El jueves por la tarde recibo una llamada de una amiga, que hace un tiempo que no veo por las situaciones personales de ambas, “para hacer” un café como se dice. Un medio año movido con vivencias complejas de ambas, donde la salud frágil de algún familiar nos ocupó u ocupa gran parte de nuestro día.
Imaginaran que el café se transformó en almuerzo y si no fuera porque las responsabilidades nos llamaban hubiéramos seguido hasta la hora del té. Como cotorras comenzamos a ponernos al día de nuestras vidas y surgió el tema de las personas enfermas y quien las cuida a propósito de su madre postrada en su casa desde hace un año.
Tener un familiar que requiere de cuidados diarios ya sea por cuestiones de salud o por no ser autoválidos por su edad avanzada es una situación frecuente en los tiempos que corren. La esperanza de vida al nacer aumenta en el mundo. En la argentina la media es de 77 años, al tiempo que la tasa de natalidad cae de manera abrumadora, siendo este último tiempo a 1. 4 hijos por mujer. Esta inversión silenciosa de la pirámide dará como resultado, entre otras cosas, que habrá más personas que requerirán cuidados y menos disponibles para hacerlo.
En el mundo, la mayoría de las personas que cuidan son mujeres, que pueden o no ser familiares de las mismas. La tarea de por si es ardua, continua, muchas veces sin horarios, con importante impacto en la salud mental y física. Con o sin honorarios y por supuesto inadecuados para la tarea que se realiza. La sobrecarga de trabajo está claramente asociada a altos niveles de estrés, ansiedad, insomnio y cuantas cosas más. Como en mi caso, podría contarles de una lesión en el hombro por pretender hacer cosas para las cuales el físico no me daba, mientras cuidaba a mi madre y solo por unas pocas horas al día.
En la Argentina todavía carecemos de un sistema nacional de cuidadores consolidado y a pesar que existen normas y leyes dispersas como la ley 27611 que contempla el desarrollo de un sistema integral de cuidadores, su implementación sigue siendo parcial sin dar respuesta adecuada a la realidad. Los países del mundo se encuentran en distintas instancias trabajando en la búsqueda de soluciones reales respecto del “Cuidar a los que Cuidan” ya que reconocen la situación como urgente.
Pensemos que detrás de cada niño con discapacidad, cada adulto mayor no auto válido, cada paciente con demencia senil o alzheimer hay una madre, una hermana, una hija que seguramente dejo su trabajo, su tiempo libre, su formación, etc, para cuidar a esta persona, o tal vez personas idóneas contratadas para el fin sin ningún resguardo formal. Personas que más allá de gratitud por la gran tarea que realizan, de alguna forma deberían tener determinados derechos como ser considerados trabajadores esenciales del sistema de salud o de protección social, remuneraciones acordes a la tarea, formación, inclusión en las políticas públicas de los gobiernos y cuantas cosas más. Derechos estos que deberían contemplarse seriamente dentro de un modelo sanitario y social sin lugar a dudas.
“Cuidar al que Cuida” no es solo un gesto asistencial sino una gran decisión política de hacer visible lo que aparenta ser invisible. Atrás de cada persona que necesita asistencia hay otra que lo sostiene y si esa persona se quiebra el sistema también.
No he escuchado, por lo pronto, con firmeza en nuestra provincia propuestas reales de abordaje a esta problemática que parece seguir siendo invisible para muchos de nosotros. Basta mirar un poco a nuestro alrededor para darnos cuenta de la magnitud de esta realidad que crece a pasos agigantados, y si no somos capaces de adelantarnos con soluciones reales y factibles de implementar, será complejo dominar esta gran bola de nieve donde nadie quedará afuera.