Por Natalia Aguiar
Todos atentos a quien de los dos protagonistas será el que dé el golpe de suerte que tire al precipicio al otro, aunque los hechos hablen por sí. Es que Cristina y Alberto atraviesan una crisis societaria como nunca antes y sus asesores ya no lo niegan.
Tal es así que la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, ratificó lo que era un secreto a voces, que Cristina no le contesta los mensajes a Alberto. Dicho y hecho.
¿Cómo llevar adelante la administración de un país si el presidente y la vice no se hablan, no hay diálogo entre ellos y la cuestión parece escalar sin precedentes? Habrá que analizar qué motiva a cada uno de ellos, si la razón o la emoción. O mejor dicho, si se basan en una u otra para la toma de decisiones, actitudes, proyecciones. Ese estudio sería tan útil para la sociedad que es la que debe padecer estas obnubilaciones del poder cuyas consecuencias repercuten directamente en la sociedad.
Todas son diferencias, la guerra desatada por Putin a Ucrania, la deuda con el Fondo Monetario Internacional, los índices de inflación, la suba de tarifas, los alimentos por las nubes, la pobreza en ascenso con afectación a la clase media y alta de la argentina, las estrategias de administración, las internas entre las internas de Alberto, Cristina y las subinternas de La Cámpora y del Frente de Todos que hacen insoportable una convivencia de conveniencia. Habrá que ver cuál de todos será el que llegue al límite de la cuestión, quién se comerá el plato principal mientras pasa el cadáver de su enemigo...
Cristina está atrapada en la tela de araña que construyó, y ahora debe sostener a Alberto aunque el odio supere todos los límites. Están ambos atrapados, ninguno puede correr a ningún lado, deben seguir conviviendo como un matrimonio disuelto que mantienen a los hijos de rehén… La psicosis del poder está frente a los argentinos y ya se especulan muchos finales, mientras las elecciones presidenciales 2023 acechan…
Fuego cruzado
A los cuatro vientos y a viva voz, el canciller Santiago Cafiero pidió que Alberto Fernández y Cristina retomen el diálogo, quien además consideró que sería “necio” ignorar las internas en el oficialismo. Además, sin disimulo planteó -en castellano- que “las diferencias no deben derivar en una ruptura”. O sea que cuando el río suena, agua trae…
Cafiero pone las cartas sobre la mesa y reconoce el “momento político crítico” que atraviesa el Frente de Todos por las fuertes diferencias internas. Pero se anima a dar un paso más y reclama a la dirigencia del oficialismo -donde ya se prueban trajes con miras al 2023- “que busquen los mecanismos para retomar el diálogo y la iniciativa para superar esta crisis y reordenar el Frente de Todos”.
Un hombre de confianza de Alberto pide al oficialismo “unidad”, y aclaró que “hubiese sido mucho mejor“ que el oficialismo “votara unido” el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), sancionado en el Congreso con el rechazo del kirchnerismo duro en Diputados y en el Senado. O sea… no hay más que agregar. Cafiero, quizás haciendo las veces de vocero de Alberto, y siendo el hombre del momento por sus destrezas con el idioma inglés ante el mundo, plantea que “el quiebre de nuestra coalición también implicaría un divorcio muy grande de nuestra fuerza política con la realidad que hoy viven las y los habitantes de nuestro país”.
Alberto lanzó la semana pasada la guerra contra la inflación, casi dos años tarde, según las críticas de la oposición, que quizás tenga una mirada certera al respecto. Esta fuerte decisión del Gobierno que quizás sólo se quede en expectativas porque carece de un plan serio y certero, pero bueno… lo importante es la actitud.
Kirchnerismo contra Kirchnerismo
Quizás la fuerza política que lidera Cristina Kirchner inicie una etapa de no retorno si no hace un mea culpa y reordena sus fuerzas junto a la Cámpora. Hay decisiones en política que pueden favorecer a la oposición que sólo piensa en 2023.
En una pulseada de fuerzas, Máximo Kirchner y Alberto Fernández medirán sus fuerzas el próximo jueves, ya que el kirchnerismo duro organiza una manifestación que juran será masiva. Empezará en la sede de la ex ESMA y se dirigirá hasta Plaza de Mayo, con la finalidad de homenajear a las víctimas del último golpe de Estado en Argentina.
Es una marcha que se publicita minuciosamente en redes sociales y convoca a las organizaciones internas y afines para garantizar cierto caudal de participantes.
Se montarán escenarios frente a la Casa Rosada y ante ex centro de detención ESMA y estará presente la primera plana de la agrupación kirchnerista, diputados, senadores, intendentes con Máximo Kirchner como líder. Será la primera gran manifestación tras las restricciones por el Covid y el abandono de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque de Diputados. Pero no sólo será una muestra de unidad del kirchnerismo duro, sino una provocación a las decisiones de Alberto Fernández, a las que vivencian como “embates albertistas”.
Sin dudas, se inició una etapa de transición en el peronismo, donde las fuerzas que se enfrentan -kirchnerismo duro y albertismo- darán una dura pelea para intentar ganar poder en las calles, y lograr sostener la presidencia en 2023. Quizás esa obnubilación sea el acabose... porque la emoción parece ganar a la razón.
Mientras los hermanos se pelean los devoran los de afuera, y Horacio Rodríguez Larreta lanza su carrera presidencial con un recorrido por Europa a modo de presentación oficial. Patricia Bullrich trabaja en el interior del país, y otros referentes de la oposición como Facundo Manes se animan a más y ya dan pelea para el 2023. Mientras Argentina se debate entre dos fuerzas políticas, que la convicción de jóvenes, nuevos votantes, trabajadores, los resignados, los desilucionados, genere el surgimiento de una tercera fuerza que haga mover el tablero.
Algunos observan con detenimiento a Javier Milei, quien con fortalezas y debilidades cosecha adeptos en las redes sociales. Una tercera fuerza sería una posibilidad racional para Argentina, pero este bendito país no deja de sorprendernos. O que así sea y dos fuerzas peleen por ser la tercera, lo que hará que la política tradicional reaccione y los argentinos recuperen las esperanzas.