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Ni siquiera el nacimiento de Francisco, el hijo de Alberto Fernández y Fabiola Yáñez, pudo con los sentimientos de la vice Cristina Fernández de Kirchner, fría como un témpano. Las costumbres pingüinas del kirchnerismo le quedaron selladas en la frente. Su naturaleza la lleva a patinar entre témpanos y glaciares.

Por Natalia Aguiar

Nada turba a Cristina y su provocación incesante hace su paso arrasador como un huracán embravecido. Nada la conmueve, sigue al frente de su objetivo final. El poder.

Su objetivo final siempre fue lograr un poder omnímodo, no lo dice ella, lo dice su accionar, los hechos que la condicionan, sus gestos, sus asesores, su gente de confianza. Además de ser una gran constructora de poder y estratega política, sabe construir sus aliados y enemigos. Cuando debe derrocar a un enemigo es contundente, al igual de contundente cuando cedió el poder del Ejecutivo a Alberto Fernández. Pasó de ser un enemigo fatal, a un ser inconmesurable, capaz de sacar a la Argentina adelante y enfrentar todos los males con audacia y hombría. Ahora, Alberto es el nuevo enemigo de Cristina, y tratará de derrocarlo hasta su perdición.

La relación es insalvable a punto tal que ya nada se esconde. Los mensajes de Cristina a Alberto, con libros de regalo y demás, son amenazantes. Sólo hacen que Alberto sume puntos a su hombría frente al huracanado carácter de Cristina. “La indomable”, para algunos de los gobernadores peronistas que no saben para dónde enfilar cuando del líder del Justicialismo se trata.

Lo atractivo del poder, casi como en una aventura, es observar cómo se desarrollan los hilos de ese poder, cómo los aliados dejan de ser tales, las alianzas pueden consolidarse o pender de un hilo, los amigos pasan a ser opositores, y las sombras amenazan a su andar. Todo parece estar en movimiento permanente.

 

Para el poder no hay amores

No sólo para el peronismo, la situación es compleja como cuando las napas de la tierra se acomodan, mueven y sacuden a la gente en su vida diaria. En Juntos para el Cambio el enfrentamiento entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta está que arde, a punto tal que debió intervenir Mauricio Macri y poner paños fríos. El poder desconoce de amor genuino, hace que las personas muestren su mejor y peor faceta según las circunstancias.

Se enfrentan, se acusan, y esta semana habrá reuniones claves para Juntos por el Cambio y el Pro, con miras a diseñar las alianzas de poder y cómo se enfrentarán entre ellos y frente al oficialismo.

El clima es tenso. Mauricio Macri le preguntó a sus dirigentes por quien se inclinarían entre Bullrich o Rodríguez Larreta, lleva adelante un sondeo desde que llegó del exterior sin querer interferir, pero interfiriendo. La pelea entre el Jefe de Gobierno y la jefa partidaria es inexorable y traerá qué hablar.

Bullrich sigue enojada con María Eugenia Vidal por los resultados en Capital de las últimas elecciones, y las discusiones entre los líderes del Pro van in crescendo. Larreta defiende su estrategia, y Mauricio Macri como Federico Pinedo median entre ambas facciones sin mucho éxito por el momento.

Los radicales por su parte también cuestionan y apuntalan a dos de sus candidatos, el gobernador de Jujuy Gerardo Morales y el diputado nacional Facundo Manes. Los sentimientos son extremos para la elección el candidato presidenciable de Pro para las próximas elecciones. Para algunos, Bullrich y Rodríguez Larreta deberían medirse en las Paso, para otros, la elección debería hacerse puertas adentro.

Macri hace las veces de mediador, observa y analiza. Estudia encuestas. Pero teje hilos para tratar de recuperar el poder otra vez, de una forma u otra.

 

Las napas judiciales también se acomodan

Hoy asume como presidente del Consejo de la Magistratura, el ministro de la Corte, Horacio Rosatti, el mismo que siendo ministro de Obras Públicas de Néstor Kirchner, no dudó en patear el tablero por los supuestos actos de corrupción kirchnerista en la obra pública, que con su renuncia denunció y expuso. Luego sería Elisa “Lilita” Carrió la intermediaria para que durante la presidencia de Mauricio Macri, Rosatti fuera propuesto y electo ministro de la Corte.
Si bien el Consejo de la Magistratura no es parte del Poder Judicial, administra los fondos del mismo y selecciona y sanciona a los jueces de la justicia nacional y federal de Argentina. Se creó en 1994 para brindar transparencia a la selección de jueces.

En 2006 cuando Cristina era senadora nacional, impulsó una ley que modificó la integración de la Magistratura y además, sacó a la Corte del Consejo. Ahora vuelve a la anterior integración ya que el Máximo Tribunal declaró inconstitucional esa norma.

Así pues, la cuestión judicial se pondrá un poco más áspera para Cristina Fernández. Pero entre sus cercanos, aseguran que ella no le teme a nada y que está tranquila respecto las causas de corrupción que la acechan. Para algunos porque es inocente, para otros porque ya estaría arreglada la estrategia con los magistrados. Sea como sea, no pueden desconocerse las destrezas en la maquinación de estrategias de poder de Cristina. Las políticas, las judiciales y las electorales. Será indomable, pero en lo suyo, es la mejor.

Habrá que ver si en la oposición y en el oficialismo alguien puede superar su astucia, maldad para algunos, su agudeza en la lectura de la política y su atrevimiento, para otros.

No es fácil el lugar que ocupa Alberto, pero él sabía con quién negociaba, se asociaba o consensuaba. No hay ni en la oposición ni en el oficialismo, ni en el peronismo federal, una figura con las destrezas tácticas de Cristina. Fuerza utilizada para traspasar todas las barreras legales, políticas y electorales. Pero fuerza que no puede negarse. Que surja un líder que la opaque y que pueda vencerla es el desafío de los políticos argentinos. Que surja un huracán político con aspiraciones a cumplir las demandas sociales, erradicar la pobreza y brindar igualdad de oportunidades para los argentinos, es un desafío para el 2023 que ojalá puedan alcanzar los referentes de la política argentina. Sea de un lado del tablero de ajedrez, o del otro, pero que con fuerza inquebrantable defienda las riendas de un país en decadencia, defienda a los vulnerables, a los que no tienen voz, a los desilucionados y a los que descreen de estas tierras fértiles que fueron vistas por extranjeros pero no valoradas por los argentinos.

Que un nuevo líder con fuerza de bien, con razón y empatía surja para los argentinos.