Dicen que cada generación siente que su tiempo histórico es un tiempo definitivo para la humanidad. A ese fenómeno se lo llama cronocentrismo. Es la creencia de que ciertos períodos de tiempo -especialmente los presentes propios- son superiores, más importantes o decisivos que otros momentos del pasado.
Lo cierto es que cada tanto el fenómeno, en ciertos lapsos de la historia, cuenta con buenos argumentos que justifican su razón. Probablemente, cuando Mariano Moreno, a quien hoy recordamos, fundó La Gazeta de Buenos Aires, la sensación suya y de quienes lo acompañaron era la de estar desafiando a toda una época, a todo un sistema.
Había una revolución en marcha: la independencia era la obsesión americana y la ilustración desde Europa se imponía como el proyecto de la modernidad y el paradigma de desarrollo en toda la civilización occidental. Atrás empezaban a quedar las monarquías imperiales y los modos de producción basados en la explotación colonial y la esclavitud. Se avecinaban las primeras repúblicas liberales y el incipiente capitalismo industrial empezaba a ordenar una nueva economía de escala global.
Eso ocurrió hace ya más de dos siglos. Y salvando las distancias, los periodistas que abrazamos este oficio con curiosidad y honestidad intelectual, seguimos teniendo la sensación de estar siempre caminando sobre la frontera del tiempo. Es lo que sentimos los periodistas cada vez que nos enfrentamos a los acontecimientos de la vida diaria. Todos los días tienen algo para ser contado, algo por lo que vale la pena escribir… algo que, intuimos o quizás deseamos, a alguien le interesa saber.
Todos los días cambia un poco la historia, porque los seres humanos no somos los mismos cada vez que nos despertamos de una noche oscura, y tampoco somos iguales después del regocijo que traen con no demasiada frecuencia los días más luminosos. Cada vez que nos afecta algo, cada vez que nos conmueve algo… y en esas nimiedades periódicas es que se nos va la vida. Cada vez a mayor velocidad, a una velocidad cuántica que solo puede soportar la inteligencia artificial.
En este 7 de junio desde Punto Uno volvemos a ratificar nuestra vocación y el compromiso con el periodismo. A defender este oficio en tiempos de afrenta injusta y desmedida a quienes trabajamos de esto, a seguir haciendo de la palabra y la historia social de cada día la resistencia del humanismo frente a la discordia y la barbarie.
El editor