Movimientos telúricos y movimientos financieros. Ambos, cuando se hacen fuertes, cuando se prolongan en el tiempo, son terriblemente destructivos, cada uno a su manera.
Por Pablo Borla
Para los primeros, los salteños contamos con la asistencia del Señor y de la Virgen del Milagro, que devotamente invocamos en cada 15 de septiembre. Para los otros, son vanos los rezos, y no hay novenario que valga.
El arribo de Sergio Massa como el protagonista del milagro argentino, es la última esperanza antes del “Sálvese quien pueda”. Es el timonazo oportuno del Titanic antes del iceberg y la mayoría de los argentinos, espectadores en esta película, observamos fascinados el desarrollo de una trama, que nos tiene al borde de las profundidades heladas, en un barco que hace agua por todos lados, que tiene pocos botes salvavidas y que ya sabemos para quienes son: para los de siempre, los que quizás no los necesiten porque tienen una capacidad flotante de corcho que envidiarían los mejores chalecos.
Este barco hermoso, lleno de lugares fantásticos y con ciudadanos de primera, segunda y tercera clase llamado Argentina, viene perforado bajo su línea de flotación y su capitán puso contramaestres que sacaron el agua con baldes: con mucha voluntad, pero poca eficacia.
Fueron demasiados los frentes que atender y muchos los empecinados en echar agua adentro, cuando no en agrandar agujeros: la propia interna oficialista; una oposición, a la que solamente le interesa acceder nuevamente al poder a cualquier costo y empresarios que se sienten víctimas perseguidas injustamente. Por supuesto, siempre encuentran variadas justificaciones para sacar sus ganancias del país, para acumular materias primas, para esconder productos esenciales especulando con la suba de los precios, cuando no comprando dólares con sus poderosos excedentes, provocando una suba que se traslada a los precios, que suma inestabilidad artificial y a los que no le viene bien nada que ponga algún tipo de límite a sus acciones.
El marcado descenso del valor del dólar paralelo exhibe con impune desnudez como operan los aparatos especulativos, que someten a un país a la incertidumbre y la escasez sin ningún reparo ni castigo.
Todo eso, sumado a importantes medios de comunicación que hacen de la alarma, la exageración y a veces de la mentira, su estilo, en búsqueda de un Gobierno que sea más accesible a su voracidad; creando climas negativos y recalcando solamente lo malo que sucede.
Massa arriba como un piloto de tormentas, como la última coca del desierto, avalado por su estrategia mediadora, su astucia y sus excelentes relaciones internacionales.
Es difícil negar su capacidad de supervivencia, y arriba casi por aclamación, con un consenso que nadie más posee en el Frente oficialista.
Los argentinos siempre buscamos salvadores con soluciones mágicas, pero hay que ser realistas y saber que vendrán medidas dolorosas. El tema es sobre la espalda de quiénes se soportarán.
Tiene un plan para el país y uno para sí mismo. Nunca ocultó sus aspiraciones presidenciales y no está mal que las tenga.
Deberá ser prudente y manejar bien el timming político.
Tendrá un lujo que no tuvo Guzmán y mucho menos Batakis: un cierto tiempo de aval y de tolerancia, pero no demasiado. No serán 100 días, como suelen tener los recién llegados. El hambre es urgente, las presiones, abundantes y los intereses en pugna, variados y egoístas. Que no espere demasiado de los que tienen su corazón en sus cuentas bancarias y solo en ellas.
Es amigo de Gustavo Sáenz. Lo llevó como su vicepresidente y en medio de tanto tole tole, confiamos en que sea una buena noticia para los salteños, sobre todo en cuanto a la realización de las obras ya comprometidas y tan esperadas.
Su arribo cambia también el panorama político local y fortalece al gobernador en una potencial reelección.
No obstante, las provincias -que vienen con un crecimiento sostenido de su actividad económica- no serán ajenas a los ajustes que seguramente se plantearán como necesarios.
Por lo que se fue viendo- por lo menos al cierre de esta columna- las medidas en estudio se centrarán en generar incentivos para que los sectores exportadores liquiden divisas y se puedan acumular reservas.
Un informe de la Fundación Capital, que integra el economista Martín Redrado, afirma que se espera “Una reducción del gasto público en términos reales (…) donde seguramente la retracción vendrá por el lado de transferencias a las provincias...” entre otros aspectos.
Esperemos que para el 15 de septiembre los temblores más fuertes ya hayan pasado y solo debamos encomendarnos a rezar a nuestros Santos Patronos por los telúricos, sabedores de que ellos nunca nos fallaron, en más de 300 años.