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La idea de trasladar la capital de Argentina no es nueva, pero nuevamente ha ganado fuerza en el escenario político.

En una reciente entrevista en el steaming de Punto Uno, el doctor Gustavo Barbarán, experto en relaciones internacionales y geopolítica, abordó este tema destacando las complejidades y beneficios potenciales de un movimiento audaz, particularmente hacia el eje Viedma-Carmen de Patagones. Aunque la discusión tiene raíces históricas, sus implicancias en el contexto geopolítico actual hacen que sea más relevante que nunca.

Barbarán subraya que no se puede hablar de la reubicación de una capital, y menos una tan importante como Buenos Aires, sin una visión geopolítica clara y estructurada. Según él, Argentina aún no ha asumido plenamente su cualidad marítima, a pesar de sus miles de kilómetros de costa y una plataforma continental riquísima. El eje propuesto en la región patagónica no solo está estratégicamente ubicado, sino que es geopolíticamente esencial. "No cabe duda de que Argentina necesita trasladar su capital a una zona donde geoestratégicamente lo requiera: la Patagonia", afirma Barbarán.

 

Argentina y el Desplazamiento hacia el Indo-Pacífico

Una de las razones más convincentes para este traslado es el cambio del eje geopolítico global hacia la cuenca del Indo-Pacífico. En opinión de Barbarán, Argentina se encuentra actualmente en una "encrucijada" que le impide aprovechar completamente sus ventajas geográficas. Para proyectarse internacionalmente, el país no solo debe considerar su conexión antártica a través de la Patagonia, sino también resolver cuestiones territoriales de larga data, como la disputa por las Malvinas. En este sentido, el traslado de la capital podría permitir a Argentina afirmarse mejor en asuntos marítimos y antárticos, dos áreas donde las grandes disputas internacionales del futuro podrían concentrarse.

Barbarán hace referencia a pensadores geopolíticos como Juan Enrique Guagliamelli, quien sostiene que el desarrollo de Argentina depende de su capacidad para alinearse con las tendencias marítimas y espaciales globales. Según Barbarán, el siglo actual está definido por lo que él llama "la era oceánica y espacial", y Argentina, con su vasta costa y ubicación estratégica, debe aprovechar estas oportunidades. Para él, el traslado de la capital al sur es clave para sacar provecho de estas ventajas.

No obstante, Barbarán reconoce que esta discusión enfrentará una significativa resistencia política, especialmente por parte de los líderes del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). La densidad poblacional de esta región es un factor crucial en las elecciones, y es probable que los líderes políticos no quieran alterar esta base de poder. Sin embargo, Barbarán advierte que la falta de una visión geopolítica a largo plazo en la dirigencia argentina, ha estancado este debate esencial durante años, dejando que se discuta superficialmente. “Hace años que la dirigencia política abandonó la reflexión geopolítica”, señala, sugiriendo que ignorar los beneficios potenciales de un traslado de la capital sería un error estratégico.

El especialista también señala que reubicar la capital sería un proceso largo y costoso, que podría llevar al menos una década. El rol del Estado es indispensable en este proyecto, ya que sin un fuerte respaldo gubernamental, sería imposible elaborar un plan geopolítico serio y bien fundamentado. Además, prevé que no necesariamente los tres poderes del Estado tendrían que trasladarse; un traslado parcial podría lograr muchos de los beneficios previstos.

Este movimiento, sin embargo, debería formar parte de una estrategia de desarrollo más amplia para Argentina, una que también promueva el crecimiento de las regiones del norte. Mientras que la Patagonia se convertiría en el centro geopolítico, Barbarán sugiere que el Norte Grande debe actuar como el puente que conecte a Argentina con el resto de Iberoamérica. Para ello, el norte necesitará desarrollar su industria, ya que actualmente está rezagado en comparación con otras regiones del país.

El futuro de Buenos Aires, según Barbarán, sigue siendo una incógnita. Reconoce que la ciudad siempre será el "monstruo" que es hoy, una megaciudad con un inmenso poder cultural, económico y político. Sin embargo, esta dominancia ha sido a expensas de la unidad y el desarrollo nacional, por lo que Barbarán insiste en que Argentina debe "construir poder nacional" descentralizando y integrando al resto del país en su planificación estratégica. Desarrollar la Patagonia, en su opinión, es una necesidad nacional que permitiría a Argentina asegurar su futuro en la era oceánica y espacial.

Para concluir, subraya la importancia de invertir en fuerzas disuasorias en la Patagonia. Enfatiza la necesidad de contar con "fuerzas disuasorias" para proteger la soberanía de Argentina, particularmente en una región tan vital como la Patagonia, donde el interés internacional inevitablemente crecerá. Trasladar la capital no se trata solo de descentralizar, sino de posicionar a Argentina para triunfar en un mundo que cambia rápidamente.

La conversación sobre el traslado de la capital argentina es mucho más que una simple decisión administrativa o de infraestructura. Se trata de un movimiento estratégico, geopolítico, que podría definir el lugar de Argentina en el siglo XXI. Como bien dijo Barbarán: "El desafío de trasladar la capital, con un verdadero sentido, reside en construir poder nacional". Este es un llamado a que Argentina reimagine su futuro, que mire más allá de las preocupaciones políticas y electorales inmediatas, y que abrace su potencial geográfico y geopolítico para convertirse en un actor global verdaderamente relevante.