columna maroccoLa cuenta regresiva para las elecciones presidenciales muestra el número 14. Son dos semanas las que faltan para que los argentinos vayamos a las urnas a decidir el futuro de la patria.

Por Antonio Marocco

Digo esa frase y pienso que, luego de 40 años de ininterrumpida Democracia, luego de 9 votaciones de jefe de Estado, se ha repetido tanto que quizás no se reflexione tanto sobre su significado.

¿Qué implica decidir el futuro de la patria? ¿Es acaso una deliberación liviana, rutinaria, meramente obligatoria? ¿Se trata de una de esas decisiones menores que tomamos de acuerdo al humor del momento?

Los que creemos en el Estado de Derecho y en el sistema democrático estamos convencidos de que no se trata de una decisión cualquiera. Elegir el futuro de la patria es optar por un camino del que luego es difícil volver sin daños colaterales. Es una decisión que hay que pensar, madurar y tomar desde las convicciones más profundas.

¿Es igual un país que cuide su soberanía, que decida por sí mismo y que defienda su territorio a un país que se entregue a la moneda extranjera, que ponga la bandera de Estados Unidos en el Banco Central y la de Inglaterra en las Malvinas?

¿Es lo mismo un país que apueste por la industria nacional, por la producción y el desarrollo que uno orientado a la timba financiera y las avivadas?

¿Nos da igual que se terminen la salud y la educación pública, condenando al pobre a la pobreza y al rico a perpetuar su fortuna aún sin esfuerzo?

No hay dudas de que las cosas no funcionan de la mejor manera. Son muchos los factores que no nos permiten explotar todo nuestro potencial como país, algunos externos y otros quizá por culpa nuestra.

Pero tenemos que decidir si a esos problemas los vamos a resolver nosotros, los argentinos, o si vamos a dejar que nos digiten el país desde afuera.

Esta disyuntiva estuvo presente en el primer debate presidencial que tuvo lugar el pasado domingo en Santiago del Estero. Tuve el honor de estar ahí y presenciar en primera persona la discusión de ideas.

Sergio Massa es el hombre que propone mejorar la educación pública, no simplemente abandonarla.

Nos invita a construir un país federal que se haga fuerte con sus recursos naturales y su energía. Que seamos soberanos sobre nuestros recursos y planifiquemos a corto, mediano y largo plazo, para que no suceda lo que está pasando en la refinería de Campo Durán, que frenó su actividad y mantiene en vilo a más de 500 trabajadores.

Una Argentina con un proceso de desarrollo, con estímulo a la industria, la producción y a las exportaciones, que consolide el mercado de trabajo.

Días atrás visité el parque industrial de la ciudad de Salta. Daniel Zózzoli, propietario de la firma Maxiking, me invitó a recorrer las instalaciones de su fábrica de colchones y sommiers.

Realmente impresiona ver la calidad del trabajo que hacen en ese edificio de unos 20 mil metros cuadrados, equipado con tecnología para agilizar procesos y un gran capital humano.

La empresa emplea a 250 trabajadores. Es un ejemplo de la industria salteña que da trabajo, que genera movimiento económico y desarrollo en la región.

Ese es el camino que la Argentina necesita transitar: el de la industria local y el desarrollo en origen. El de un gobierno de unidad nacional en el que participen no solo las distintas fuerzas políticas sino también los industriales, los comerciantes, los desarrolladores, los trabajadores, las universidades.

El país de los consensos y acuerdos para un proyecto que sea de todos, y no de unos pocos que se creen iluminados y prometen soluciones mágicas, que se creen mesías. El único mesías vino a la Tierra hace más de 2000 años a enseñarnos su camino de amor, fraternidad y fe. Ahora nos toca a los mortales escucharnos y armonizar la sociedad.

Ahora nos toca a nosotros trabajar por una Argentina que nos invite a volver a creer para crecer.

 

Columna emitida por FM Aries el 5 de octubre de 2023.