El escenario de tercios y otros factores como la falta de credibilidad de las encuestas se combinan para que en Salta se transiten semanas de suspensión expectante de la campaña política.
Por Franco Hessling
Los resultados electorales de las PASO de agosto han configurado una atmósfera electoral en la provincia que en mucho se parece a una suspensión expectante, que combina temores con incertidumbres, certezas con ínfulas. Hay de todo según desde donde se lo mire. Nadie puede negar que la elección de Javier Gerardo Milei fue excelente en Salta, pero sus lugartenientes locales no se quedaron atrás.
Si se miran las cosas desde el punto de vista de Alfredo Olmedo y Emilia Orozco, la suspensión expectante estriba en que la elección fue mejor de lo que esperaban y temen que pudiera torcerse esa efervescencia, al menos la parte de la espuma. El núcleo duro se mantuvo y quizá hasta se aumentó luego de las PASO, pero la espuma, los votantes de la bronca y el rechazo al status-quo, que de modo erróneo los libertarios llaman “casta”, podrían ser más de los que se piensan. Principalmente en provincias como Salta, donde la cosecha fue tan grande en agosto: oscilando el 50% de los votos.
Si se asume el punto de vista de Pablo Outes, la suspensión expectante se relaciona con la pálida imagen que dejó en una interna más reñida de lo que se esperaba y ante una fórmula nacional oficialista que fue más un ancla que un espaldarazo. En las PASO, hacer campaña con el ministro de Economía de la Nación en la misma foto restó más de lo que sumó. Tal vez conscientes de ello, los armadores a nivel nacional han empujado a Sergio Massa a que, sin dimitir, se ponga el traje de candidato y oculte la piel de ministro.
Por último, entre quienes atesoran chances, el punto de vista de Miguel Nanni y el Juntos por el Cambio de Patricia Bullrich, la suspensión expectante está vinculada a la sensación de derrota que quedó en ese tercio después de las PASO. No hay que olvidar que hace un año daba la sensación que si las elecciones ocurrían en ese momento la disputa por el sillón de Rivadavia estaría concentrada exclusivamente en la interna entre Horacio Rodríguez Larreta y la finalmente triunfante Bullrich. Triunfante en la interna pero ni siquiera encabezando la ola anti-peronista de oposición por derecha.
Otro elemento ha contribuido como pocos al actual clima de la política salteña de suspensión expectante: la poca credibilidad que les quedan a las consultoras o encuestadoras con signos o precios políticos que sesgan sus instrumentos tanto como sus posteriores resultados. Así, los relevamientos se piensan más como maneras de pre-establecer tendencias que como dispositivos para la recolección de información genuina.
Y, si es por confiar en los números que sí son fidedignos, lo cierto es que las PASO no arrojaron ganadores categóricos a nivel nacional. Los tercios están partidos. En Salta uno de los tercios se convirtió en medio, pero se sabe que el oficialismo redoblará sus esfuerzos y que el auge de Orozco podría emular aquello que hace no muchos años ocurrió entre Adrián Valenzuela y Guillermo Durand Cornejo, un cambio radical del resultado de las PASO a las Generales.
Nanni fue el segundo candidato más votado de las elecciones provinciales de mayo. En las PASO no igualó esa sensación de algarabía, pero nadie, ni siquiera Orozco y Olmedo, están en condiciones de subestimar el piso que ha presumido el cafayateño, el único que buscará renovar su banca en la Cámara Baja del Congreso de la Nación. Dado que nadie tiene la vaca atada ni puede aferrarse a guarismos confiables, amén de lo que siempre ocurre en las catacumbas de la política, en la palestra hay un completo marasmo. El tránsito de una suspensión expectante a lo que ocurra con las fórmulas nacionales en octubre.