Franco Hessling Herrera
Aunque a la “duocracia” Milei le pese, sus maniobras para inhibir la publicación de audios de la Secretaria General de la Presidencia, señalada como cabeza de una red de coimas, sólo acerca a la gestión libertaria a los sofocamientos a la disidencia de regímenes autoritarios como el de Xi Jinping.
Hace pocas semanas, previo a un desfile militar que conmovió al mundo, el gobierno chino sufrió un traspié público por una original protesta contra sus métodos autoritarios para acallar la disidencia y restringir la libertad de expresión -entre algunas otras libertades-.
En un edificio frente a un hotel se empezaron a proyectar mensajes contra el régimen de Xi Jinping como “Sólo sin el Partido Comunista puede haber una nueva China” o “No más mentiras, queremos la verdad. No más esclavitud, queremos libertad”. Aproximadamente 50 minutos después, llegaron cinco policías a la habitación desde la que se reproducían esas proyecciones, donde sólo había elementos tecnológicos que incluían cámaras que grabaron el asalto de las fuerzas del orden de la administración china.
El manifestante, Qi Hong, les había dejado un mensaje a los policías que sabía que vendrían con apuro por incriminarlo: “Aunque hoy seas un beneficiario del sistema, un día inevitablemente te convertirás en una víctima en esta tierra. Así que, por favor, trata a la gente con amabilidad”. Incluso el momento en que los oficiales se encontraron con el escrito de puño y letra se transmitió luego a través de X. El organizador de la protesta hizo todo de modo remoto, porque él y su familia ya habían salido de China 9 días antes de iniciar la proyección, pautada para cuando los ojos del mundo se posasen en el desfile militar donde el régimen intimidaría con su inconmensurable dotación armamentística. Y nadie puede acusar a Hong de sinofobia o imperialismo: creció en China en una familia de origen popular y durante su adultez trabajó arduamente para sostener a su familia.
Lo ocurrido en el país oriental, en cambio, demostró mucha creatividad por parte Hong, sin duda, pero además hizo ostensible lo asfixiante que puede volverse la censura, los cercenamientos a la libertad de expresión y la arbitrariedad de los regímenes autoritarios. Sean estos de la ideología que sean.
Lo traigamos a la contingencia argentina, pero eludamos el análisis político de corte electoral, que tanto viene colmando la agenda. Nos quedemos con el aspecto institucional de la política, en particular con la administración de gobierno a partir de los principios democráticos de diversidad, alternancia y libertad de circulación de diferentes pareceres. Además, de la necesidad de que los pueblos -soberanos por excelencia en las formas democráticas- se encuentren colmatados de información veraz para ejercer de modo sesudo sus participaciones dentro de las instituciones democráticas, sea votando, sea integrando organismos de decisión, control y fiscalización o sea de cualquier otra forma para organizarse colectivamente dentro de la comunidad nacional.
Seguidamente a la divulgación de los audios de Diego Spagnuolo, por entonces titular de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDis), vino su eyección. Nadie desmintió sus dichos, donde apuntaba -sin saberlo- a una red de coimas que encabezaba la mismísima secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, quien también es la hermana -vaya forma de combatir el sistema de castas- del presidente Javier Gerardo Milei. Spagnuolo, por si faltaban dudas, aseguraba que le había advertido al propio presidente sobre ese esquema delictivo que beneficiaba, por ejemplo, a la droguería Suizo Argentina de la familia Kovandilker. No es menor reafirmar que nadie, ni del gobierno, ni allegados, ni el propio Spagnuolo negaron la legitimidad de los audios.
En cuanto al contenido de los dichos de Spagnuolo -el 3% de coimas que habría cobrado Karina Milei-, la Justicia ya se encuentra investigando, aunque con resultados insólitos: el ex funcionario de ANDis borró mensajes de su celular desde que se conocieron sus audios hasta que fue detenido y esos textos no pudieron ser recuperados por los peritos judiciales. ¿Hay cierta abulia de la Justicia para ir a fondo en eso? No es asunto de este texto indagar en ello. Observemos lo que ocurrió después de la filtración del libertario Spagnuolo: se conoció un breve audio de Karina Milei, que no decía mucho, pero que sirvió para que los periodistas que venían haciendo las filtraciones adviertan que tenían 50 minutos de grabación de la Secretaria General de la Presidencia y que irían dándolos a conocer paulatinamente.
Frente a ello, el gobierno hizo presentaciones judiciales aduciendo que la seguridad y el orden nacional estaban en peligro ante lo que la Justicia cedió y ordenó, cautelar mediante, la prohibición de que se difundieran más audios que involucrasen a la funcionaria y hermana del presidente -la casta Milei-. Además, se intimidó a los periodistas involucrados instándolos a comparecer y solicitando, algo que finalmente frenó el fiscal interviniente, allanamientos a sus lugares de trabajo y domicilios particulares. El acto se lee, evidentemente, como un pésimo antecedente jurídico en lo que a democracia respecta, donde la libertad de expresión y el derecho a la información de los pueblos deberían estar por encima de la estabilidad política de un gobierno de turno. Se trata, notablemente, de un caso de censura previa.
¿Alguien se imagina a CFK aduciendo que la seguridad nacional peligraba cuando se filtraron sus audios con Oscar Parrilli? ¿A la justicia impidiendo que se conozcan más audios entre CFK y Parrilli? CFK, de hecho, está condenada por sobreprecios y coimas en Vialidad Nacional sin que haya ninguna prueba explícita que la involucre. La Corte Suprema de Justicia de la Nación ratificó su condena donde se aduce que semejante esquema de coimas no puede haberse dado sin que ella lo hubiese desconocido. En el caso de los Milei, el propio ex funcionario de ANDis dice haberle avisado al presidente sobre los 3% que cobraba su hermana, sin embargo, la Justicia no va al hueso del asunto y, al contrario, se ocupa de privar a la población de conocer todas las grabaciones que fueron tomadas a la presunta coimera, Karina Milei. Tanto afán por tapar huele acre, parece una confesión de que la corrupción brota como pus desde el corazón mismo de LLA.