Por Natalia Aguiar
El Gobierno sufrió una terrible derrota en todo el país, pero sobre todo en provincia de Buenos Aires, territorio propio de Cristina Fernández y Máximo Kirchner, porque Capital Federal siempre fue opositora. La sorpresa fue el territorio bonaerense que efectivamente le dio una “cachetada”, como dijo la candidata de Alberto, Victoria Tolosa Paz.
El Gobierno sufrió derrotas inesperadas en seis de las ocho provincias que renuevan senadores nacionales. Ganó los comicios a senadores solamente en Catamarca y Tucumán, y las perdió en Córdoba, Santa Fe, Mendoza, La Pampa, Corrientes y Chubut. Un golpe de la ciudadanía a la soberbia del oficialismo. Cristina Kirchner está en serios problemas, ya que podría perder el quórum propio y la mayoría propia en el Senado.
La gente puso un stop al abuso del poder, al totalitarismo encubierto y no tanto, la gente puso un parate al avance sobre su futuro, sus intereses, el de sus hijos y nietos. La gente puso límites. En la Cámara Baja, Diputados, si bien nunca tuvo mayoría propia, estos resultados ampliarán las diferencias entre oficialismo y oposición y de repente, funciona el sistema democrático de control de poderes.
Fue en Diputados donde se frenaron intentos de avances descolocados como la reforma judicial, la reforma del Ministerio Público, y demás…. Para la Argentina, los resultados del domingo fueron buenos, ya que ni Cristina ni Alberto podrán llevar adelante la gestión de Gobierno sin acordar con la oposición. Ganó la gente, ganó la democracia.
Espejo de la Argentina
Los números que arrojaron los comicios del domingo fue una clara imagen de lo que siente la sociedad, el ciudadano de a pie, que no resiste más soberbias, atropellos, falta de vacunas contra el covid, desaciertos de la gestión, la falta de una moneda estable que identifique a la Argentina en el mundo, la incertidumbre que no deja dormir al argentino laburante, emprendedor, al que debe pagar sueldos, al que no deja de pagar cada vez, más y más impuestos, mientras cuatro días antes de las elecciones se le condona una millonaria deuda contra la Afip a Cristóbal López, ex cliente del estudio jurídico de Alberto Fernández y hoy bajo el patrocinio el abogado de la vicepresidenta, Gregorio Dalbón.
El Gobierno recibió “una cahetada”, como expresó Tolosa Paz, en una especie de dolorido sincericidio, quien además llamó a los gobernadores y al presidente “a tomar el toro por las astas”. Mientras durante la negra noche del domingo, Alberto Fernández analizó: “Algo no habremos hecho bien para que la gente no nos acompañe”, expresó desde el búnker del Frente de Todos en Chacarita.
El Gobierno está viviendo en carne propia lo que vivieron los argentinos durante la pandemia. La gestión de la pandemia no fue buena, la administración de vacunas y la consecución de las mismas, dejó y deja mucho que desear. Los vacunatorios Vip, las fiestas en Olivos, el desenfreno desde el poder, enojó a la gente quien emitió un voto castigo o aleccionador. Lo que se avizoraba como una derrota, finalmente se plasmó en los resultados.
A partir de ahora el kirchnerismo, como Alberto Fernández, deberán reorganizarse para llegar a las elecciones de noviembre, e incluso ante una derrota como ésta, lograr llegar al fin del mandato estabilizando la economía e intentando virar el barco con otro destino, ojalá que mucho más feliz.
Lo más temido es que ante estos resultados las diferencias en el Gobierno, se agrieten más y más, y no prime la sensatez. Dependerá de los calmos e inteligentes dar vuelta este pronóstico y los resultados con miras a sólo dos meses.
Cristina versus Cristina
La jefa del peronismo, Cristina Kirchner, deberá analizar los pasos a seguir. Si incitar una reforma en el Gabinete o mantener una sensación de unidad hasta los próximos comicios en dos meses. La pregunta que se hacen los intelectuales kirchneristas es qué hará Cristina Kirchner después de haber perdido la cuarta elección consecutiva de mitad de mandato. Es que ya fue derrotada en 2009, en 2013, en 2017, y probablemente lo será ahora en las generales de noviembre. Sólo Néstor Kirchner ganó una elección de mitad de mandato en 2005. Aunque sabemos que en Argentina todo puede pasar, también se analiza que el oficialismo gane las presidenciales, pero no las legislativas. El mundo al revés.
No hubo victorias para el kirchnerismo, perdió incluso en tierra propia, Santa Cruz, y sólo ganó en el norte empobrecido de Argentina, es decir en Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja y Formosa, donde reina el clientelismo político, el pancho y una coca, o una zapatilla y después la otra.
Ningún gobierno hubiera ganado las elecciones con el clima social que atraviesa a la Argentina toda. La desazón, la inseguridad, la incertidumbre, la falta de propuestas serias, la falta de posibilidades para los jóvenes y los no tanto, la ausencia de futuro y el exceso de autoritarismo, no son buenos consejeros para una sociedad hastiada.
Oposición y oficialismo al banquillo
Horacio Rodríguez Larreta es sin dudas el nuevo líder de la oposición con los resultados triunfantes de Diego Santilli y Facundo Manes en Provincia de Buenos Aires, y de María Eugenia Vidal en la capital. De hecho, fue Rodríguez Larreta, quien le pidió a Mauricio Macri que se metiera en la campaña para limitar el avance de asistemáticos o libertarios como Javier Milei y José Luis Espert, que hicieron muy buena elección.
Esta vez Macri no bailó, pero dio una nota a Jorge Lanata en la que gritó: “Somos Libres, Somos Libres”. Aunque no debería olvidarse, que gracias a su pésima gestión como presidente Cristina Kirchner volvió al poder con mayores fuerzas que antes.
Aunque pareciera que Macri no entorpecerá a los candidatos en 2023, estará presente en la campaña que enfrentará a un nuevo kirchnerismo quizás más debilitado o renaciente de las cenizas, como el ave Fénix. Nadie debería cantar victoria, porque la palabra final la tiene el pueblo.
La derrota que sufrió el justicialismo el domingo fue extraordinaria y los atraviesa a todos juntos por igual. Momento de reflexión para enfrentar los próximos comicios y mirar con autocrítica la gestión de gobierno, que no fue revalidada por la sociedad.
Los resultados del domingo generaron dos situaciones: por un lado, el Gobierno que deberá hacer el mea culpa correspondiente, y analizar relanzar la gestión porque evidentemente la gente ya no los acompaña como antes. Por otro lado, se gestan grandes responsabilidades para la oposición. Mientras el oficialismo seguramente hará uso de mayores recursos para dar vuelta esta elección en noviembre, la oposición deberá mostrarse más seria, sin grietas, más inflexible, intolerante ante las actitudes soberbias y abusivas del poder de mando.
La gente puso a prueba al oficialismo y a la oposición, ahora deberán trabajar cada uno en lo que les corresponda porque el voto fue lapidario para ambos. La gente exige respuestas certeras.