Por Natalia Aguiar
Nadie puede negar el fenómeno Javier Milei, que llegó a ser presidente de la Nación sin un partido político nacional que lo respaldara y apoyara. Llegó fruto, quizás, de la desesperanza, de una Argentina implosionada por la corruptela, el despilfarro de planes sociales, una economía destruida y una realidad social más que vulnerables.
Tan mal estarían los argentinos, que la mayoría se inclinó por alguien que no venía de la política, un desconocido, carismático y motosierra en mano. Más cómico que políticamente correcto. Un disruptivo.
Sin embargo, esa faceta le duró unos días ante la emoción de haber logrado algo imposible, llegar al sillón de Rivadavia para dirigir el futuro de este país con la bendición de las fuerzas del cielo.
Tan pocas eran las opciones de los argentinos, que Javier Milei sacó ventaja de todas las barbaridades que llevaron a este país a la ruina. El tema es que ahora él, hace lo mismo que tanto criticaba, las mismas políticas que lo llevaron a ganar, podrían consolidar su derrota. Es violento, agresivo, destrata a los oponentes, no tolera las críticas y censura a los periodistas y medios, tal como lo hacía el kirchnerismo. Le gustó la suma del poder.
No olvidemos que limitó el acceso a la información pública a golpe de decreto. Todo lo que mostró en la campaña desapareció, sus ideales liberales mutaron al autoritarismo, irracional por momentos. Un nuevo fiasco para los argentinos.
Además de aprender de las dotes rosqueras de la política, aprendió a aceitar vínculos con los diputados héroes que avalaron el veto a la ley que beneficiaba a los jubilados. Asado, vinos y fiesta ante la vulnerabilidad de los más necesitados.
Milei, al igual que todos los gobernantes de Argentina, no ha sabido administrar sin aumentar los impuestos, hasta la asfixia de los ciudadanos. Por lo tanto, al final del proceso, son los mismos argentinos los que con el esfuerzo a sangre viva, sacarán la Argentina adelante.
Acusador serial
Aprendió además a echarle la culpa a los que estuvieron, como si él no fuera parte del problema: la pobreza escaló al 52,9% en el primer semestre de gestión de Javier Milei, y ya afecta a casi 25 millones de argentinos. Trasladado a la gente, implica que unos 24,8 millones de ciudadanos están en condiciones de pobreza, mientras que otros 8,5 millones en situación de indigencia. Del informe, emitido el jueves pasado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) se destaca que dos tercios de los niños y adolescentes son pobres.
La pobreza saltó del 40,1% al 52,9% en el primer semestre de 2024 frente al mismo período del año previo, lo que representa la cifra más alta en 20 años, mientras que la indigencia escaló del 9,3% al 18,1%, según el INDEC. O sea que unos 24,8 millones de argentinos son pobres, mientras que unos 8,5 millones están en situación de indigencia.
El 42,5% de los hogares se encuentran bajo situación de pobreza, unos 4.320.000, donde vive el 52,9% de las personas. Dentro de ese conjunto, se distingue un 13,6% de hogares por debajo de la línea de indigencia (LI), unos 1.380.000, que incluyen al 18,1% de las personas. El nivel de pobreza es muy alto pero lo que más preocupa es que se profundiza la indigencia y ante la falta de políticas públicas, el impacto es mucho más fuerte.
Al cierre de 2023, 19,5 millones de argentinos estaban bajo la línea de la pobreza, mientras que ahora se sumaron 5,3 millones más y alcanzaron los 24,8 millones. En tanto, la cantidad de indigentes aumentó en cerca de 3 millones, como conclusiones del primer semestre del Gobierno de Javier Milei.
Dos tercios de los niños y adolescentes son pobres. De las diferencias etareas se destaca que dos tercios (el 66,1% del total) de las personas de 0 a 14 años forman parte de hogares bajo la línea de pobreza.
El porcentaje total de personas bajo la línea de pobreza para los grupos de 15 a 29 años y de 30 a 64 años es de 60,7% y 48,6%, respectivamente. En la población de 65 años y más, el 29,7% de las personas se ubicó en hogares bajo la LP.
Atención a esta información: las mayores incidencias de la pobreza en personas se observaron en las regiones Noreste (NEA), 62,9%; y Noroeste (NOA), 57,0%. Las menores, por su parte, se registraron en las regiones Patagonia, 49,1%; y Pampeana, 49,9%.
