Gobierno de Salta
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Desorientación, desigualdades y una dura realidad. La Argentina está desconectada en pleno año electoral ya que cada jurisdicción parece jugar su propio juego sin importar el resto del país.

Por Natalia Aguiar

Los argentinos se jactan de tener un país de grandes dimensiones, pero también es cierto que a ese país hay que administrarlo y llevar adelante las políticas públicas, que en la mayoría de los casos son improvisadas en el momento porque no existen.

Río Negro y Neuquén abrieron ayer el año electoral, con muchas expectativas en el sondeo de la voluntad popular. El voto traducirá el malestar de la gente.

Y el 14 de mayo será en Salta. Las provincias se disociaron de las elecciones nacionales, quizás para no perder el protagonismo necesario de los candidatos locales de cada ciudad y región. Los costos son altos, para las arcas del tesoro y para los ciudadanos.

Entre internas de unos y otros, enfrentamientos en los espacios, la lucha de poder frente a las PASO, los armados de listas, y demás, hay miles y miles de argentinos sin acceso a agua potable, sin acceso a una vivienda digna, y sin acceso a baños como lo detalla Enrique Lazarte, candidato a intendente de Tafí Viejo en Tucumán. En un spot llama a la dirigencia a trabajar por la dignidad de la gente. “Los 1000 baños van a estar hechos sin importar la bandera política de cada ciudadano”, explica Lazarte y además usa un término muy grosero pero real. La gente en Argentina está perdiendo la dignidad día a día.

 La mayoría tiene baños, pero hay un gran número de personas que no lo tienen. Una mínima necesidad básica para todo ser humano que no debemos dejar de lado. Hay argentinos en estado de necesidad absoluta, sin alimentación, sin baños, sin techo. Una Argentina disgregada, distinta según donde se mire, porque las desigualdades aumentan día a día.

No es lo mismo Capital Federal y sus necesidades, que Tafí Viejo en Tucumán, o un barrio de la periferia de San Luis o Mendoza, o Salta. Cada lugar tiene sus necesidades y sus desigualdades. El próximo gobierno tendrá mucho trabajo que realizar. Siendo un país con riquezas naturales e intelectuales, Argentina está en retroceso día a día, más y más.

Tal es la realidad que no se puede ocultar el sol con un dedo. El mismo Gobierno oficialista acaba de reconocer que no pudieron manejar la inflación y que llegó al 7,7%. La situación no es cómoda, todo lo contrario.

El jefe de Gabinete de Alberto Fernández, Agustín Rossi, lamentó la cifra del 7,7% correspondiente a marzo registrada por el INDEC. Lo único positivo es que este gobierno no intenta transgredir los datos del INDEC, arma en mano, como lo hacía el ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Para un guionista de novela o serie de Netflix, serían escenas fascinantes, pero para los ciudadanos es el ocaso.

“Pensamos que lo íbamos logrando, pero no fue así”, reconoció Rossi. De esa manera lamentó el alza en el indicador en declaraciones a Radio 10 de Buenos Aires. Agregó además que “Claramente no es lo que nosotros esperamos ni va en el sentido del esfuerzo que venimos sosteniendo para tratar de encontrar un sendero descendiente de la inflación. Esto es así, nadie puede estar contento -menos nosotros- con este indicador de inflación. Después, hay una cantidad de explicaciones técnicas. Tenemos una inflación que viene viajando a un ritmo alto y cuando a ese viaje se les suman cuestiones estacionales, claramente termina generando un número de estas características, que lo único que hace es interpelarnos”.

Tras ello, expresó la voluntad del Gobierno de “redoblar los esfuerzos” para ir en busca de un sendero descendente. “Pensábamos que en el último trimestre del año pasado lo íbamos logrando. No fue así en el primero y en el segundo mes del año, ni tampoco en el tercero”, reconoció y agregó: “Claramente, nosotros tenemos una valoración de lo que sucedió en enero. La primera quincena los precios se venían moviendo más o menos al mismo nivel que en noviembre y diciembre, y en la segunda quincena empieza una aceleración a partir de lo que el mercado toma nota del efecto negativo que iba a tener la sequía sobre las reservas y empieza el intento de corrida devaluacionista, que es lo que viene acompañando al ministro Sergio Massa desde que se hizo cargo de la economía”. Pese a los tecnicismos, Rossi agregó: “Después, el dolor que genera al conjunto de la sociedad, sobre todo en los sectores populares, lo entendemos y da muchísima bronca que suceda en nuestro gobierno”.

Si bien faltan diez meses para que otra gestión asuma el mando, los analistas ya advierten que en las primeras semanas habrá que brindar un claro mensaje ante las urgencias económicas. Es que la gente siente el ahogo, la desesperanza, la desorientación, la incertidumbre. Ante un escenario en el que el Gobierno resiste a una devaluación descontrolada del tipo de cambio oficial, el legado para el próximo Ejecutivo implicará igualmente atacar el déficit fiscal, en un contexto de 40% de la población en la pobreza, inflación en un piso de 120% interanual y un Banco Central (BCRA) sin reservas. Así pues, el próximo Gobierno deberá enfrentar una se las peores crisis financieras con cinco fretes muy duros: Inflación, pobreza, dólar, déficit y BCRA debilitado. Quien asuma el mando a partir del próximo período de mandato tendrá grandes desafíos, muchas responsabilidades y escaso margen de acción.

 

Preocupación en el Gobierno

El temor se centra en que el Frente de Todos se ubique como tercera fuerza política tras las PASO por el avance de Javier Milei.

Si bien las encuestas que analiza el Gobierno muestran un empate contra Juntos por el Cambio, escenario alentador, y ubican a Patricia Bullrich a la cabeza y al jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, en segundo lugar en la interna de Juntos por el Cambio.

El tema más preocupante es el ascenso de Javier Milei, el único candidato de su fuerza, que si bien no quedaría primero, podría desplazar al oficialismo a ser la tercera fuerza nacional. Un verdadero papelón internacional. Es más, tal es la realidad que analizan, que ya asumen que muchos votos de Milei migraron desde el Frente de Todos, ante la desilusión que representa el espacio para la clase popular y trabajadora. Un ejemplo de hartazgo fue el ataque a Sergio Berni, tras la muerte del colectivero en manos de un chico drogado en La Matanza. Los compañeros del trabajador atacaron a Berni porque están sumidos en la incertidumbre. Nunca debería apelarse a la violencia, pero este hecho en particular es un indicio de que el oficialismo perdió credibilidad, incluso, en su propio terruño.

La cuestión es que no hay garantías, ni con oficialistas ni opositores, porque el desafío en economía será mayúsculo. La situación financiera es indomable, y la realidad de los argentinos atraviesa la vulnerabilidad. ¡Una Brújula por favor!