Por Josefina Medrano
Hoy les voy a escribir sobre algo que siempre estuvo en tela de juicio u opinión en mi persona. ¡El pelo!
Sí, mi pelo, que seguramente al igual que el de Uds., más allá de sus características propias determinadas genéticamente, estuvo brindando información principalmente sobre mi estado nutricional.
Lacia extrema, cabello fino y castaño claro, así fue mi infancia donde mi alimentación siempre fue difícil en un contexto de selección de alimentos más allá de la variedad de oferta y sus ricas preparaciones que me ofrecía mi madre.
Por la mañana al despertar escuchaba la voz de mi padre cariñosamente decirme “venga mi nidito de chasca” por el formato desordenado que adquirían por las noches mis finos cabellos y persistían por algunas horas más. En la adolescencia un cabello más fortalecido siempre lacio y luchando con el deseo de mi madre de ponerle volumen con una permanente.
Hoy, después de muchos años, todavía no tengo el control de mi cabeza, y ojo que me refiero al cabello por si pensaron en otra cosa. A estas alturas, podría inferir que en mi primera infancia seguramente sufrí de algún tipo de alergia alimentaria que para ese entonces no se conocía en profundidad y era mi cabello una clara vislumbre de ello.
Es evidente que el pelo es el reflejo de muchas cosas. De nuestro estado de ánimo, del clima, de la moda, de la edad, de nuestra herencia (ADN) y por supuesto la manifestación de nuestro estado nutricional. Estado nutricional que se ha evaluado de varias formas a lo largo del tiempo, en los centros de estética desde afuera suplementando lo que nos faltaría con productos externos y desde adentro de distintas maneras que han ido evolucionando a lo largo del tiempo y poniendo en evidencia lo rico de la información, no solo nutricional, que contiene y a la que hoy se puede acceder.
El argentino Luciano Valenzuela, biólogo del CONICET, participó en un trabajo que se realizó en Estados Unidos para testear la calidad de la dieta en los distintos sectores socioeconómicos y que fue publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences. Trabajaron con una técnica llamada medición de isótopos estables, que se utiliza en general para estudiar poblaciones antiguas.
Se trata de medir las moléculas de distintos compuestos –en este caso, de nitrógeno y carbono- alojadas en huesos, dientes o pelos. Además, el pelo está compuesto principalmente por la proteína queratina, es decir, por aminoácidos que provienen de las proteínas que consumen los seres humanos, y que por ende, dice mucho de su dieta. Lo que buscaron fue ver si a través la medición de isótopos estables en el cabello de las personas, podían detectar diferencias en sus patrones de dieta general.
Los resultados fueron sumamente interesantes poniendo en evidencia la relación entre el consumo de determinados alimentos (con diferentes composiciones de calidad proteica), el nivel socio económico y el impacto en su salud, por ejemplo la obesidad.
Para realizar este tipo de estudios no se requiere más que unos 3 a 5 pelos que resulta una muestra no invasiva y no necesita eventualmente un consentimiento voluntario ya que para estudios poblacionales se puede tomar cabellos de una peluquería, por ejemplo, como se hizo en este caso. Si bien esta es una técnica que fue utilizada para evaluar el pasado como en la arqueología, en la medicina forense, para geo localizar personas según sus consumos y los estados nutricionales, la novedad plasmada con este estudio de 2020 es que se utilizó para una población actual, marcando un verdadero avance en el uso de la misma.
Actualmente también se está usando en el mundo lo que se llama el test epigenético en el cabello. La epigenética es la ciencia de la biología que estudia los cambios hereditarios en la función de la génica que no alteran la secuencia de ADN. ¿Como? ¿Que? suena difícil, pero es sencillo, vaya acá una explicación más simple. Estudia cómo se expresan los genes según la influencia de algunas condiciones como el entorno o medio ambiente, el estrés, las toxinas, el sueño, etc., sin modificar la secuencia genética (el gen varia en su expresión y no en sus bases).
La epigénetica actuaría como un “interruptor” que enciende o apaga genes según el peso de determinadas condiciones. Lo que hace el test es medir la influencia de estos factores ambientales y hábitos diarios en la actividad de nuestros genes. Teniendo como objetivo detectar desequilibrios funcionales o tendencias a ciertos problemas de salud.
Miren lo importante de la información que podemos obtener de nuestro cabello a través de diferentes métodos como los antes mencionados. Información de un valor insoslayable que bien valorada y entendida permite evaluar el estado nutricional de las personas, sus carencias, su dieta, sus orígenes geográficos, su metabolismo, como también su estado fisiológico, el estrés, la exposición a toxinas, el estado del sistema inmune entre las más relevantes. Identifica la influencia de contaminantes ambientales como metales pesado y pesticidas, nos permite reconocer zonas geográficas de riesgo epigenético, enfermedades crónicas, cuantas cosas más.
Díganme si la que dice mi pelo, tu pelo, vuestro pelo no sería de gran utilidad para el diseño e implementación de políticas de salud poblacional y medicina preventiva, basándose en estos datos epigenéticos colectivos y en evidencia biológica cierta.
¡Una maravilla! que viene a sumar a la búsqueda permanente del bienestar general de las personas, más allá que algunos tendremos que seguir en la lucha por el manejo de él. El pelo.