En la disputa por la intendencia capitalina los dos aspirantes con mayores posibilidades son apoyados por el Grand Bourg. Ninguno de los dos es “oficialista” con todas las letras, sin embargo, hay uno que empieza a causar más desconfianza.
Por Franco Hessling
La contienda por la intendencia está en su punto más álgido desde que han comenzado las especulaciones electorales, a principios de este año. Como se sabe, la disputa estará concentrada en dos candidatos, la actual intendenta Bettina Romero, y el actual senador provincial y dueño de Que Pasa Salta, Emiliano Durand.
La particularidad de la elección, y que hasta ahora ha resultado clarificadora para analizar el escenario, es que ambos candidatos llevarán como cabeza de sus boletas al actual gobernador, Gustavo Sáenz, de quien se sabe ha tenido amores y odios con ambos candidatos y sendas corrientes que los apoyan.
Así, Sáenz nunca ha sido parte del riñón romerista, aunque sí le debe mucho a esa corriente, sobretodo antes de que Sergio Massa lo eligiera en 2015 como compañero de fórmula y le diera una fuerza individual que había perdido tras su fracaso como senador provincial por la capital, en 2013. Al principio de ese 2015 nadie confiaba en Sáenz, ni siquiera el romerismo que apoyó a Guillermo Durand Cornejo en la interna.
Sin embargo, tras la victoria sorprendente de Sáenz en esa instancia sobre Durand Cornejo, el romerismo ofreció todo su apoyo para que llegase a la intendencia, dejando atrás a los candidatos del por entonces gobernador, Juan Manuel Urtubey, quien antes ya le había dado la espalda a Sáenz, en favor de un viejo amigo suyo: Miguel Ángel Isa.
Después de que obtuvo la victoria para la intendencia, llegó el ofrecimiento de Massa. Eso también puede ser leído como un puente habilitado por el romerismo, en particular por Juan Carlos Romero, quien nunca abandonó el peronismo, aunque siempre estuvo alineado con el ala dentro de esa tendencia que no se identificaba con el kirchnerismo. Y el tigrense, entonces, siempre estuvo muy cercano al senador nacional y ex gobernador.
Es decir, ya ha corrido mucha agua bajo el puente que une, y a veces distancia, a Sáenz y al romerismo. En cambio, la situación con Durand es más vidriosa. Tampoco es saenzista, pero se muestra menos elegante en sus formas políticas, más personalista, intolerante al roce y los acuerdos necesarios, y bastante déspota en cuanto a sus designios: se rodea de gente que lo adula hasta el hartazgo o bien que le obedece sin miramientos.
Ese perfil del candidato más una historia menos dotada de argumentos entre Durand y el oficialismo provincial ha empezado a causar una sensación de desconfianza en Grand Bourg. De hecho, no son pocas las fuentes que aseguran que un runrún se viene imponiendo en los pasillos de la Casa de Gobierno, pero también la Legislatura y hasta en el Concejo Deliberante: “Más vale malo conocido, que bueno por conocer”. Y a Bettina y al romerismo, ya se los conoce bastante.