Por Franco Hessling
La donación que realizó un influencer causó cierto revuelo entre las comunidades originarias y luego una bataola de debates en internet. De lo que no quedan dudas es de que la caridad no soluciona nada.
La caridad es un arma de doble filo, pese a lo cual la Iglesia Católica y otras instituciones del tercer sector se han encargado y se encargan de propiciarla constantemente. Las instituciones contemporáneas, hay que señalarlo, muchas veces se reducen a una persona individual, como un influencer de redes sociales.
Así ocurrió con uno de estos personajes de redes sociales en las últimas horas, cuando luego de que consumara una donación que promovió a través de sus cuentas se desató primero un reclamo de las comunidades y luego una bataola de cruces justamente en esa arena virtual en la que hoy en día se ha convertido el espacio público.
El doble filo de la caridad viene dado porque se trata de una manifestación de lástima, que a través de la culpa judeocristiana obliga a quien ostenta un pasar de vida holgado a preocuparse por quienes no cuentan con esa posibilidad. Tal el caso del muchacho que se acercó hasta Salta para ofrecer sus donaciones.
El acto puede estar rodeado de buenas intenciones, es cierto, pero el hecho de que pueda ser leído como un dejo de lástima o culpa de clase invita a que no siempre sea tomado como una acción benevolente. Puede ser interpretado, en cambio, como una redención torpe por llevar una vida opulenta.
El joven llegó a una comunidad con dos vehículos nuevos que consiguió mediante una recaudación de fondos que propició a través de sus cuentas virtuales. Aunque parezca increíble para quienes ahorramos a la vieja usanza, la contribución llegó a tanto que alcanzó para semejante compra.
Tras la entrega de su donación, que por supuesto también se volvió un acto público a través de sus redes sociales, hubo situaciones de incomodidad para el filántropo. Las que vivió en persona lo mostraron con poco tacto, absorto por la reacción de ciertos sectores de las comunidades, sin cintura para devolver respuestas lógicas.
En cambio, las reacciones más tardías, unas horas más tarde y ya en la comodidad de la virtualidad, lo llevaron a posicionarse con mejores argumentos que muchos políticos salteños, mal que nos pese. En definitiva, no queda claro si la caridad está bien o está mal, de lo que no quedan dudas es de que no soluciona prácticamente nada.