En el corazón de la Puna jujeña, la Estación Experimental Agropecuaria Abra Pampa del INTA sostiene un trabajo fundamental el desarrollo regional. Desde hace más de una década, el equipo liderado por la ingeniera agrónoma Fabiana Brizo lleva adelante un proceso de mejoramiento genético de quinua, con el objetivo de generar variedades adaptadas a las condiciones del altiplano y promover la producción local.
Brizo reivindicó el valor estratégico de este cultivo ancestral y alertó sobre la grave situación que atraviesa el organismo tras los recientes cambios administrativos. “La quinua es una planta clave, no solo por su aporte nutricional, sino también por las oportunidades comerciales que representa para los pequeños productores de la región”, destacó.
El proyecto que lidera la estación busca inscribir nuevas variedades de quinua que garanticen rendimiento, resistencia y adaptabilidad. A la par, se acompaña a las comunidades en los procesos de siembra, cosecha y comercialización. “Aunque no tengas un espacio grande, la quinua es muy importante para la nutrición familiar. Tiene un valor altísimo en proteínas y también es útil en la alimentación animal”, explicó Brizo, enfatizando el potencial del cultivo para la soberanía alimentaria.
Más allá del autoconsumo, la ingeniera señaló que la quinua tiene un nicho comercial creciente en ferias locales y mercados urbanos. No obstante, advirtió que para la exportación se requiere infraestructura más robusta, tecnología y superficies mayores. “La oportunidad está, pero necesita apoyo estatal sostenido”, afirmó.
El entusiasmo por el trabajo técnico convive hoy con la preocupación por la situación institucional del INTA, que en los últimos meses atravesó una fuerte crisis tras el decreto presidencial del 8 de julio que dispuso —aunque luego revirtió— su baja como ente autárquico. Si bien el organismo no fue finalmente disuelto, su funcionamiento quedó severamente afectado.
La directora también alertó sobre los efectos de los retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas, que están dejando sin personal a varias estaciones. “Nuestro equipo tiene que cubrir un territorio enorme, desde la Quebrada de Humahuaca hasta la Puna salteña. Con menos gente, eso es inviable”, señaló.
A pesar del panorama adverso, Brizo expresó una cuota de esperanza: “Seguimos existiendo como INTA. Reconocemos que hubo algunas mejoras en relación a hace dos meses, pero necesitamos tiempo para normalizar las cuestiones administrativas y recuperar la confianza política”.
Para cerrar, la ingeniera dejó un mensaje contundente: “Hay que rearmarnos, porque el INTA es vital para la producción y el desarrollo de nuestras comunidades”.