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El vicegobernador Antonio Marocco, y el arzobispo Mario Cargnello, encabezaron el acto de celebración del 47º aniversario del Congreso Eucarístico Nacional realizado en la provincia en 1974.

La ceremonia se llevó a cabo al pie de la cruz que fuera colocada para tal ocasión en calle Paseo Güemes. Allí se congregaron el vicegobernador, el arzobispo, el senador provincial José Ibarra, dirigentes políticos y vecinos para descubrir una placa conmemorativa.

La ceremonia dio comienzo con las palabras del vicegobernador Marocco, quien expresó: “Aquel octubre de 1974 el pueblo de Salta vivió unas jornadas extraordinarias de fe; hoy, con la recordación de este hecho, buscamos revitalizar el valor espiritual que tiene nuestra sociedad salteña en este momento tan difícil que vivimos en la provincia y el país”.

“Esta no es una cruz más, es la cruz de nuestra Salta, de los que creemos que debemos avanzar en la recuperación de los valores en la sociedad”, agregó el vicegobernador. En tal sentido, concluyó: “Queremos, entre todos, hacernos eco de que en los momentos difíciles tenemos que estar todos juntos como dice nuestro Papa Francisco, y avanzar para que en Salta haya menos desigualdades, más oportunidades y poder vivir en libertad”.

Cargnello recordó que en el año 1974 el Papa Paulo VI convocó al Año Santo, instruyendo que primero se preparen las diócesis del mundo y luego, al año siguiente, en Roma. “Argentina vivía una crisis, era un momento difícil. Aquí vino la señora María Estela Martínez de Perón, quien era la presidenta, y quisieron asentar en Cristo un tiempo nuevo”, explicó.

El arzobispo refirió el anuncio que realizó esta semana el Papa Francisco, reconociendo el martirio en territorio salteño de los que se conoce como Mártires del Zenta: el vicario Pedro Ortiz de Zárate, el sacerdote Juan Antonio Solinas y sus acompañantes criollos y aborígenes.

“En este momento que tenemos que reconciliarnos los argentinos de nuevo, la Iglesia tiene para ofrecer a esos mártires que en una época mucho más difícil apostaron por los aborígenes y murieron por la incomprensión. Hoy necesitamos romper abismos, tender puentes”, concluyó el arzobispo.