marocco col 24Por Antonio Marocco

Esta semana se puso en marcha una nueva cisterna en Tartagal. La obra representa la llegada del agua potable para más de 51 mil vecinos del norte salteño.

Cuando estuve ahí dije lo siguiente: es la prioridad de los ciudadanos incluida en el presupuesto, el cumplimiento de la palabra empeñada por quienes ocupan responsabilidades públicas y el fruto de la planificación y el trabajo sostenido frente a las circunstancias más adversas.

Gran parte del departamento San Martín este año por primera vez dejará de sufrir la falta de agua. Quizás para algunos parezca una cuestión menor. Pero pregúntenle a los salteños que desde hace décadas imploran por un servicio sanitario digno.

También esta semana se cumplió un nuevo aniversario del combate de Río Piedras, en el sur de nuestra provincia. La de Río Piedras fue una batalla emblemática de nuestra independencia que encabezó Manuel Belgrano tras el éxodo jujeño.

Es el ejemplo de aquellos prohombres y su sacrificio por la patria el que nos guía en momentos de confusión. ¿Acaso su lucha fue en vano? ¿Acaso la Nación Argentina es solo la suma de individuos que conviven dentro de una porción de territorio y que comparten determinadas costumbres? ¿O será que hay algo más?

Yo estoy convencido de que los argentinos amamos a nuestro país y estamos hermanados por lazos culturales e históricos que forjaron nuestra comunidad desde el norte hacia el sur. Nos une el idioma, las formas de decir y pensar, las cosas que hacemos y el deseo de felicidad colectiva, el sentir el sufrimiento ajeno como propio, la solidaridad y la justicia.

Estamos orgullosos de ser argentinos, con nuestras virtudes y defectos. Estamos orgullosos de ser salteños, de Río Piedras, Tartagal, San Antonio de los Cobres como mi papá, o de la ciudad de Salta como mis nietos.

Es importante resaltar estas cuestiones en estos tiempos. Reafirmar nuestra identidad y aquellos lazos que han hecho grande a nuestro país. La solidaridad, el humanismo y la visión federal.

Es el tiempo de las instituciones. Mientras la ebullición de la política vernácula pareciera suspender el normal funcionamiento del país es preciso aferrarse al sistema democrático.

Cuando Juan Bautista Alberdi y sus predecesores pensaron el futuro venturoso de la Argentina, lo hicieron sobre la base y la necesidad de acuerdos, consensos y contrapesos. Diseñaron con sapiencia un esquema constitucional que impide la concentración absoluta del poder, pues ya entonces se sabía que el autoritarismo no era compatible con el desarrollo. Mucho menos el mesianismo ni la soberbia, en un país tan grande, popular y heterogéneo.

Esas instituciones que ayer pensaron los hombres que hicieron la organización nacional, hoy se vuelven fundamentales y siguen siendo la reserva de la expresión social. Es ahí donde, en la más amplia diversidad política, se defienden los derechos de los jubilados, por ejemplo, o las obras de infraestructura o el financiamiento de la educación pública.

Es el tiempo del Congreso y la Justicia, de los hombres y mujeres que por mandato de la sociedad deben identificar y compatibilizar los intereses de la modernización y el desarrollo del Estado sin dejar a nadie afuera.

Es el tiempo del debate público, de las ideas puestas sobre la mesa. Aunque se presente difícil, es el tiempo de la mesura y el acuerdo, del trabajo silencioso pero efectivo, ese que genera respuestas frente a los que vienen perdiendo la paciencia pero no la esperanza.

 

Columna emitida por FM Aries el 5 de septiembre de 2024.