El cuerpo legislativo del municipio capitalino renueva sus veintún bancas, en lo que significará la última elección antes de que impacten los cambios dispuestos con la reforma constitucional. El espectro ideológico está surcado por dos polarizaciones.
Por Franco Hessling
A una todavía corta edad, ya con unos años de periodismo que alcanzan para dos cifras, la experiencia y el sentido ético obligan a una aclaración preliminar: este concepto se repite con medianas actualizaciones cada dos años, en las antesalas electorales de la ciudad de Salta. Pero esta será, entonces, la última columna de su especie, merced a la reforma constitucional que emprendió el actual Gobierno de la Provincia.
Se renueva completamente el Concejo Deliberante capitalino, por su cantidad de escaños el de mayor envergadura en la provincia. Se trata de veintiún escaños, la mayoría de los cuales ha venido cambiando de nombre propio cada dos años, siendo cada vez menos común la renovación de banca. La última vez fueron menos de cinco los miembros que retuvieron su sitial en el Concejo. Esta vez, son pocos incluso los que buscan esa proeza.
Un de los nombres importantes es el propio presidente, Darío Madile, quien refleja la doble polarización que está incrustada en el escenario político provincial actual: el presidente del Concejo Deliberante es un saenzista de la primera hora, que tras haber lidiado con la gestión de Bettina al frente no dudó en presentarse como un alfil de Emiliano Durand.
En ese mismo Concejo, sin embargo, hay otros saenzistas que también acompañarán la reelección de Bettina, porque antes que lidiar con ella como autoridades del cuerpo conocieron de cerca el temperamento déspota e intolerante del dueño de Que Pasa Salta. En definitiva, la polarización en el Concejo Deliberante es doble.
Por un lado, tenemos la polarización entre los que quieren la continuidad de Bettina Romero como jefa comunal y los que prefieren su deposición. Eso revela algo: la administración de Bettina no ha pasado desapercibida para el cuerpo legislativo del municipio, ella parteaguas, están los bettinistas y los anti-Bettina. Nadie es “durandsista” en el Concejo Deliberante.
La otra gran polarización está entre los que apoyan a Sáenz, la abrumadora mayoría, y aquellos otros que sin ser resueltamente anti-saenzistas se dividen entre las fuerzas de Avancemos y las de Juntos por el Cambio. En ese caso, la nueva composición del cuerpo podría no tener demasiadas novedades para el próximo período.
Las expectativas de la izquierda son realmente bajas pese a que por sus valores como la honestidad, el apoyo a las luchas sociales y los afanes de debatir con declaraciones juradas en la mano causa todavía gran simpatía entre la población. La disgregación en tres listas de esa izquierda prácticamente sentencia la posibilidad de conquistar una voz que escape a las dos polaridades que hoy configuran el Concejo.