Gobierno de Salta
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02 08 aguiar

A Alberto Fernández no le tocó bailar con la más fácil ya que desde que asumió fueron golpes tras golpes, la pandemia, la fiesta en Olivos, los desaciertos en economía y finanzas, la pobreza que no cesa y la inflación que azota a la Argentina de manera desmedida. Sin contar uno de sus mayores obstáculos, la mismísima Cristina Kirchner.

Por Natalia Aguiar

Sin embargo, apuesta a ser reelecto, enfrentar a su vice y jefa política, e intentar valerse por sí mismo, cuestión que hasta ahora no logró.

Alberto Fernández es un presidente apático con la gente, alejado de las problemáticas sociales y ciego ante la adversidad que niega una y otra vez, casi como si quisiera hacerles a los votantes un diario paralelo, el diario de Yrigoyen.

El presidente se ha convertido en el editor de la realidad, niega los índices inflacionarios y cree que se vive en Disneylandia. La respuesta está en la gente que en un alto porcentaje descree de los políticos y la política. La gente está cansada del destrato, del discurso electoral, promesas y más promesas. Alberto vive una realidad paralela, o es lo que le conviene asumir ante los frentes que debe asumir. Niega, niega que algo quedará.

La cuestión es que cuando la gente acude al supermercado a intentar cubrir sus necesidades básicas, no lo logra, porque los precios cambian día a día. Resulta imposible para una familia clase media, promedio, acceder a variedad de frutas, verduras, y ni hablar de carnes y pan.

Alberto Fernández dijo que "las quejas que yo escucho es que para ir a comer hay que esperar dos horas" y que "la industria hotelera y gastronómica está a full". Lo hizo en su visita a Concepción del Uruguay, en Entre Ríos, donde además advirtió que "no hubo ninguna actividad en la pandemia que haya sufrido tanto como el turismo y la gastronomía".  Pero además, y sin temblarle la voz, el presidente pidió que "el barullo de la política se calme un poco". Negando la realidad.

No hay peor ciego que el que no quiere ver. Le resulta imposible a los argentinos llegar a fin de mes y mantener la calidad de alimentos y bienestar para sus familias. La inflación de enero supera el 5 por ciento, aunque los analistas privados percibieron una brusca aceleración del precio de las cosas en la última semana de enero, lo cual se puede percibir al pagar las cuentas del supermercado. El panorama es complicado para febrero, marzo y el resto del año, además de los aumentos que se prevén de gas, electricidad, prepagas, entre otros sumado a las subas en carnes, harinas, azúcares, leche, arroz, aceites.

Por otro lado, los economistas analizan que la actividad económica cayó en septiembre, octubre y noviembre. Los índices se mantienen estables, pero quizás por influencia de los aguinaldos y vacaciones. O sea que, en marzo con el comienzo de las clases, los índices harán una escalada mortal. Además, y como si fuera poco, el dólar no cesa de subir y subir, y la moneda argentina queda totalmente desvalorizada. Argentina queda afuera del mundo y los argentinos encerrados en las pésimas políticas que llevan al valor del dólar a casi $400. Una desigualdad sublime ante el resto de los países.

 

Mesa electoral

El Presidente se hizo eco de los reclamos del kirchnerismo y el Frente Renovador, y convocó a una mesa electoral para diseñar la estrategia del frente de Todos. Si bien no puso día ni fecha, se espera sea para los próximos días. “Confío en que dicho ámbito de debate sirva para abrir la convocatoria a los sectores sociales, de la producción y del trabajo que acompañan a nuestra coalición de Gobierno con los que compartimos un mismo proyecto de país”.

Se puede decir que el presidente es vigilado por las diversos grupos que conforman el Frente de Todos, ya que buscará la reelección, según los albertistas. Hay expectativas sobre quienes serán los convocados, como el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, mediador con los distintos referentes del espacio. Olmos maneja con destrezas la cintura política que rodea a Fernández y tiene línea fluida con todos los sectores. Por otro lado, el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro y el jefe de Gabinete, Juan Manzur, estuvieron hablando con los gobernadores. Para ellos, será una oportunidad más para pedir que se omitan las PASO. La mayoría tiene sus elecciones provinciales desdobladas y quieren concentrarse en sus territorios, coinciden en que no será fácil para el peronismo retener el poder.

