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Así lo señaló Alejandro Williams Becker, subsecretario de Políticas Educativas, en una entrevista con Punto Uno donde explicó la creación del Programa Provincial de Prevención de la Violencia en las Escuelas.

El funcionario comentó que la iniciativa que busca dar respuestas más efectivas y estratégicas ante una problemática creciente en el sistema educativo: la conflictividad escolar. En una extensa entrevista, el funcionario explicó los fundamentos, objetivos y desafíos de este nuevo abordaje, que combina prevención, articulación institucional, y un trabajo más coordinado con las comunidades y las familias.

 “La violencia en las escuelas es una problemática que tenemos en toda la provincia, no hay un lugar determinado”, aseguró.

Y agregó: “Por eso, destacamos la necesidad de una respuesta oportuna, rápida, que esté en línea con lo que venimos estudiando desde principios de año, a partir también de un trabajo conjunto con Gobernación”.

En este sentido, explicó que se buscó que todos los programas socioeducativos de la provincia “pongan como prioridad su contribución a la convivencia escolar”. La idea, sostuvo, es consolidar un enfoque que supere las respuestas fragmentadas y permita actuar con mayor coordinación ante los distintos tipos de conflictividad que se presentan en las escuelas.

“Cuando emergía una situación conflictiva, se pensaba rápidamente qué programa se podía aplicar. Ahora buscamos una distribución de recursos más estratégica, en función del diagnóstico de cada comunidad educativa”.

Becker admitió que los recursos son limitados, pero detalló cómo se reorganizarán para ampliar la capacidad de respuesta: “en un contexto de restricción, en lugar de sumar más personal, lo que hicimos fue reorganizar los equipos existentes. Vamos a pasar de unos 153 profesionales a alrededor de 493 afectados directa o indirectamente a tareas de prevención”.

Estos equipos estarán compuestos por personal de programas como Escuelas Abiertas, Deporte Escolar, y otros dispositivos socioeducativos. La idea es que cada uno aporte su enfoque, práctica y metodología para generar respuestas más integrales y sostenidas en el tiempo.

“No se trata solo de resolver un conflicto puntual, sino de prevenir futuros episodios. Por eso, se sumarán miradas diversas y se adaptarán los equipos a la demanda específica de cada escuela”.

Uno de los puntos más destacados de la nueva política es la creación de un Observatorio de Convivencia Escolar, con el objetivo de reunir información sistematizada sobre los tipos de violencia y conflictos que se dan en el ámbito educativo.

“Hoy no tenemos datos sistematizados de conflictividad escolar. Hay una percepción general de que el fenómeno crece, pero necesitamos evidencia para diseñar políticas públicas proporcionales y efectivas”, afirmó Becker.

 

Observatorio

Este observatorio recopilará información de los episodios ya registrados por diferentes programas, y buscará establecer patrones, causas profundas, y factores de riesgo que permitan mejorar la asignación de recursos y las estrategias de intervención.

Becker fue enfático al señalar que el verdadero cambio de paradigma está en dejar de reaccionar ante el conflicto y pasar a un modelo de prevención sistémica:

“En políticas públicas solemos atacar los síntomas, no las causas. El desafío es abordar los factores que explican por qué el conflicto emerge”.

Y eso, afirmó, solo se puede lograr con trabajo territorial y articulado con la comunidad: “Tenemos que trabajar con los clubes, las fundaciones, los referentes barriales, incluso con comunidades indígenas. Porque hoy la violencia escolar no se explica solamente dentro de la escuela: tiene que ver con la cuadra, el barrio, la familia”.

Consultado sobre el rol de los padres en este escenario, Becker recordó que la corresponsabilidad es fundamental, y advirtió que muchas veces la falta de límites claros en el hogar dinamita los esfuerzos de la escuela:

“Si en casa desacredito las reglas de la escuela, o justifico conductas violentas, estoy legitimando el conflicto. Y después es muy difícil reconstruir esa convivencia”.}

En ese marco, se estudian modelos como las “escuelas para padres”, que buscan brindar herramientas y generar hábitos de crianza más saludables.

“La familia, cuando funciona bien, es el principal factor preventivo frente al bullying, grooming, adicciones. Pero cuando falla, puede convertirse en un factor de riesgo”.

Para Becker, no se trata de reemplazar el rol pedagógico de la escuela, sino de asumir que hoy educar implica formar integralmente a los estudiantes, no solo en contenidos sino también en habilidades sociales, valores y vínculos.

“La escuela es un lugar de contención, porque muchos chicos no tienen otro. La educación hoy es preparación para la vida en sociedad, y eso incluye muchísimo más que matemática o lengua”, aclaró.

En esa línea, se trabaja también en la capacitación docente para el manejo de conflictos, la mediación y el fortalecimiento de la autoridad pedagógica.

“No podemos asumir que los docentes ya están preparados para manejar toda la complejidad social que enfrentan en el aula. Hay que capacitarlos, y ese es otro de los ejes del programa”.