Mientras el Gobierno intenta mostrar cifras y datos para demostrar cambios, y sostener que llegaron para recuperar el país, los números de la realidad son muy distintos. Todo esto según datos del INDEC. A lo que se suma que el índice de salarios promedio para los trabajadores formales fue, entre enero y junio de este año, 15% inferior en términos reales, al promedio del segundo semestre de 2023, tomando en cuenta la inflación que tuvo la Canasta Básica Total (CBT) desde julio del año pasado.
Por otro lado, el director del observatorio de la Universidad Católica Argentina, Agustín Salvia, remarcó que la pérdida de puestos de trabajo en el sector informal de la economía y el bajo salario en el sector privado son dos factores cruciales a la hora de los altos niveles de pobreza e indigencia.
Los argentinos están acostumbrados a renacer de las cenizas, como otros pueblos resurgen de las guerras y hambrunas, pero el costo de cada circuito histórico es devastador. Mientras este gobierno apela a las planillas de excell, mucha gente no puede comer, ni tiene posibilidades de salir adelante.
Elecciones legislativas 2025
“Micrófonos ensobrados”, “acá no hay trolls”, “a los traidores se los tragó la tierra” y “casta demagógica”. El sábado pasado Javier Milei lanzó la Libertad Avanza a nivel nacional en Parque Lezama, con el discurso libertario pero la liturgia peronista de fondo. Copia tal cual las metodologías peronistas, le guste o no admitirlo. No faltaron las críticas al periodismo y un fuerte respaldo para su hermana, Karina Milei, quien abrió el evento.
Tras una semana de alto impacto político, con el discurso de Milei en la ONU, la salida del exministro de Salud, Mario Russo, y la publicación de los índices de pobreza del 52,9%, el lanzamiento de la Libertad Avanza fue como experimentar viento a favor tras un duro naufragio. “La casta política decía que no íbamos a poder formar partido y, sin embargo, ese día presentamos a LLA”, destacó Milei al comienzo, con duras críticas contra parte de la prensa a la que tildó de “casta periodística” y “micrófonos ensobrados”. Es que no tolera el cuestionamiento, ni el pensamiento libre. Qué paradoja.
En otra parte de su discurso, Milei arremetió nuevamente contra los medios al criticar la publicación de sondeos que señalaban una baja en las encuestas durante la campaña presidencial. “Decían que íbamos a perder por 10 puntos y esos micrófonos ensobrados o cobardes predecían el triunfo aplastante de Massa, esos que hoy tanto critican a las órdenes de Julito César (en aparente referencia al director de LA NACION, Julio César Saguier). En ese contexto, pelea entre David y Goliat terminamos consiguiendo el 56% de los votos. A este proyecto lo bancan 14 millones y medio de argentinos”, lanzó el titular del Ejecutivo como amenazando a aquel que se atreva a desafiarlo.
“Lo más interesante es que llegamos prometiendo motosierra al gasto público. Prometimos atacar a la corrupción e ir eliminando ministerios. ¡Afuera!”, destacó. Milei volvió a poner el foco en la herencia recibida y disparó contra el gobierno de Alberto Fernández.
“Al momento de asumir nos encontrábamos con lo que podría ser la peor crisis de la historia argentina, teníamos un desequilibrio monetario que era el doble a la previa del Rodrigazo, una situación que había multiplicado por 6 la tasa de inflación”, aseguró. “Somos el mejor gobierno de la historia argentina”, se jactó de decir mientras más de la mitad de la población está por debajo de la línea de pobreza.
Mucha euforia y crítica a los medios, pero una total falta de autocrítica ante los más vulnerables. Vetó la ley de jubilados y ahora vetará la ley de financiamiento universitario, por lo que el próximo 2 de octubre habrá una marcha nacional en contra de esta medida y liderada por gremios docentes y estudiantes universitarios. El ataque es a la clase media aspirante a lograr un título universitario.
El discurso de Milei se diluye ante la situación social que atraviesa el país. Se aleja de los vulnerables y sólo se codea con los que fuera del país lo alientan ante el total desconocimiento de su perfil autoritario. Sus funcionarios, cada vez más separados entre sí, y una gestión atomizada por Santiago Caputo. Gobierna a fuerza de decreto e intenta generar miedo. Pero los índices de pobreza hablan por sí.
Ante esta paupérrima realidad, el único culpable es Javier Milei. ¿Qué busca? Los halagos internacionales a costa de la vida de los argentinos. ¿Busca la gloria? Sólo para él, porque los ciudadanos de este país la están pasando muy, pero muy mal.