Por primera vez en la historia se impuso en elecciones democráticas un modelo político, social y económico que promueve abiertamente la reducción del Estado de bienestar, la eliminación de la obra pública, el ajuste sobre la clase media y trabajadora, las privatizaciones de las empresas nacionales estratégicas y la liberación del tipo de cambio y las tarifas.
Por Antonio Marocco
Se vienen tiempos complejos. Es el modelo que en su momento puso en marcha José Alfredo Martínez de Hoz entre 1976 y 1980, al servicio de la Junta Militar; el mismo que implementó luego en la década de 1990 el ex presidente Carlos Saúl Menem. “Si decía lo que iba a hacer no me votaba nadie”, se jactaba el caudillo riojano que intentó sin éxito volver a la Casa Rosada en 2003.
A diferencia de aquellas oportunidades, esta vez la gente eligió el modelo de economía neoliberal deliberadamente en las urnas, quizás sin memoria a mediano plazo, pero sí con plena conciencia: nadie puede decir que el presidente electo Javier Milei no avisó: lo dijo claramente en cuanta entrevista protagonizó y lo ratificó en su plataforma electoral.
Serán historiadores, sociólogos, politólogos, antropólogos y hasta psicólogos los encargados de explicar los motivos profundos que motivaron la decisión de millones de argentinos. Una decisión que debemos respetar todos y aceptar con hidalguía, porque solo con más democracia se corrigen los problemas de la democracia.
Hacia el interior del movimiento nacional y popular es tiempo de humildad, autocrítica y superación, de volver a empezar, de recuperar nuevamente la representación de los grupos sociales que no se sintieron interpelados, de construir una oposición firme pero racional, de promover nuevos liderazgos y defender, desde las instituciones en las que tengamos presencia, cada una de las conquistas históricas de los argentinos: la soberanía nacional, la producción y el empleo, la educación y la salud pública.
Fueron unas elecciones completamente transparentes que echaron por tierra las falsas alarmas de fraude. El sistema electoral argentino es sólido y la voluntad popular evidente.
La transición que ya se puso en marcha entre los funcionarios salientes y entrantes, incluyendo al propio presidente Alberto Fernández, es un buen síntoma de la consolidación institucional de nuestro país. Nadie es dueño de la administración del Estado, apenas inquilinos temporales a quienes la gente les otorga un poder limitado en el tiempo y en el alcance.
La experiencia de la gestión Milei empezará oficialmente el próximo 10 de diciembre. La legitimidad de las urnas será acompañada con la paciencia de los argentinos, lo que no implica un cheque en blanco. Las responsabilidades de los gobernantes no son infinitas ni ajenas a las críticas. La gente votó un cambio, pero no un cambio vacío, sino uno que le permita vivir mejor. Ese es el contrato electoral.
Se vienen nuevos tiempos en la Argentina y auguramos con total honestidad que al flamante gobierno le vaya bien, pues en su éxito -como bien dijo el gobernador Gustavo Sáenz- estará el éxito de los argentinos.
Columna emitida por FM Aries el 23 de noviembre de 2023.