Por César “Oveja” Álvarez
El enojo es una emoción intensa y natural que puede surgir en respuesta a diversas situaciones y son elevadas a frustraciones cuando no se logran objetivos o expectativas.
En las calles se ha convertido en un fenómeno común en muchas partes del mundo, y por obvias razones. también en Salta, reflejando un descontento social profundo y una insatisfacción que se ha ido acumulando con el tiempo. Varios factores suelen alimentar este tipo de enojo colectivo.
En el caso del que venimos hablando en estas columnas, el enojo por el estado de las calles es un tema común, donde los ciudadanos lidiamos a diario con problemas de infraestructura deteriorada, como baches, grietas, inundaciones y falta de mantenimiento general. Esto genera frustración tanto en conductores como en peatones, ya que afecta la calidad de vida, la seguridad y hasta la economía local.
Los baches son una de las quejas más comunes. No solo representan un peligro para los vehículos, que pueden sufrir daños en los neumáticos, suspensión o alineación, sino que también representan un riesgo para la seguridad vial. Además, de ser un obstáculo peligroso para ciclistas y peatones.
En estas épocas de lluvia, nos enfrentamos a problemas graves de drenaje, lo que provoca inundaciones que afectan el tránsito y la seguridad. El agua acumulada puede hacer que las calles se deterioren más rápido y que los vehículos sufran daños por condiciones adversas. Las inundaciones también exponen a la población a riesgos sanitarios y aumentan el riesgo de accidentes.
Por otro lado, la falta de iluminación en algunas calles o avenidas hace que las áreas sean más inseguras, tanto para conductores como para peatones. La oscuridad aumenta el riesgo de accidentes y facilita la actividad delictiva, por lo que es un problema que afecta la percepción de seguridad y la calidad de vida.
Pero últimamente, lo que acrecienta el enojo de todos aquellos que transitamos las ciudad de Salta son las obras de construcción o reparación que quedan inconclusas o se prolongan mucho más de lo previsto lo cual genera una profunda frustración. El corte de calles por reparaciones, que se realizan a último momento y justo en horarios picos, provocan embotellamientos, desvíos y aumento del tiempo de traslado, afectando a quienes dependen del transporte público y a los conductores. La falta de información sobre los tiempos y avances de estas obras también contribuye al malestar de la población.
Cuando las calles están en mal estado y no hay acciones visibles para mejorar la infraestructura, los ciudadanos sentimos que el gobierno o las autoridades locales los han abandonado o no se preocupan por sus necesidades. Claramente, estos temas no son problemas exclusivos de este gobierno sino una caldera de muchos años de ebullición.
Este sentimiento de desatención genera enojo y frustración, ya que los impuestos que se pagan no parecen reflejarse en una mejora de los servicios básicos. El enojo de los ciudadanos refleja una demanda legítima de infraestructura urbana adecuada, permanente, real y de un uso más eficiente de los recursos públicos. Y de una planificación real y al servicio de todos. Es importante trabajar en un plan que tenga como eje la solución a los problemas que generan, además de los ya mencionados, los siguientes:
- El ingreso y egreso de los alumnos a clases en las Instituciones con sede en el centro de la ciudad. El abarrotamiento de vehículos mal estacionados, hace imposible que esta ciudad en crecimiento circule en paz.
- El comportamiento abusivo y violento por parte de los conductores de transporte público.
- Simplificación de la tramitación municipal de los ejercicios administrativos que tienen relación con los vecino (altísima burocracia).
- Ascenso y descenso de los pasajeros de taxis y remises en cualquier lugar.
- Peatones que cruzan por mitad de la calle o no esperan que el semáforo se ponga en rojo.
El enojo existe en distintas magnitudes, los vecinos irritados desde donde y con quienes deberíamos tratar esta tremenda patología social. Es cierto que también peatónes y conductores debemos aprender cuestiones de seguridad vial, y ponerlas en práctica. La empatía es importante hoy más que nunca, que parece que en la humanidad se fue perdiendo, donde prevalece el egoísmo sobre el respeto al prójimo. No importa interrumpir todo un trafico en hora pico, mientras caminemos menos o lleguemos más rápido a destino.
Hasta la próxima.
Gracias I.A. y A.S.