sino que además reparte las culpas, es decir, pone en la oposición a alguien a quien el oficialismo puede señalar como responsable o corresponsable de la mala situación de la que se trata.