El sábado pasado, un temporal de lluvia y vientos muy fuertes, ocasionó serios destrozos en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires y, en ello, hubo catorce fallecidos y numerosas personas heridas.
Por Pablo Borla
No podemos dominar las temibles fuerzas de la naturaleza. A veces, con algo de ciencia aplicada, preverlas y así morigerar los daños.
Pero sí podemos ser solidarios, empáticos. Nunca debería poder ganarnos la indiferencia hacia la suerte de los otros, sino que, por humanidad simple y llana; por ese amor al prójimo que en general las religiones coinciden en valorar, deberíamos acudir en ayuda del necesitado con lo que podamos: dinero, si tenemos. Materiales, abrigos, remedios, también. Y si no hubiere, porque estamos sumidos en la pobreza, con nuestra presencia, nuestra palabra de aliento, compañía, abrazo; en suma, nuestro amor fraternal al compatriota doliente.
¿Es tanto lo que pido? ¿Tan extraño suena en estos tiempos? ¿El amor quedó solamente en las canciones y en los poemas que compartimos en las redes? Un país en crisis necesita de buenos liderazgos. Sinceros, que nos marquen el rumbo como una comunidad y no un conjunto de individuos viviendo bajo el mismo cielo, por casualidad demográfica.
Y los liderazgos se transmiten en gestos concretos, en ejemplos, en actitudes.
El 10 de diciembre pasado asumió un nuevo líder la conducción de nuestros destinos.
Ese líder, antes de ir a ver en persona lo que pasaba en la zona de desastre, se fue a votar a la cancha de Boca Juniors. Había un compromiso político ahí -no somos ingenuos- con un expresidente que ni siquiera fue a votar, porque ya sabía que su lista perdería. Lo abuchearon y se fue rápido.
Javier Milei, el presidente, recién después fue a Bahía Blanca, en dónde el gobernador bonaerense y el intendente ya estaban con los vecinos afectados, tomando resoluciones expeditivas, sin intermediarios que las demoren.
Javier Milei, el presidente, acompañado por el ministro de Defensa, Luis Petri, ambos ataviados, en medio del calor, con camperas militares -tal vez en un homenaje a su admirado colega ucraniano Volodímir Zelenski, quien, a diferencia, padece un estado de guerra-, haciendo alarde de un marketing, que en ese contexto suena a irrespeto.
Javier Milei, el presidente, dijo "Estoy perfectamente confiado en que ustedes van a poder resolver esta situación" con "los recursos existentes".
Son extraños los modelos que elige imitar. Quizás debiera emular a su admirado Estados Unidos, cuyo presidente, el republicano George Bush (h), pidió fondos especiales al Congreso luego del desastre del huracán Katrina, por dar un ejemplo.
Cualquier presidente destina fondos extras, inmediatos, a la atención de una emergencia climática.
El de estos pagos, mandó a los damnificados a resolver esta situación "con los recursos existentes", aunque al final se comprometió a dar una asistencia imprecisa y al trabajo de la Nación junto al gobierno de la Provincia y la intendencia.
¿Será porque no cree en el cambio climático, como si éste fuese una religión y no un hecho científico avalado por consenso internacional?
¿Será que dejó que se le congele el corazón porque piensa que esa es la mejor manera de sacar adelante un país sumido en un crisis profunda?
Son demasiadas preguntas, sin respuestas.
Los hechos, amigo lector. Lo demás son propuestas electorales que se dibujan en el agua.
Los hechos, dicen que no fue sincero cuando dijo que no quitaría subsidios hasta que estén dadas las condiciones sociales para hacerlo. Y que el ajuste lo pagaría la casta. Y que no subiría impuestos.
Está todo grabado en esta modernidad.
Sr. presidente Javier Milei, la mayoría del pueblo desea que le vaya bien.
Lo único que esperamos, a esta altura de la soirée, es que el esfuerzo que deberían hacer los que más tienen y no los que menos, no sea en vano, como tantas otras veces.
Si el temporal fue una locura, que la locura sea temporal.