La casta no le iba a dejar pasar tan fácilmente la ley ómnibus en el Congreso al presidente de la Nación que intentó avasallar todas las leyes que él mismo dijo respetar.
Por Natalia Aguiar
Apenas asumió y en sus primeros discursos, Javier Milei dijo: “Dentro de la Ley todo, fuera de la ley nada” y ahora él mismo se dedica a pasar por arriba su propio slogan, su propósito.
La primera idea del presidente, quizás sumido en la vorágine de haber ganado y la intención de activar la burocracia estatal, institucional, puso en marcha este super decreto que hasta le otorga facultades extraordinarias. Se valida el impulso de cambio, de acción, pero no el de irrumpir vulnerando normas, derechos, garantías. El proceso quizás deba ser progresivo, paso a paso. La ciudadanía ya no soporta atropellos de ningún tipo.
La propia casta a la que tanto criticó y a la que luego debió acudir para conformar su gabinete, le puso límites.
Claro, que resiste y ahora que la Justicia también le marcó la cancha, el Procurador del Tesoro, Rodolfo Barra, jefe de los abogados del Estado, presentó un amparo contra la decisión del juez Enrique Lavie Picó que activó diferentes cuestionamientos contra el DNU.
En los estrados
Así pues, ya empezó lo que se llama control de poderes en la jerga judicial, más conocido como “el juego perverso entre política y justicia” en el ámbito del llano político. El fuero contencioso administrativo aceptó darle trámite al recurso de apelación presentado el lunes pasado por el Poder Ejecutivo contra el fallo del Lavié Pico que la semana pasada complicó la estrategia judicial del Gobierno cuando habilitó la feria judicial, y desconcentró distintas demandas contra el DNU 70/2023 que se tramitaban como una sola y avanzó con varios casos que buscan anular todo decreto. Como Lavié Pico concedió el recurso de la apelación, el caso pasó a la Cámara de Apelaciones, que fallará sobre el futuro de las causas.
¿Cuál es el del Gobierno? Que la sala de feria de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal deje sin efecto la decisión de Lavié Pico y llegue a la Corte donde parece, también tienen “consensuado” los resultados.
Este miso juez rechazó la semana pasada un pedido del Poder Ejecutivo para que el fuero contencioso administrativo le sacara a la Justicia del Trabajo la causa promovida por la CGT que suspendió el capítulo del DNU dedicado a la reforma laboral. Como Lavié Pico dejó sin efecto el “proceso colectivo” que atraía las causas, rechazó ese planteo del Gobierno.
El plan del Procurador del Tesoro era que el fuero contencioso se quedara con la causa promovida por la CGT y revocara la cautelar.
En el Congreso
“Si quieren sacar la ley, van a tener que negociar”, es lo que argumentan representantes de la oposición. Un claro y sencillo precepto y sin ironías por parte de los diputados, ya que debe primar la discusión, el debate y la lógica. No puede el Poder Ejecutivo pasar por encima a los otros dos poderes del Estado, porque entonces, toda la discursiva de Milei cae en segundos. Sería la barbarie. La idea de todos los frentes, por más cercanía que tengan con el gobierno o no, es negociar, dialogar, consensuar. Es que es el eje de la democracia. Ejes de la política. Analizar las diferencias y buscar la mejor salida. Pareciera que la casta le está enseñando a Milei que hay límites y normas que respetar. Le guste o no le guste.
Sin embargo, parece que Javier Milei es tan testarudo, que durante las últimas dos semanas junto a sus principales asesores y funcionarios se aferraron a un argumento para poder darle sostén a las reformas que impulsan: el voto de la gente. En el nombre de esos millones de votos que los llevaron a la Casa Rosada presionaron a los diputados para que le den media sanción a la Ley Ómnibus. “Escuchamos sugerencias, pero el contenido no se negocia”, dijo el vocero presidencial, Manuel Adorni. “Sean cuidadosos y hagan su parte”, les aclaró días después. Pero la gente no votó autoritarismos y más destratos de los que venía soportando.
En la Cámara de Diputados cayeron mal todos los mensajes del Gobierno y se preparan para enfrentar la ofensiva. Ya mostraron las garras. Y está bien que así sea, porque sino se le conceden al Ejecutivo facultades extraordinarias de las que carece, según la letra constitucional. Herido el discurso oficial, pasaron del “no negociamos nada” al “aceptamos sugerencias”. El Gobierno parece haber recapacitado y analizó que la revolución de campaña no es suficiente para el ruedo de la política.
Milei redobla la apuesta y dijo casi como amenaza: “los daños que pueda sufrir la población están del lado del Congreso”. El presidente alertó que la “alta inflación se extenderá” y puso un plazo para terminar con los subsidios; hizo un balance sobre su primer mes de gobierno y aseguró estar “satisfecho con los logros alcanzados”.
En los bolsillos
A todo este contexto y pese a los augurios de Milei, se suma la situación económica y la suba inflacionaria sin precedentes. El mercado es consciente de que la inflación continúe a niveles elevados en enero e incluso que 2024 supere la medición interanual de 2023, que se ubicó en 211,4%, según el último informe del INDEC. Habrá un gran impacto en los primeros meses del año cuando el gobierno actualice ciertos valores de la economía que están atrasados, como las tarifas de luz, gas y transporte. La angustia ya se siente en el día a día de los argentinos, mientras los salarios siguen igual que antes.
El último Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM), que elabora mensualmente el Banco Central, y los economistas intervinientes, analizan una inflación acumulada de 213%. Los números más altos se registrarían durante los próximos meses. De hecho, en enero, el costo de vida de los argentinos se encarecería un 25,3%, tal como ocurrió en diciembre; para febrero, la medición recortaría a 18,2%; en marzo, un mes “caliente” por el inicio de clases, el índice se ubicaría en 14,9%; para abril, caería a 12,4%; en mayo marcaría un 10,9% y en junio, 9,8%. Para tener en cuenta como parámetro, para diciembre de 2023 los economistas habían pronosticado una inflación del 28%, cuando la medición oficial fue de 25,5%.
Con este panorama tan variado que tienen los argentinos, la situación es seria y el presidente Javier Milei no puede llevarse puesta la Constitución. Sería como desconocer los derechos, garantías y obligaciones de los ciudadanos, quienes en su mayoría lo eligieron para que lleve la administración del país de la mejor manera.
Así que preso de sus propias palabras debería dar el ejemplo. Dentro de la ley, todo, fuera de la ley, nada, señor presidente.