07 03 hess

Por Franco Hessling Herrera

Con una muy probable victoria de Trump en noviembre, el autodenominado principal referente mundial de la agenda liberal, el presidente Javier Gerardo Milei, quedaría desplazado en vanidad y reivindicado en ideología.

¿Cómo impactan las elecciones en Estados Unidos en Argentina? En principio, aclaremos para quienes no lo saben que este año se elige presidente en el país del hemisferio norte, será en noviembre, y la carrera por la presidencia se ha presentado como el primer “rematch” de la historia dado que reedita la contienda de 2020: Joe Biden representando a los demócratas y Donald Trump por los republicanos.

Esta semana hubo un debate entre ambos, que ganaron sus internas con relativa facilidad, que concluyó con cierta opinión generalizada de que Trump salió mejor parado que el actual residente de la Casa Blanca. De hecho, algunos demócratas incluso le han solicitado a Biden, tras el debate, que renuncie a su candidatura para que los demócratas puedan presentar una figura más competitiva contra el magnate y expresidente republicano, que desde hace tiempo encabeza las encuestas.

Aunque pueda parecer irrisorio, y eso es algo que podría en algún tiempo más tener consecuencias también en Argentina, es la salud mental y las capacidades cognitivas del actual presidente. Biden titubeó en algunas respuestas e incurrió en ciertas incoherencias, sin dejar de mencionar su cara atildada por varios pasajes del debate. Trump lo ha bautizado hace meses como “sleepy” -dormilón- Biden, pese a que es sólo 3 años más longevo que él.

En definitiva, por estos días todo hace suponer que la carrera electoral está definitivamente del lado de Trump, que obtendría el “segundo tiempo” que nunca le llegó a Macri. Al presidente argentino, Javier Gerardo Milei, no por gerontofobia como a Biden pero también se le cuestionan las facultades de discernimiento, cordura y salud mental para gobernar. En Estados Unidos ese punto y la apertura a la inmigración son los flancos flacos de los demócratas en esta campaña. No sorprendería que los desenvaines rutinarios de Milei en algún tiempo más dejen de ser visto con humor o admiración y sean considerados un sesgo de una mente desequilibrada.

Una victoria de Trump en noviembre podría traerle a Milei ciertos beneficios. Desde ya, la afinidad ideológica pondría en el radar del Salón Oval republicano al presidente argentino. Milei ya ha mostrado su ambivalencia temperamental: pasa en segundos de un vehemente caudillo lleno de bravura y enjundia a un dócil perrito faldero de poderosos, lo que Myriam Bregman describió como “gatito mimoso del poder económico”.

Similares en cuanto a temperamento, ensimismados y con una realidad aumentada de sí mismos, Milei y Trump podrían cultivar un vínculo amigable porque el argentino sabe muy bien cómo pasar de líder mundial de la libertad a gatito mimoso de Trump, quien, sin duda alguna, sería el presidente de mayor relieve para la agenda mundial conservadora, reaccionaria, individualista y mercantil. Igual que con Elon Musk, los guiños le sirven a Milei y él sabe subordinarse como un obsecuente de un lugar tan lejano como Argentina, pero también podría darse el caso de que tensiones políticas o económicas concretas entro los países salpiquen el buen ánimo entre Trump y Milei. En otras palabras, al gobierno libertario le queda cómodo criticar a un gobierno demócrata porque la administración estadounidense, por ejemplo, falla contra Argentina en un litigio con fondos buitres.

Hacer proyecciones en una coyuntura mundial con apetitos ególatras como los de Milei o Trump es una aventura analítica con amplísimo margen de error. En principio, una victoria de Trump en noviembre le sentaría bien a la agenda ideológica del presidente argentino, una agenda que viene manejando a la perfección. Sin embargo, también podrían propiciarse cortocircuitos entre ambos líderes, no es lo mismo tirarse flores por Twitter que sostener relaciones diplomáticas en torno a lo comercial, lo político, lo económico y etc. etc. etc.