Por Mariano Arancibia
A pocos días de las elecciones provinciales, se respira un clima más bien frío en lo político. Se renueva la Legislatura, los concejos deliberantes y en varios municipios se eligen convencionales para redactar o reformar su cartas orgánicas y el interés de la gente es bajo y muchos todavía no tienen claro qué se vota.
Ese día se eligen 30 diputados y 12 senadores provinciales, además de 121 concejales en 12 municipios. En paralelo, en 19 localidades se vota para elegir 232 convencionales municipales, que tendrán la tarea de actualizar o crear desde cero las normas que rigen a los gobiernos locales.
Una de las particularidades de Salta es que no hay PASO (elecciones internas), así que los partidos van directo a las urnas. Además, se vota con boleta única electrónica, lo que agilizará el proceso.
El escenario político llega muy dividido. En total, compiten nueve frentes y una alianza. El oficialismo provincial, que responde al gobernador Gustavo Sáenz, va con la alianza “Por la unidad de los salteños”, que agrupa a tres frentes: Peronista Salteño, Unidos por Salta y Si Salta Unida.
El peronismo está partido: por un lado, el que acompaña al gobierno provincial, y por otro, un frente opositor formado por el PJ (intervenido a nivel nacional), partidos kirchneristas y otras fuerzas menores..
En la derecha y el liberalismo, la situación es parecida. El PRO va dividido en varias listas mientras que los libertarios se presentan en dos frentes distintos: Salta Libre y La Libertad Avanza. También está en el menú el Frente de Izquierda y de Trabajadores.
Las encuestas muestran una ventaja para el oficialismo en algunas categorías. Bernardo Biella, actual diputado, aparece bien posicionado para el senado. Lo mismo sucede con Flavia Royon que busca una banca como legisladora por capital. Sin embargo, los analistas señalan que el bajo interés de la población y el alto nivel de desconocimiento pueden dar lugar a sorpresas.
Por ahora, reina la apatía. Hay más de un millón de personas habilitadas para votar, pero muchos no saben qué se elige ni quiénes son los candidatos. Incluso las consultoras reconocen que les cuesta medir el panorama porque la gente responde poco y con desinformación.
Hasta ahora la campaña no logró despertar demasiado entusiasmo. La falta de unidad en los espacios tradicionales, sumada a la gran cantidad de listas, puede dispersar el voto. Y como ya pasó en otras elecciones, hay que esperar hasta el último momento: cuando el voto es poco predecible, todo puede pasar.