Desde el año pasado, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) vive un clima tenso. Entre amenazas de recortes, despidos y cambios en la estructura que pondrían en jaque su futuro, el organismo se encuentra en alerta. Un eventual decreto presidencial que, si se lleva a cabo, reconfiguraría la gobernanza histórica del INTA, dándole al Ejecutivo control absoluto sobre sus decisiones, es la preocupación.
“El INTA siempre tuvo un consejo equilibrado, con representación del Estado, las universidades y las entidades agropecuarias. Pero con este decreto se rompería esa estructura”, advirtió a Punto Uno Juan Francisco Micheloud, coordinador del área de salud animal del INTA Salta.
“El nuevo consejo sería más chico, y el presidente tendría un doble voto. Esto significaría que el poder político podría decidir todo, sin importar lo que opinen los demás. Y eso puede tener consecuencias graves para el futuro de la institución”, agregó.
Micheloud, quien coordina uno de los laboratorios más importantes de la región, no es el único que está preocupado. La posible reforma también incluye medidas que ya fueron rechazadas por el Consejo Directivo anterior, como el despido de miles de trabajadores, el cierre de las Agencias de Extensión Rural (AER) y la desvinculación de becarios. “Hoy somos 6.500 trabajadores en todo el país, pero con este decreto se podría reducir a 5.000. Y si se considera que la planta de personal está envejecida, eso podría dejar al INTA sin los recursos humanos para funcionar en pocos años”, explicó Micheloud.
“Lo que se propone es drástico”, señaló el coordinador. Y acotó: “Si se lleva a cabo, se va a perder lo que tanto costó construir: el futuro del INTA está en juego, y lo peor es que no se sabe con certeza qué va a pasar. Hoy hay más preguntas que respuestas”.
Micheloud describió cómo afecta esta incertidumbre a los empleados del INTA: “La gente está angustiada, hay mucho miedo. Se están cuestionando a los empleados públicos como si todo lo que hacemos no sirviera para nada. Es muy difícil trabajar bajo esa presión”. Y con razón, el INTA lleva casi 60 años funcionando y ha sido clave en la creación de tecnologías que benefician a la producción agrícola nacional, como la vacuna contra la tristeza bovina, desarrollada en su laboratorio de Salta.
“Nosotros, con los pocos recursos que tenemos, generamos vacunas de altísima calidad. La vacuna contra la tristeza bovina, por ejemplo, la usamos hoy en día en el noroeste argentino. Y la leucosis bovina, otra vacuna de la que somos pioneros, es la única del mundo. Eso es lo que está en juego”, señaló Micheloud.
Los problemas no se limitan a la parte científica. El INTA también mantiene una red de diagnóstico para enfermedades animales en todo el país. “Muchos de nuestros diagnósticos son para enfermedades que no se pueden identificar de otra manera. Son problemas de salud animal que afectan directamente a los productores, y estamos ahí para ayudar. Si este decreto avanza, ese apoyo podría desaparecer”, aseguró.
La falta de claridad sobre el futuro inmediato genera desesperanza. “Lo peor es que no hay información oficial, no hay certeza de qué va a pasar. Solo nos manejamos con rumores. La gente está muy angustiada, no sabe si va a tener trabajo el año que viene. Eso genera un clima de parálisis, un miedo constante. Es como caminar sobre hielo fino”, explicó.
Y lo más frustrante, según el coordinador, es que todo esto ocurre en un contexto donde el INTA ha demostrado ser esencial para la agricultura argentina. “Se olvidan de lo que hacemos, de los logros que hemos tenido. No estamos en el INTA solo para cobrar un sueldo. Queremos seguir aportando al país, no sabemos hasta cuándo podremos hacerlo”, concluyó.