medranoPor Josefina Medrano

“Amor, contención, respeto y humanidad”, palabras fuertes plasmadas en un escrito. Un escrito que llega a un servicio de pediatría como agradecimiento por el modo de acompañar a un niño y su familia en medio del dolor.

Cuatro palabras profundas que describen de manera corta y concisa la humildad y la nobleza de un equipo de salud que bien entiende la complejidad de su arte. Donde la ciencia es un pilar fundamental pero las relaciones humanas y el trato con el otro toman un rol primordial cuando se ha llegado a una instancia donde la sapiencia y la pericia no alcanzan para torcer el designio divino de Dios y la vida de un niño se nos va. Son muchas las sensaciones y sentimiento que a pesar de los años en la profesión uno no deja de experimentar.

Ahora bien, cuántas enseñanzas de vida de unos padres que sumergidos en el dolor por la pérdida de un hijo tienen una actitud altruista y deciden con entereza y valentía entrar en el proceso de procuración y donación de órganos. Dar esperanza a otros niños y sus padres que en algún lugar de este extenso país esperan tener una oportunidad para vivir mejor o seguir viviendo.

Al azar y con poco tecnicismo he realizado una encuesta verbal al respecto entre mis conocidos con el fin de escuchar las posturas al respecto. Resulta llamativo, si bien conocen de lo que se trata y lo pueden explicar con cierta certeza, a la pregunta de qué harían ellos aparecen un cúmulo de dudas que hacen titubear una decisión final contundente.

Algunos han dado su consentimiento ya y muchos más tratan de esquivar el tema todavía. Momento en el cual es oportuna la aclaración que desde hace un par de años, la Ley 27.447 se encuentra reglamentada y en resumidas palabras nos transforma en potenciales donantes salvo expresión explícita que no lo deseamos.

Cuando llega el momento de los niños, donde los padres o tutores deben tomar la decisión, el tema se pone más complejo. Varios se estremecen en pensar en pequeños en esta situación, otros se van por la tangente y así en su mayoría tratan de evitar la charla. No obstante al cambiar el escenario y plantear la necesidad de un familiar o un ser querido de recibir un trasplante las caras se transforman y dejan entrever que lo que hasta hace unos momento era duda ahora es claramente necesario.

La donación de órganos es un proceso que sin duda alguna requiere de la participación activa de la comunidad y la evolución de las sociedades sobre todo cuando de niños se trata. Deja de ser solo una problemática médica para convertirse en una problemática social donde comprender el fin último de este acto es imperioso.

El INCUCAI como se lo conoce, es el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante, del cual muchos habrán escuchado hablar. Organismo encargado de coordinar, normatizar y fiscalizar las actividades relacionadas a la donación y trasplante de órganos, tejidos y células en nuestro país. Trabaja al detalle en el proceso cuidando con recelo al paciente y su familia. Acompaña y asesora al servicio médico encargado de la que técnicamente se llama procuración, que es la identificación de un donante potencial, más la asistencia médica del paciente hasta la instancia de transformarse en donante efectivo luego de la ablación de aquellos órganos factibles de ser donados. Sin duda alguna un gran equipo conformado por personas maravillosas dispuestas a trabajar casi en el anonimato para realizar el procedimiento.

Hemos recibido de estos padres una gran lección, que de manera consciente y desinteresada supieron comprender en medio de su desconsuelo la oportunidad que tenían de dar vida a otros, expresando con gran generosidad la voluntad de donar los órganos de su pequeño y acercando de esta manera esperanzas a niños y padres que con angustia esperan recibir un trasplante.

Como equipo de salud, la tarea no es fácil tampoco, pero claro está que más allá de lo técnico, el humanismo y la contención son pilares fundamentales en el acompañamiento de estas familias tanto en la decisión como en el proceso mismo de donación.

Aunque es un tema muy triste y difícil de abordar y que muchos trataran de evitar, es necesario visibilizarlo ya que nos queda mucho por aprender todavía.