Mientras se decide si será en la sede del PJ de la calle Matheu, en Buenos Aires, y si se tratará de una mesa nacional de gestión o electoral, el ala dura del oficialismo mira con recelo. Están convencidos de que lo que se decide a nivel de gestión impacta en el resto. “El éxito económico no va a posicionar a Massa solo, sino a todos y eso es clave. La gente necesita recuperar poder adquisitivo”, dicen en el kirchnerismo, donde lo ven como un aspecto excluyente para poder ser competitivos en las urnas. Entre otros temas a discutir plantean “estrategia electoral” y “fortalecer el Frente de Todos”. Además, se analizará si habrá o no unidad y “si un ministro puede ser candidato, porque si Massa, Wado o Manzur quieren postularse y van a las PASO se va a vaciar el gobierno”, aunque son conscientes de que no tienen muchas opciones. El tema económico será central, quieran o no.

 

Encuestas

Quedan sólo seis meses para las PASO, y el aroma electoral ya se huele en el ambiente. La disputa por el sillón que hoy ocupa Alberto, se lanzó al ruedo. Juntos por el Cambio encabeza los números y Javier Milei se consolida como la tercera opción a nivel nacional. Los analistas coinciden en que existe un gran malestar en la gente, por otro lado, el Frente de Todos consiguió acercarse a la principal fuerza opositora, pero la mayoría quiere un recambio en 2023.

Es que el escenario no es muy próspero, los indicadores económicos y sociales hablan por sí. Si bien no se sabe aún a ciencia cierta la conformación de las principales coaliciones, la crisis inflacionaria y financiera, colocan a la clase dirigente ante el malestar de los votantes y la falta de interés por la política. Crece el descrédito hacia los políticos. Este será el primer obstáculo en las primarias del 13 de agosto. El panorama para los analistas es incierto ante un 40% del electorado descreído y apático. Si las elecciones fueran por estos días, Juntos por el Cambio (JxC) superaría al Frente de Todos (FDT), que sufre el desgaste por la escalada inflacionaria, la brecha cambiaria o el aumento de la pobreza y de la problemática de la inseguridad, pero la ventaja que obtendría la oposición no resultaría decisiva por la atipicidad del proceso electoral que se avecina.

Según el último informe de enero de la consultora Zuban Córdoba, un 29,8% de los argentinos se inclina por votar a JxC, mientras que un 29,4% apoyaría al FDT. En tercer lugar, se ubican los libertarios, con el 16,1%. Los indecisos abarcan un 10,9%. La consultora Aresco también refleja una leve diferencia de cuatro puntos a favor de la principal coalición opositora 34,5% sobre el oficialismo 30,2%. El Gobierno logró reducir la distancia, ya que en varios pasajes de 2022 esa brecha llegaba a los siete puntos. Según Aresco, Milei se consolida en el tercer lugar (18,8%) y su caudal de adhesiones en las PASO no está lejos del porcentaje que obtendrían los ganadores de las eventuales internas del Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Por su parte, la encuestadora Tres Punto Zero muestra a JxC al frente de las preferencias con el 36,1%. Lo sigue el bloque oficialista, con el 30%; y más atrás aparece Milei, con el 17,6.

Los estudios de Isonomía también ubican a Juntos por el Cambio en un lugar de preferencia, pero sin distancia considerable a sus competidores. A todos los frentes, les resulta difícil llegar a un 35% de adhesión, según esa consultora.

En tanto, Poliarquía indica que solo cuatro dirigentes nacionales superan el 30% de valoración positiva. Entre ellos aparece Cristina Kirchner, con leve recuperación en su imagen desde el mes pasado. Management & Fit también coloca a JxC en la cima de la ola. Para ellos, habría una disputa por el segundo puesto entre el FDT y los libertarios de Milei. Un dato que se desprende de los trabajos de esa consultora determina que siete de cada diez argentinos quieren que la oposición gane la elección. Un panorama oscuro para el Gobierno. La misma conjetura hace Gustavo Córdoba, de Zuban Córdoba, quien resalta que un 76,8% de los encuestados se inclinan por un cambio de gobierno en 2023.

La situación es compleja para los ciudadanos argentinos ante la ineptitud de los que gobiernan, y la pelea de egos de la oposición. El futuro del país está en juego, pero los políticos no hacen mea culpa y se tiran la pelota entre ellos. No hay propuestas claras ni un destino uniforme. El presidente edita la realidad a su conveniencia, al igual que la oposición, vacía de contenido y presa de peleas internas. Prima el sálvese quien pueda y así no llegaremos a nada. Un destino injusto que dependerá del voto de cada uno de los argentinos con fe de futuro.