Hace unos días trascendió la denuncia de que un docente salteño, de General Mosconi, turista en Bolivia, falleció tras chocar con su moto contra un camión, en una ruta entre Cochabamba y Santa Cruz.
Por Pablo Borla
Este hecho doloroso no sería sino una víctima más en el conteo trágico de fallecidos en accidentes en las rutas, si no fuera porque posiblemente se podría haber evitado su muerte si hubiera sido atendido a tiempo por los médicos del país vecino.
Los acompañantes de nuestro comprovinciano manifestaron que los médicos que lo atendieron en primera instancia no quisieron llamar a una ambulancia para ser trasladado a un centro de mayor complejidad, sin que previamente se pagaran los gastos correspondientes, pues no aceptaban que lo hicieran en pesos argentinos.
Familiares del docente norteño van a iniciar acciones legales contra el personal de salud implicado, por abandono de persona.
El Gobierno de Salta, por su parte, repudió fuertemente el hecho y solicitó a Cancillería que presente un reclamo al Estado Plurinacional de Bolivia.
Más allá de lo inadmisible de obstaculizar la atención de un ser humano cuya vida corre peligro, hay una serie de sucesos que demuestran que, en algunos aspectos, la hermandad entre argentinos y bolivianos -muy renombrada en los discursos de ocasión- no siempre se cumple acabadamente, tanto de un lado de la frontera como del otro.
De esto existen antecedentes que han ido marcando una relación conflictiva que, es necesario decirlo, alentó los conatos de xenofobia que surgen en ambos países.
En marzo de 2018, trascendió que otro salteño que sufrió un accidente cerebro vascular en Bolivia en 2015, no quiso ser atendido por no ser boliviano. Abreviaré las dificultades que tuvo que afrontar su familia para decir que, luego de firmar un pagaré, fue internado con un costo muy alto. Finalmente fue trasladado a Salta, en donde pudo recuperarse.
Durante la presidencia de Macri, se anunció que si Bolivia no tenía reciprocidad con los ciudadanos argentinos de paso en ese país, se empezaría a cobrar la atención de los bolivianos en los hospitales. Evo Morales dijo, en tono pacificador, durante un acto en Tarija: "Tiene toda la razón el hermano argentino de plantearnos que los argentinos que viven en Bolivia tengan el mismo tratamiento” y prometió que así se haría.
Morales volvió a pedir disculpas esta semana, en nombre de su Pueblo, por la desatención del docente salteño, pero, evidentemente, del dicho al hecho hay un largo trecho.
Hablando de moral y de morales, quien ya había denunciado públicamente la situación en 2018 fue el gobernador jujeño, Gerardo Morales, quien dijo que ”En Jujuy entre el 7% y el 10% de las prestaciones son a no residentes que cruzan la frontera para tratarse. El tema es cómo asegurar a todos los argentinos una prestación de calidad, solo estamos pidiendo a Bolivia reciprocidad”.
Finalmente, en julio de 2019, las autoridades argentinas y bolivianas firmaron un acuerdo a través del cual acordaron profundizar la cooperación en materia de asistencia médica, sistemas de vigilancia epidemiológica y acciones de salud en zonas de fronteras. Es decir, se comprometieron a analizar la situación para mejorarla, pero no acordaron medidas puntuales.
Con el cambio del signo político en Argentina en 2019, las relaciones parecieron encauzarse. El gobierno argentino inclusive le donó a Bolivia un millón de vacunas de AstraZeneca contra el COVID-19, en lo que fuera la mayor donación de dosis entre países de Sudamérica desde el inicio de la pandemia. Ello a pesar de que la situación económica del país vecino presenta mejores parámetros que la de la Argentina, como por ejemplo una inflación anual de un dígito.
Este año han resurgido denuncias en otras temáticas, como el precio diferenciado de combustible en Bolivia para los vehículos con patente argentina, un problema que allá por 2016 ya existía, a tal punto que directamente algunas estaciones de servicio ni siquiera les cargaban combustible. El entonces intendente de Tartagal, Sergio Leavy, reclamó la situación y denunció que no sólo no dejaban cargar combustible a los autos argentinos "sino que en algunos casos se les cobra el doble" por litro. Para solucionarse, se debió firmar un convenio específico entre ambos países.
Demasiada necesidad de convenios y tratados entre países hermanos que comparten fronteras.
Y lo cierto es que con muchos convenios se aplica la frase "Se acata, pero no se cumple", que era lo que a veces le contestaban al rey de España los gobernantes de las colonias en América, cuando aquel les ordenaba acciones que, en la práctica, no se realizaban.
Según una encuesta realizada por la Universidad Argentina de la Empresa, el 70% de los argentinos está a favor de que los inmigrantes puedan acceder de forma gratuita a la salud y educación públicas.
No se trata de estimular la xenofobia, sino de procurar la equidad.
La hospitalidad con que los argentinos solemos recibir a quienes nos visitan, tiene que seguir siendo una característica que nos defina y debemos estimularla para su efectivo cumplimiento, porque no siempre tratamos a los inmigrantes con la dignidad que merecen por su simple condición humana.
Pero también debemos ser firmes a la hora de exigir reciprocidad en ella, para que la hermandad salga del efímero momento de los discursos, para tallarse en piedra, en particular con los países latinoamericanos, con quienes nos une no solo una historia en común sino también un destino.