Por Natalia Aguiar
Este bendito país y sus inquietantes situaciones que lo colocan ante los ojos del mundo por sus inconsistencias. Una cadena de acciones políticas que desconciertan...
El Acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, dejó boquiabiertos a la mismísima oposición. Por esos días de la convulsionada semana pasada hubo silencio en la Alianza de Gobierno pero luego de suscribir el convenio, Máximo Kirchner desata una tempestad cuando renuncia a la jefatura del bloque oficialista en Diputados. Es reemplazado por el diputado rosarino, Germán Martínez. Tras los fuegos artificiales, Alberto salió a decir que el presidente es él y que ...”muchas veces” debe tomar decisiones... en alusión a la poca intervención de Cristina. Más que realidad parece una puesta en escena porque la vice -enemiga a ultranza de las políticas del FMI- estuvo muy callada y era consciente de que se necesitaba llegar a un acuerdo o bien... Argentina no podría asumir un debacle total de sus políticas económicas, financieras y sociales. Era el anuncio de una hecatombe. Pero con reflejos políticos, Máximo esperó la suscripción del documento para luego gritar a los cuatro vientos su descontento. Más de teatro... más de berrinches pensados para la “gilada”, quizás... O bien pensados como estrategia política de defensa. Con la firma del convenio se desvanecían años y años de críticas, cuestionamientos y demonización al organismo internacional.
Habrá que ver en qué le redituará este acercamiento a Alberto que con su equipo de trabajo nacional A23 ya se ilusiona con la reelección.
La droga adulterada y la incitación al consumo responsable desde provincia de Buenos Aires y el llamado del ministro de seguridad Sergio Berni para que aquellos que hayan adquirido droga “la eliminen”, porque había consumidores muriendo. Pobre Berni, hacía lo que podía ante lo que luego sería decretado como epidemia infectológica y derivara en más de 20 muertos y 83 internados.
Alberto Fernández viajaba a Rusia y se encontraba con su par Vladimir Putín mientras desde el otro hemisferio del mundo, los referentes el Fondo Monetario Internacional observan las acciones y declaraciones de Fernández con el archi enemigo geopolítico, tras el acuerdo de deuda. Pero si fuéramos pocos, Alberto luego se dirigió a China –otro enemigo acérrimo de Estados Unidos- y participó de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno.
Alberto Fernández se reunió con Xi Jinping en un almuerzo junto a otros mandatarios. Mantuvo un encuentro bilateral con su par chino y tras la visita a Moscú, buscará ahora atraer inversiones desde el gigante asiático. Alberto se suma también a la ruta de la seda, un proyecto global que impulsa China en el mundo.
Estados Unidos mira con recelo, ya que Fernández insinuó a Putín y a Jinping no compartir los modales norteamericanos, y eso es un quebranto en la diplomacia internacional. Mucho más cuando el Fondo Monetario Internacional acaba de tirarle un salvavidas en medio de un maremoto.
Una consecución de hechos que muestran una Argentina dislocada, con falta de conectores en la administración y en la gestión con miras al futuro. Da la sensación que se ata todo con alambre... y que sea esta una concepción errónea... porque sino...
Aspecto Judicial
Frente al Palacio de Justicia, una marcha en contra de los integrantes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, organizada por el kirchnerismo y días después una contramarcha impulsada por profesores de Derecho para frenar el avance kirchnerista sobre uno de los poderes del Estado.
La Justicia ha sido pensada para funcionar como un gran dique de contención social y evitar que los hombres vivan como en la época prehistórica, sin respeto, sin derechos, sin garantías...
Pese a ello, desde el mismo partido político gobernante se ataca a la Justicia, se cuestiona a los miembros de la Corte Suprema con marchas a las que denominan “democratización de la Justicia”, y no advierten que se trata de un avasallamiento a uno de los poderes del Estado, el encargado se velar por la seguridad jurídica de los ciudadanos, del país. Los jueces y ministros de la Corte deben velar por el cumplimiento de la letra constitucional, por las leyes, en igualdad de condiciones y sin mirar a quien. Muy lindo todo. Pero algunos mínimos y poderosos jueces -sobre todo federales e integrantes del Máximo Tribunal- son poco respetables y se prestaron a los juegos del poder.
