El gran ayatolá Alí Sistani, máxima autoridad religiosa de la mayoría de los musulmanes chiitas, recibió al papa Francisco, jefe de 1.300 millones de católicos, en la ciudad santa chiita de Nayaf, un encuentro inédito.
Con esta visita privada, el soberano pontífice argentino tiende la mano al islam chiita, continuando un proceso inicado hace dos años, que quedó plasmado en un documento sobre “la fraternidad humana”.
Tras reunirse con el clero católico a su llegada el viernes a Bagdad, el papa tiende la mano al islam chiita visitando al dignatario de 90 años -que no suele aparecer en público- en su modesta vivienda de Nayaf, a 200 km al sur de Bagdad. Ni la prensa ni otros invitados asistieron al encuentro que fue a puertas cerradas.
En la continuidad del viaje, Francisco tiene previsto visitar la ciudad de Ur, en el sur, donde según la tradición nació el patriarca Abraham.