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La vicepresidenta Victoria Villarruel recibió ayer a la ministra de Seguridad y senadora electa Patricia Bullrich en un encuentro a solas que generó expectativa dentro y fuera del oficialismo.

La reunión, que se extendió cerca de una hora, fue la más extensa que mantuvo Villarruel con alguno de los futuros legisladores de La Libertad Avanza (LLA) y se produjo en un clima marcado por tensiones previas sobre el rol institucional de la titular del Senado.

Bullrich, que asumirá el 10 de diciembre como senadora y muy posiblemente como presidenta del bloque oficialista, llegó al Congreso minutos antes del horario pautado. Primero completó los trámites administrativos correspondientes a los legisladores electos -diploma, DNI, declaraciones juradas, antecedentes penales y datos biométricos- y luego se dirigió al despacho de Villarruel, donde comenzaron la conversación a las 12.12.

Fue la primera vez que ambas se reunieron de manera privada. Sin fotos, sin asesores y sin testigos, la intimidad del encuentro alimentó especulaciones sobre su contenido y el rol que cada una ocupará en la nueva etapa política. Bullrich marcó la agenda: “Necesitamos que la agenda oficialista tenga prioridad”

 

La estrategia legislativa

Al finalizar la reunión, Bullrich fue la primera en hablar frente a la prensa. Desde la puerta del Congreso, dejó en claro que LLA busca ordenar su esquema interno antes del recambio legislativo: “Hablamos de trabajar en la búsqueda de que los proyectos del Gobierno puedan ser tratados y votados para seguir adelante con el plan que establece nuestro Presidente”.

La futura jefa del bloque oficialista insistió en que el oficialismo necesita “un espacio preferencial” para impulsar su agenda legislativa y volvió sobre un punto que había generado ruido semanas atrás: el pedido a Villarruel de no “boicotear” los proyectos del Ejecutivo.

 

Un mensaje de la Rosada

Según explicó Bullrich, una parte central del encuentro estuvo dedicada a “diferenciar los roles” que ambas ocuparán: “Es responsabilidad nuestra, como bloque, juntar las voluntades políticas para obtener las mayorías. Ella, como Presidenta del Senado, tiene una tarea institucional”.

Consultada sobre si esto implicaba un “regreso” de Villarruel a la mesa política del Gobierno, Bullrich evitó responder. Solo señaló que la vicepresidenta “se mostró muy colaborativa”.

 

Sin facultades

Minutos más tarde, fue Villarruel quien tomó la palabra. En una conferencia de prensa en la Sala de Periodistas, buscó bajar tensiones y aclarar su posición institucional: “Yo no tengo facultades para obstaculizar nada. Mis facultades están definidas por la Constitución y el reglamento de la Cámara”.

La vicepresidenta remarcó que siempre existió “colaboración” con los legisladores y que su despacho está abierto “para todos”, más allá de las diferencias políticas.

Villarruel intentó “descontracturar” el impacto político del encuentro: “Hay muchas expectativas frente al cambio de conformación. Conversamos y nos pusimos de acuerdo de acá a futuro”.

Frente a la consulta sobre si se siente parte del Gobierno, repasó su lugar institucional con una frase contundente: “Soy la Vicepresidenta de la Nación, yo también fui votada”.

 

El rearmado y futuro

Bullrich confirmó que habrá modificaciones significativas en el bloque oficialista, que pasará de 7 a 20 senadores, y anticipó que la estructura interna deberá adaptarse a un mayor volumen de proyectos, informes y comisiones.

Sin embargo, evitó definir quién ocupará la presidencia provisional del Senado, un cargo clave en la línea sucesoria.

 

Un punto de inflexión

El encuentro con Villarruel se interpretó como una señal del Gobierno para ordenar la relación con la Vicepresidenta luego de las fricciones expuestas durante el debate de la Ley Bases. Aunque Bullrich no habló de “tregua”, sí afirmó que hará “todo lo necesario” para garantizar que los proyectos del Ejecutivo avancen.

Villarruel, por su parte, buscó resaltar su papel institucional y el respeto al clima de acuerdo político: “Mi función es que se consigan las leyes que el Ejecutivo quiere enviar, pero que se haga en un clima de acuerdo”.

Ambas funcionarias parecen haber encontrado, al menos por ahora, un punto de equilibrio en una relación que será determinante para el futuro legislativo del Gobierno.