Darío Illanes
El jueves 9 de octubre, a las 7.30, Vicente Cordeyro dejó en el Colegio de Jesús, en la avenida Belgrano al 600, a su hija de 17 años. El reconocido investigador marchó luego hacía el norte de la ciudad de Salta, en donde vivía con su familia. Sin embargo, en lugar de llegar a su casa, continuó rumbo hacia San Lorenzo.
Supuestamente, la última imagen de Cordeyro (cámara de seguridad cerca de la parroquia San Lorenzo Mártir en la Villa) indica las 8.22. “El no iba ahí, en sus caminatas, siempre salía con su mujer”, contó la fuente reservada.
Otro dato significativo: siempre volvía a buscar a su hija, entre las 12.30 y 13. Aquel jueves no lo hizo. Por eso la denuncia de la familia.
De acuerdo a la información del Ministerio Público Fiscal (MPF), Vicente Cordeyro dejó a su hija adolescente en el colegio de Jesús, y, tras comprar una bebida alcohólica fue a San Lorenzo, prendió fuego al cerro Elefante, tiró mochila, celular, se desnudó y colgó.
O sea, contradiciendo sus 64 años, trayectorias profesionales, amores, el licenciado, según la información fiscal, habría sufrido un fatal brote psicótico. “Jamás lo hubiera hecho”, reveló el familiar.
Verdugos
La investigación forense considera que, mayoritariamente, quienes mueren ahorcados responden a decisiones propias. Es cierto que en general asi sucede. Sin embargo, víctimas de este agónico modo abundan sospechosamente en las cárceles. Y la emplean organizaciones criminales.
Ahorcamientos homicidas sucedieron con las “brujas de Salem”. también se reflejan con “Hannibal Lecter”, rememorando asesinatos similares en la edad media. O crímenes mafiosos como el del “banquero de Dios”, Roberto Calvi.
Teniendo el lazo rodeado el cuello, pendiendo de la rama de un árbol o apoyo firme, el verdugo tiraba de la soga hasta que la víctima apenas pudiese apoyar la punta de sus pies. El estirón final era hasta que el cuerpo pendiese, ahorcado.
Conocedor
Un hombre proveniente de la Policía conoce cuáles son los medios letales más efectivos. El ahorcamiento es uno de los más penosos. Si se trata de quitarse la vida, el disparo de un arma de fuego produce la muerte inmediata.
De acuerdo a los investigadores, Cordeyro estaba colgado, de un árbol en una ladera casi vertical, desnudo. Según se desprende de la información fiscal, el exjefe policial habría tirado ropa, mochila, celular, bebida alcohólica, prendido fuego al cerro Elefante y luego se mató.
Acciones demenciales, aparentemente contradictorias con sus 64 años de vida. Y una trayectoria profesional y humana impecable. Como policía, investigador, jefe, docente, esposo, padre, abuelo.
Sabían que él sabía
El MPF aclaró días atrás que Vicente Cordeyro no realizaba investigaciones para la Policía ni para fiscales. Formalmente, es cierto. Sin embargo, el licenciado investigaba. Atendiendo al narcotráfico en Salta y Argentina, y las billonarias operaciones de lavado de dinero.
El exjefe contaba con fluidos contactos entre investigadores de la Gendarmería, Policía Federal, Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA); funcionarios federales, agentes de Inteligencia. Dicho de otro modo: la lúcida cabeza de Cordeyro albergaba muchísima, sensible información. Conociendo las identidades de sospechosos empresarios y personas de los poderes del Estado.
Prudente, calmo, Vicente, periodísticamente hablaba hasta los límites legales. Pero los delincuentes y corruptos sabían que él sabía.
Autopsia psicológica
Al menos hasta el momento, los investigadores no hablaron de haber realizado una autopsia psicológica. Esta es una técnica forense que reconstruye el estado mental y psicosocial de una persona fallecida para comprender las circunstancias de su muerte. Se realiza a través de una investigación indirecta que analiza información de fuentes como familiares, amigos, documentos y redes sociales, buscando determinar si la muerte fue suicidio u homicidio.
“No tomaba alcohol”
La fuente familiar aseguró (Cordeyro) no tomaba alcohol”. Jugador de rugby, fútbol, nadador premiado, el exjefe policial tenía fuera de sus preferencias deportivas subir cerros en San Lorenzo. “Fuera de una dolencia en la rodilla, no sufría ninguna enfermedad terminal”, subrayó.
