Gobierno de Salta
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09 27 aguiar

Por Natalia Aguiar
En un intento desesperado y contrareloj para recuperar votantes, seducir a los rebeldes, a los angustiados, a los cansados del destrato del Gobierno, el operativo “más platita en el bolsillo” no sólo llega cuando los recursos del estado ya no pueden asumirlo, sino que además, denigra, descalifica aún más a los argentinos, que demostraron no ser dóciles ante la ineficacia de la gestión oficialista.

Es que Daniel Gollán, candidato a diputado nacional por el Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires y ex ministro de Salud bonaerense, minimizó la fiesta de Alberto Fernández y Fabila Yáñez en Olivos y aseguró que la derrota del Gobierno en las elecciones “con un poco más de platita en el bolsillo sería otra cosa”, en declaraciones a Radio con vos. “La gente reclamaba salir a trabajar por la cuestión económica, y producto de que los chicos no iban a la escuela, tenían que quedarse. Del tema del cuidado no hubo un reclamo masivo; tampoco hubo una diferencia grande con jurisdicciones que tomaron otras decisiones. Lo que más pesó fue la situación económica, que hay que corregir rápidamente porque no tienen tiempo de esperar la reactivación que se viene”, reconoció Gollán, quien advirtió que la derrota del Gobierno fue por la situación económica y no por los vacunatorios VIP, o la fiesta en Olivos durante la fase más estricta del aislamiento 2020.

La falta de empatía con la ciudadanía se vio reflejada en las urnas. Las declaraciones de Gollán demuestran el desprecio al ciudadano trabajador que brega por el futuro de sus hijos, por igualdad de posibilidades, por la dignidad de los argentinos a quienes pretenderían cambiar su ideología, pensamiento, destino, con “más platita en el bolsillo”. Lo equivocado que están, fue el fiel reflejos que arrojaron las urnas.

 

Tácticas y estrategias desesperadas

A cuatro días del inicio de la campaña electoral con vistas a noviembre, el Frente de Todos decidió mantener un perfil bajo, evitar grandes actos y apuntan a una campaña corta y precisa. El cambio decidido fue rotundo comparado con la campaña previa a las PASO, se evitarán los grandes actos, despliegues descomunales y exposiciones estridentes en el eje de campaña. Se priorizará comunicar gestión en actos de menor escala.

Claro que la inyección de fondos provenientes de la ayuda que recibió Argentina del Banco Mundial de u$s 35 millones, parte de la cual utilizarían para pagar la deuda con el Fondo Monetario Internacional, y otros tantos para lograr consumo, otra parte se utilizaría para potenciar la campaña electoral a todo o nada. Será para crear una especie de ilusión de cambio y capacidad de disponibilidad económica de los argentinos. Habrá mayores planes sociales, la inauguración de obras públicas, se buscará voto puerta a puerta, con perfil bajo pero con clara exasperación, enojo, angustia.

La terrible derrota de las Primarias marcó un antes y después. Además la batalla interna que se desató en el Frente de Todos, ya no se esconde. Alberto y Cristina, juntos pero separados. En el Gobierno insisten con una campaña corta, actos que se realizarán al final, cerca de la fecha de los comicios, y haciendo hincapié en la gestión y en los logros del Gobierno. Malabares tendrán que hacer.

Alberto dispuesto a sanar heridas entre los referentes, con los votantes y seguidores del Frente de Todos. Mientras Cristina mantiene una postura más tajante, y ya no apuesta a ganar en Noviembre, porque remontar una diferencia de 9 puntos, es casi ilusoria.

Pero rápido de reflejos, Horacio Rodríguez Larreta, ya lanzó su campaña “Presidencia 2023”. La semana pasada viajó a Estados Unidos y se reunió con John Kerry, hombre de confianza de Joe Biden.

Cuando Rodríguez Larreta regrese de Estados Unidos, iniciará su campaña con viajes a las provincias de Córdoba, Tucumán, Catamarca, Corrientes, La Pampa, Santa Fe, Mendoza, Chubut, con el asesoramiento de Patricia Bullrich que ya conoce el territorio. El objetivo, tratar de quitarle el quórum a Cristina en el Senado. Analiza relanzar su gestión con cambios en el Gabinete porteño y resaltar logros en su administración. El recorrido por las provincias, marca su plan presidencial 2023.

 

Cristina introspectiva

Sin dudarlo es una gran estratega, pero los resultados de las PASO, la sorprendieron y ella es consciente de lo imposible que resultará dar vuelta ese resultado ante la desesperanza social. Pero no se rinde. El objetivo será acercarse a los números de la oposición, y tratar de revertir los resultados en algunas provincias donde se eligen senadores. Su mayor anhelo es no perder el quórum propio en la Cámara alta.

Cristina no quiere perder poder y para ello se sustentó en el peronismo clásico, Aníbal Fernández, Julián Domínguez, Juan Manzur. A quien le dio riendas sueltas para pensar en su candidatura presidenciable 2023. Así como lo lee. El flamante jefe de Gabinete, se muestra muy activo en su gestión y en redes sociales en su oficina de Balcarce 50. Apuesta a su vínculo con los gobernadores, intendentes, ministros, embajadores, empresarios, y más allá. Casi una gestión paralela a la del mismísimo presidente, Alberto Fernández.

Tras una semana de sismos políticos, Alberto está sereno porque logró que Santiago Cafiero y Martín Guzmán siguieran en el Gobierno. El primero como canciller, y el segundo continúa al mando de las negociaciones con el FMI, pese al enfrentamiento abierto que mantiene con Máximo y Cristina.

Alberto, quien anunció que será padre junto a Fabila Yáñez, está convencido que la alianza que logró con los gobernadores será una especie de dique de contención en su relación con Cristina. “Nada quiero más que terminar este mandato”, suele decir Alberto a sus allegados, casi resignado y en un papel protagónico secundario.

En la campaña adoptará también bajo perfil, para sustentar el slogan de logros en su gestión. Se decidió que no asistirá a todos los actos y se medirá en sus declaraciones, tal cual dio la orden Cristina. No sólo él, sino el peronismo en plano está con “la mordaza política” para evitar filtraciones innecesarias como la que protagonizó, Victoria Tolosa Paz. Se decidió dejar de lado el slogan “la vida que queremos”, y aún no hay coincidencias en otro mejor, es que el malestar social marcó los resultados. A punto tal, que a días de las Paso la ministra Carla Vizzotti, anunció que se permitirá circular sin barbijo en los lugares públicos. Una medida apresurada ante el clima que viven los argentinos. En tanto los gobernadores peronistas, tienen por delante el desafío de lograr más y más votantes, con el apoyo incondicional de Manzur y con el objetivo casi imposible, de dar vuelta el resultado electoral.

Pese a las promesas de pronta recuperación económica, la grieta profunda que atraviesa al Gobierno, es lo más difícil de subsanar. La fractura es profunda.

Hasta Axel Kicillof se vio dañado, se develaron las diferencias con Máximo y Cristina, lo que lo llevó a delegar en Martín Insaurralde, la jefatura de ministros.

Está claro que el ánimo social destruye cualquier unidad peronista, una realidad histórica, que será muy difícil de solucionar. Pese a ello, intentará el peronismo mantenerse unido hasta las elecciones de Noviembre. El destino luego delatará.

La gente demanda certezas en la economía, trabajo genuino, libertades, salud, igualdad y evitar que sus hijos vean cómo única salida tomar un avión en Ezeiza.

El desafío no sólo es para el peronismo y el oficialismo, sino para la oposición que también carece de propuestas certeras. En el voto, la última palabra la tendrá la gente. La gente demanda dignidad.