Gobierno de Salta
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Cristina Kirchner parece decidida a romper con Alberto Fernández, o quizás está indignada porque el presidente electo rompió con ella antes que ella con él, tras armar el partido A23.

Por Natalia Aguiar

Cristina piensa y piensa. Entre esos pensamientos, lanzar a la Cámpora como único partido político del kirchnerismo sería una opción que baraja la “Varonesa K”, deslizan cercanos a ella.

Como gran estratega Cristina no dejará puntos abiertos en el tejido de poder y ya diagrama la manera electoral de distanciarse de Alberto, porque en los hechos ya se distanciaron. De hecho, Cristina no le contesta el celular, ni los mensajes, ni a través de intermediarios. O sea... Cristina no respeta a nada ni a nadie. Ni siquiera la investidura presidencial, la misma con la que ella bendijo a Alberto.

El Presidente por su lado, asegura que seguirá gobernando para el pueblo con absoluta libertad de acción, como lo hizo en las tratativas con el Fondo Monetario Internacional. Para ello, se centró en sus hombres de confianza, Martín Guzmán, Matías Kulfas y Santiago Cafiero. Es que no quedaba otra porque Cristina hubiera implosionado el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Es más, cuentan que en los últimos días, Cafiero debió desmontar un apoyo político que Cristina mentaba a favor de Vladimir Putín, que hubiera generado el fin con el organismo internacional.

Debe resultar difícil para el presidente mantener la calma ante la tempestad de un enojo femenino de la talla de la que nos referimos. Como todo huracán, con nombre de mujer, Cristina arrasa a su paso. Y ahora pretende posicionar a La Cámpora y sus dirigentes como la próxima opción viable con miras a 2023.

Entre sus cercanos creen que se basa en la fórmula “divide y reinarás”. Es lo que busca al distanciarse de Alberto y quizás a último momento romper ciento por ciento o tal vez -según los resultados de las encuestas- unirse otra vez, por conveniencia, claro.

 

Comunicación cero

Lo único certero actualmente es que la pareja presidencial no tiene diálogo. No hay comunicación posible entre ambos. Algo que avergüenza a la propia militancia, mientras otros plantean traición de Alberto a Cristina.

Desde el camporismo y desde el kirchnerismo a ultranza plantean que el Gobierno son ellos, y que Alberto deberá seguir hasta el último día de gestión con los lineamientos previstos por Cristina. Desde el albertismo, ahogado ante la tempestad cristinista, plantean libertad de acción, pretenden diferenciarse, y si bien no lo admiten abiertamente, pretenden abrirse nuevos caminos en busca de la libertad como un hijo que se separa de los padres opresores.

Otros más concentrados en la obsecuencia, plantean que Cristina podría plantear su reelección, pero quizás se quede esto sólo en deseo. Sabe ella que no llegaría a ese objetivo final. Se inclina más por redistrubuir poder entre los camporistas y plantear un nuevo mapa político con la división del peronismo. Plantear en un papel en blanco, bien claro, quien es albertista y quien es camporista. Quiere dar un refresh al kirchnerismo desgastado y mancillado por ellos mismos y por los medios, según ellos, por supuesto.

El camporismo a ultranza pretende que Alberto se dirija a Cristina como una reina, le rinda pleitesía y respeto, además de hacer una autocrítica de su gestión. Parece que esos son los requisitos para que la señora lo atienda al presidente. Una actitud déspota si las hay.

Que se mueven las arenas, se mueven. Habrá que ver cómo se reorganiza el peronismo, los gobernadores peronistas deberán hacer una elección y a esa división apuesta Cristina. Siempre al límite, sin importarle demasiado la mirada del peronista a ultranza. Para ella, el peronismo está desdibujado desde hace años y sólo se plantea al kirchrismo, ahora camporismo, como nueva opción.

Para los colaboradores cercanos de Cristina, ella se centrará en el conurbano bonaerense desde donde lanzará la nueva propuesta electoral. Están convencidos de que mantienen los votantes de la jurisdicción bonaerense.

 

Cristina no quiere que Alberto sea candidato a presidente en 2023

Alberto ya está decidido a serlo desde su plataforma A23. Nada lo turba, nada lo altera. Aunque sea en apariencias. Por otro lado, al presidente hoy por hoy no le conviene la división, la ruptura con Cristina, porque aún le quedan meses duros de gestión. Las rupturas y mezquindades internas, sólo fortalecen a la oposición que ya cree manejar el tablero electoral. De hecho, Macri reapareció como figura y quizás el acuerdo al que arribe Alberto con el FMI lo beneficie. Quizás pueda sacar leña del árbol caído. Y renacer de entre las cenizas.

Lo cierto es que gobernadores peronistas y funcionarios de Gobierno dudan y analizan los pasos a seguir porque la alianza de Gobierno está rota. Nadie sabe a ciencia cierta cuál será la última decisión, la última jugada. Habrá que ir viendo paso a paso.

Mientras Horacio Rodríguez Larreta se mide con Mauricio Macri y Patricia Bullrich, el radicalismo se sienta a negociar la vicepresidencia que parece quedará a cargo de Gerardo Morales. Pero para recalentar la interna oficialista, Andrés “Cuervo” Larroque afirmó que “hay un nivel de ingratitud muy grande” en el espacio. De esta manera criticó al presidente Alberto Fernández tras considerar que “no tiene en cuenta a Cristina Kirchner” en la toma de decisiones.

Larroque es secretario general de La Cámpora, donde puso la mira Cristina. Y el hombre de confianza no dudó en cuestionar al ministro de Economía Martín Guzmán, al que acusó de haber “humanizado” al Fondo Monetario Internacional (FMI), y le dedicó una chicana: “Sin duda Axel Kicillof hubiera negociado mejor el acuerdo”. “Duele mucho” la fuerte interna que hay en el Frente de Todos: “Hay un nivel de ingratitud muy grande en términos pragmáticos”, continuó Larroque. Es “un error inmenso no tener en cuenta a Cristina Kirchner y considerar que es parte del problema, o del sector que representa, y que pone en riesgo el proceso”, y pidió “no tenerle miedo al debate, resolver rápido, hablando de frente, dejando las chiquilinadas”, deslizó firme el líder camporista.

La ruptura de la Alianza Cristina - Alberto ya gira en el aire. Cara o cruz, será lo que se debe develar en los próximos meses, previo a las elecciones 2023. Pero no seguirán juntos. A bregar por el futuro, porque los políticos están trabajando en las estrategias electorales. Los que si seguirán juntos en la gracia o desgracia son los argentinos.