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Que pasa por la cabeza de los políticos en general, es un área de investigación científica que debería profundizarse, pero en el caso de los argentinos, el estudio debería ser exhaustivo y seguro los resultados de los datos obtenidos serán únicos.

Por Natalia Aguiar

Argentina es un país que transita por sus propias normas, que desde ya no son las mejores.

Ahora, por ejemplo, Cristina Kirchner busca un acercamiento a Mauricio Macri para plantear tregua y diálogo con la oposición, un poco tardío quizás, pero consecuencia de su vulnerable estado anímico. Cristina recién días después parece haber tomado consciencia del atentado en contra de su vida y todo lo que ello, de haberse concretado, le hubiera significado. Por ejemplo, dejar a sus hijos en estado de indefensión frente a la Justicia, a la oposición, y ante todo peronista dispuesto a dar batalla de poder. Porque del árbol caído, todos sacan leña.

Quizás esa sensación de no ser todopoderosa y lo sensible de su seguridad, haya impulsado el encuentro con curas villeros, curas en opción por los pobres, hermanas, religiosas y laicas en el Senado de la Nación para bregar por la paz.

El ánimo de la gente no había sido percibido por el poder hasta el atentado. Cristina se dio cuenta o puede haber tomado noción de que además de militantes, simpatizantes y obsecuentes, hay personas fanatizadas en busca de sabe uno qué. Pero peligrosos, tanto que parecen haber organizado el crimen de la vicepresidente, que afortunadamente falló de milagro. Ver esas imágenes del arma sobe el rostro de Cristina es estremecedor. Lo que hubiera ocurrido en Argentina, también genera escalofríos.

En la reunión sanadora con curas y monjas, Cristina se mostró cálida y conciliadora, una mujer con otra estampa, quizás sumida en la sensación de que hoy está y mañana, por decisión de un fanático lunático en busca de fama, no está más. Intentó destacar el diálogo de dos minutos que mantuvo con el Papa Francisco, quien se comunicó con ella tras el ataque. Pero ese vínculo es sólo protocolar, la relación está congelada hace muchos y en esta oportunidad Francisco supo marcar distancia también. Cercanos a la vice plantean que se quedó sin nexos con el Vaticano. Quizás pueda ahora revertir la cuestión y no sumirse en el rencor o resentimiento.

En ese encuentro Cristina planteó que el tejido social está roto, está quebrado. Más precisamente dijo que con el atentado de Sabag Montiel “se rompió el acuerdo social” cimentado en la restitución democrática de 1983.

Cristina se olvida de que hubo otros atentados en contra de la Democracia como fue el que sufrió el ex presidente Raúl Ricardo Alfonsín, los levantamientos de carapintadas, el ataque que se sufrió en la Tablada o la terrible crisis económica y política del 2001. Visiblemente emocionada Cristina rompió en llanto y se mostró más vulnerable aún, quizás por primera vez en su vida. Sin analizar quizás, que desde el discurso kirchnerista se marcan las diferencias de manera tajante y pueden generar odios y pasiones encontradas que ya nadie mueve manejar.

El Otro

Esta cuestión tan humana es la que la lleva quizás a intentar un acercamiento con la oposición. Su objetivo: Mauricio Macri.

Oscar Parrilli, mano derecha de la vice planteó que “no descarta un encuentro bilateral”, una foto quizás para calmar los vientos que están desatando tempestades. Para que haya un diálogo debe ser entre los dos líderes más marcados de Argentina, Cristina y Mauricio.

No sólo se plantea una foto de tregua, sino también se plantearían “acuerdos económicos mínimos”. Casi como un Pacto de Olivos, que firmaran ante el retorno de la Democracia, Alfonsín y Carlos Saúl Menem. Ese fue un acuerdo de Paz, para defender las libertades y los derechos. Se planteó la reforma de la Constitución la que luego se concretara en 1994. Consenso por la Paz.

Mauricio Macri, que coquetea con su candidatura, planteó que se reuniría con Cristina “Constitución en mano”. También la oposición debe hacer un mea culpa de los discursos del odio y las diferencias que llevan a que el tejido social se deshilache y se vuelva peligroso. Un boomerang. Porque hoy es Cristina, pero mañana podría ser otro el protagonista de un acto de violencia tal.

Pero ese diálogo parece será imposible ya que ambas partes están muy sostenidas en sus posturas. Macri se escudó en la Constitución y entiende que ese encuentro sería infructuoso, porque las diferencias, que son irreconciliables, echarán por tierra cualquier intento de acercamiento. Macri sostiene que el Gobierno no enderezará las finanzas del país, su ceguera los obnubila, y que perderán las elecciones con números nunca antes vistos.

Macri ya juega con el fuego electoral. Se reunió con su ex asesor Jaime Durán Barba y ya se plantea ser candidato presidencial en contra de los deseos de Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. Está convencido de que gana la interna y luego gana las elecciones presidenciales. De lo que no está muy convencido es de si podrá pilotear el avión argentino que se viene a pique en torno a la economía, pobreza, datos de inflación y pérdida del valor de la moneda. Sin contar la deuda externa, empeorada por el mismo Mauricio Macri, y la cantidad de planes sociales y subsidios a la pobreza que no hacen más que hundir a la Argentina en la desdicha y falta de oxígeno para mirar al futuro.

La cuestión es que la oposición tampoco planteó proyectos o propuestas concretas de cambios. ¿Las tendrán?

O sea, Macri se sabe ganador, pero no está convencido de poder maniobrar el barco. Sería una presidencia mucho más dura que la anterior. Esto no será para tibios. Será como querer parar un volcán en erupción con pistolas de agua. Sólo para valientes.

Lo cierto es que mientras Alberto Fernández evita ir a los funerales de la reina Isabel III, y ya se encuentra en Estados Unidos a la espera del encuentro con Kristalina Georgieva, titular del Fondo Monetario Internacional, Cristina se puso al mando de la estabilidad emocional de los argentinos y Sergio Massa acata órdenes y analiza impactos con el dólar.

Pero un tema en común aúna a las fuerzas políticas y es saber si se aprobará o no la suspensión de las PASO. Esta semana se tratará en el Congreso y el Frente de Todos tendría los votos para darlas de baja. Es que el oficialismo sabe que pierde en las urnas y en la calle. Hay demandas que no pudieron resolver, a la gente le cuesta mucho sobrevivir. La inflación del 7% de agosto fue un impacto en la Casa Rosada y en economía auspician peores números con la suba de impuestos y estragos en los bolsillos de los argentinos.

La Justicia procesó a Sabag Montiel y su pareja, ahora resta saber si hubo aliciente de algún sector y cierta cooperación, o actuaron solos en el atentado contra Cristina. Pero este hecho desnudó al arco político argentino, ante demandas que no pueden responder y un tejido social quebrantado por las desigualdades y falta de oportunidades. Mostró un arco político tanto opositor como oficialista egoísta, y atado de pies y manos sin propuestas concretas. No sólo diálogo se necesitará, también acción conjunta.

Argentina for export. El modelo que no va.