El pueblito de Seclantás, en el centro del Valle Calchaquí de Salta, es un destino turístico imperdible para quienes buscan sumergirse en la cultura y la belleza natural de la región.
Conocido como la “Cuna del Poncho Salteño”, este encantador lugar ofrece la oportunidad de explorar su rica historia, tradiciones artesanales y paisajes impresionantes.
El trazado irregular de Seclantás, con sus casas de adobe, galerías y grandes patios, le da un aire antiguo y auténtico. La plaza La Junta, donde se convocó la Primera Junta Vallista en 1814, es un punto de partida ideal para descubrir más sobre el lugar y su historia: fue declarado “Lugar Histórico Nacional” en 1975.
El pueblo se enorgullece de ser el hogar de tejedores y tejedoras de ponchos salteños, quienes conservan la técnica ancestral en telar de palo plantado. La puesta en valor del trabajo textil artesanal dio impulso a un museo interpretativo al aire libre y al “Camino de los Artesanos” en la Ruta Provincial N°55.
El paisaje de Seclantás también es cautivador, con formaciones de areniscas de colores rojizos a unos 20 kilómetros del pueblo. Un sendero de vía crucis sorprende con su belleza natural y ofrece una vista increíble del acceso al pueblo, el río Calchaquí y las montañas.
Además de la artesanía y los paisajes, ofrece experiencias gastronómicas auténticas, como empanadas, tamales, humitas y otros platos típicos, junto con la posibilidad de degustar vinos artesanales como el patero y mistela, elaborados con técnicas ancestrales.
La Iglesia Nuestra Señora del Carmen, con su arquitectura colonial y poscolonial, es una postal imperdible. Y también se puede visitar la Capilla del Cementerio, que ofrece una vista panorámica del pueblo, o disfrutar del talento artístico de los tejedores inmortalizados en canciones populares.
La laguna de Brealito, situada a más de 2.000 metros de altura, agrega un toque místico al paisaje, con sus cambios de color según la iluminación del sol y leyendas locales que la envuelven.
Además, los alrededores ofrecen turismo rural comunitario en Paraje Brealito, donde se pueden disfrutar de actividades al aire libre, cascadas, pinturas rupestres y la hermosa laguna, todo rodeado de una naturaleza pintoresca y encantadora.
El pueblo tiene una rica historia, que se remonta a la época prehispánica, cuando estaba poblado por los pueblos de la nación kakana. Luego de la conquista española, las tierras pasaron por distintos encomenderos y propietarios, hasta que en 1814 se convirtieron en el escenario de un hecho trascendental para la independencia argentina: la Junta Vallista.
La Junta Vallista fue una reunión de patriotas que organizados por Pedro Alcántara de Ferreyra, vecino del lugar, decidieron auxiliar al general Manuel Belgrano en su retirada a Tucumán, tras las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma. Este gesto adquiere magnitud, pues se recuerda que en el valle vivían importantes familias realistas y que el último gobernador español que tuvo Salta, Nicolás Severo de Isasmendi, tenía su finca y vivía en esa época en Molinos2.
En reconocimiento a este hecho histórico, el 18 de febrero de 1975 áreas del Pueblo de Seclantás fueron declaradas como Lugar Histórico Nacional por Decreto 370 del Poder Ejecutivo de la Nación1. En el potrero donde se realizó la Junta Vallista se ubica actualmente la plaza principal del pueblo, Plaza La Junta, y la antigua casa de la familia Díaz es hoy la hostería “El Capricho”.
Además de su valor histórico, Seclantás tiene un gran encanto natural y cultural. Su iglesia Nuestra Señora del Carmen, construida entre 1827 y 1835 con el legado de José Mariano Díaz, es una joya arquitectónica que refleja la influencia de la iglesia del vecino pueblo de Molinos2. Su altitud media es de 2222 metros sobre el nivel del mar, lo que le otorga un clima templado y seco, ideal para disfrutar de sus paisajes y actividades al aire libre.
Entre las opciones que ofrece Seclantás a sus visitantes se encuentran: recorrer el Camino a los Artesanos, una ruta que conecta al pueblo con Cachi por un camino alternativo a la Ruta 40 y que permite conocer el trabajo de los tejedores locales; visitar el Museo Arqueológico Municipal “Dr. Eduardo Casanova”, que exhibe piezas precolombinas halladas en la zona; realizar cabalgatas, trekking o ciclismo por los alrededores; degustar la gastronomía regional y los vinos artesanales; o simplemente relajarse y contemplar la belleza y tranquilidad del lugar.