De hecho, fue el mismísimo Ricardo Lorenzetti -hoy cuestionado- que en la marcha por la “Democratización de la Justicia” allá por el 2015, en la que se agravió y pidió la salida del ministro Carlos Fayt, aprovechó la situación para hacerle firmar la renuncia con presiones y aprietes, como lo detalló la familia del ex ministro que incomodaba al poder. Miren lo que son las cosas, ahora aquél monje negro que fue operativo al poder de turno -Cristina Kirchner estaba al mando- ahora es criticado y cuestionado por quienes en su momento lo apoyaban.
Así es la vida, un día se está arriba en la montaña rusa, y minutos después bien abajo.
Hay jueces intachables y que honran a la justicia Argentina como lo fueron Fayt y Carmen Argibay, pero hay otros que se mimetizan como los camaleones, según la ocasión. Pero es tan evidente que aunque usen trajes europeos, sus actitudes son tan bajas que viven enlodados.
Un acuerdo de película
Respecto la actitud de Máximo Kirchner de tratar de obstaculizar las negociaciones con el FMI, el ministro de Economía Martín Guzmán, no sólo reivindicó el convenio sino que además expresó: “Las decisiones de los líderes del Frente de Todos son decisiones de los líderes del Frente de Todos. A mí lo que me toca es gestionar la política económica”, explicó el ministro en una entrevista otorgada a La Nación y Télam. “Lo que ocurrió es que se terminó eligiendo entre la alternativa de un acuerdo sobre pilares que son razonables, en un contexto en el cual nadie en nuestra fuerza política puede estar alegre con tener al Fondo Monetario Internacional en la Argentina, pero es una realidad”, detalló Guzmán desde el salón del histórico hotel Metropol de Moscú.
Ante la posibilidad de no cerrar acuerdo con el Fondo, el ministro tragó saliva y explicó que “en 2018 y 2019, se desembolsaron 44.500 millones de dólares del crédito del programa stand by. La gran concentración de vencimientos de esa deuda, se da entre 2022 y 2023: 19.000 millones de dólares en 2022 y 20.000 millones de dólares de capital e intereses en 2023. Argentina directamente no tiene esos dólares para pagar. Si quisiéramos forzar a algo que, además, no se puede, amortizar parte de esas deudas en los próximos dos años implicaría que el país tenga menos disponibilidad de dólares. Cuando hay menos dólares, hay menos actividad económica, hay menos empleo y hay más inflación. Si no se hubiese avanzado en la línea de un acuerdo, el país hubiese entrado en una situación de impago, también habría habido menos dólares que los que hay en el caso de un acuerdo con las bases a las que se alcanzaban. Porque habría menos financiamiento por parte de los bancos multilaterales de desarrollo que hoy nos prestan y también, menos financiamiento por parte de los acreedores bilaterales. Además, posiblemente habría salida de dólares de la Argentina. Es decir que, al haber menos dólares, también habría menos actividad, menos empleo y más problemas inflacionarios. Hubiese sido un golpe al proceso de recuperación económica que la Argentina está transitando. Siempre hay que comparar entre alternativas. Si la alternativa hubiera sido un acuerdo de un fuerte ajuste fiscal que hubiese implicado descarrillar a la recuperación económica que la Argentina está viviendo, eso hubiese implicado tener que comparar dos cuestiones muy diferentes que aquellas que se delinearon comparando. Lo que ocurrió es que terminó eligiendo entre la alternativa de un acuerdo sobre pilares que son razonables, en un contexto en el cual nadie en nuestra fuerza política puede estar alegre con tener al Fondo Monetario Internacional en la Argentina, pero es una realidad. Es una realidad porque lo trajo el gobierno anterior y está toda esta deuda. Y se comparó entre esa alternativa y la alternativa de no acuerdo y como no hay capacidad de pago, entrar en situación de impago. Y entre esas dos alternativas consideramos que la primera era claramente la más razonable y constituía un paso adelante, en lugar de dar un paso hacia lo desconocido que generaba incertidumbre adicional”.
En un sincericidio ante la situación que no llegar a un cuerdo hubiera generado en la economía del país, el ministro Guzmán parece pisar firme en lo técnico y omite inmiscuirse en el lodo político, porque no le suma.
Ahora Alberto busca inversiones chinas y rusas mientras acordó pagar deuda con Fondo, así de bizarro, y habla mal de Estados Unidos a sus espaldas, así de dislocada es la Argentina de hoy.
¿Surge un nuevo líder latinoamericano, o se hunde? Alberto debe escribir esa respuesta.