Mariano Arancibia
Con la tranquilidad del que ya caminó mucho en política, Juan Manuel Urtubey, candidato a senador nacional por Fuerza Patria, no esquiva ninguna. Escucha con atención, contesta con calma, directo. En el último tramo de la campaña llega confiado. Dice que esta elección no es como las anteriores y que se pone en juego mucho para los argentinos.
Usted tiene varias campañas encima, muchas elecciones recorridas ¿qué impresión tiene con esta? ¿Le encuentra algo distinto?
—Sí, totalmente. Esta elección tiene un carácter muy especial. Antes, en la Argentina discutíamos diferencias más sutiles: un modelo un poco más social, otro un poco más liberal... matices. Hoy no. Hoy lo que se está discutiendo son dos modelos de país que no tienen nada que ver entre sí.
Uno es el que plantea el gobierno de Milei, donde lo público no vale nada, donde la justicia social es mala palabra. El otro es el que defendemos muchos argentinos, la mayoría creo yo, que todavía creemos en una sociedad donde haya solidaridad, donde haya derechos, donde haya un Estado que no sea un enemigo, sino una herramienta para igualar oportunidades. Y esa es una diferencia profunda. No es más de lo mismo.
—¿Y en la campaña se vio ese debate? ¿Hubo esa discusión de fondo?
—La verdad, no. A mí me da la impresión de que a muchos les dio miedo discutir ideas. El debate político está muy chato. Vos ves que muchos candidatos están peleando por espacios de poder, por quién va primero en la lista, por quién acomoda a quién… pero no están discutiendo qué modelo de país quieren.
Acá en Salta lo ves claro: La Libertad Avanza y Primero los Salteños dicen cosas muy parecidas. Te diría que los candidatos se pueden intercambiar y no te das cuenta. Y en ese marco, el único espacio que realmente plantea una alternativa es Fuerza Patria, que es donde estoy participando.
—O sea, ¿cree que hay un intento de simular oposición que en realidad no lo es?
—Tal cual. Lo que pasó en el Congreso hace dos semanas. Se discutía el impuesto a los combustibles. ¿Sabés quién fue el único que realmente defendió a Salta? Emiliano Estrada. Los demás se borraron. Algunos se hicieron los opositores, pero terminaron dándole el quórum al gobierno nacional. Entonces, la sociedad tiene que entender que hay muchos que juegan de un lado, pero patean para el otro.
—Usted dijo que volvió a la política para ponerle un freno a este “desastre”. ¿Cree que la sociedad salteña también lo ve así que esto es un desastre? ¿O todavía no lo percibe del todo?
—Yo no tengo la verdad absoluta. Pero sí tengo una percepción. Y es que en esta elección se respira un aire distinto. En la elección presidencial pasada había una fascinación con Milei. Muchos lo veían como una novedad, como alguien que venía a romper con todo. Hoy, ese entusiasmo no se ve igual.
No digo que haya desaparecido por completo, pero la sensación es otra. Hay mucha gente decepcionada. Gente que votó con esperanza y ahora está viendo que las cosas están peor. Y creo que esa sensación también está llegando a Salta.
—Hablando de Salta… la provincia sigue estando entre las que menos inversión nacional e internacional recibe. ¿Qué está fallando?
—Lo que pasa es que en Argentina hoy no hay un modelo que apueste a la producción. La única "inversión" que entra es para la timba financiera, para hacer plata con la plata. No hay inversión genuina, no hay fábricas nuevas, no hay laburo real.
Y a nivel local, también hace falta una decisión fuerte. Se necesita una gestión provincial que facilite, que ordene, que acompañe los proyectos productivos. Eso no depende del Congreso, eso lo tiene que hacer la provincia. Por eso me parece que hay mucho por mejorar desde acá también.
—Hay candidatos que plantean el desarrollo local, otros que hablan en abstracto de mejorar la economía, pero un legislador no tiene esa función…
—Es una confusión bastante común, pero hay que aclararlo: un legislador nacional no gestiona inversiones. No es su trabajo. El legislador hace leyes. Punto. El que gestiona inversiones es un ministro de Producción, un gobernador, alguien del Ejecutivo. Yo goberné 12 años esta provincia, y te lo digo con experiencia: un diputado nacional no es un embajador ni un vendedor de Salta al mundo. No le corresponde.
—Si proponen ampliar la Ley Bases ¿qué haría usted?
—Estaría en contra, como estuve con la anterior. Es una ley que jurídicamente es un desastre y socialmente es todavía peor. Va en contra del federalismo, en contra del laburante, en contra de la pequeña empresa. No tiene sentido. Y si la disfrazan un poquito, pero mantienen el fondo, también la rechazaría.
—Se sigue hablando de una deuda de su gestión, del Fondo de Reparación Histórica, ¿le molesta?
—Eso es una fantasía que se repite en cada elección. Cuando yo llegué al gobierno, la deuda de Salta representaba el 73% de los ingresos anuales. Cuando me fui, bajamos ese número a un tercio. Obvio que quedó deuda, pero mucho menos de la que había.
Y todo fue legal, aprobado por la Legislatura, auditado. No hubo nada raro. Lo que pasa es que en campaña cualquiera tira lo que quiere, total después nadie se hace cargo. Yo estoy tranquilo con lo que hicimos.
—Concretamente ¿cuántas obras no se terminaron en el FRH?
—Se planificaron 175 obras. Se hicieron 166. Faltaron 9. ¿Por qué? Porque el presupuesto original era de 220 millones de dólares, pero al final sólo se tomaron 185. O sea, tuvimos 35 millones menos para hacer las obras. Entonces, con menos plata, se hizo casi todo igual. Hay que recorrer el norte para ver lo que se hizo. No hablo desde los papeles: yo caminé esos pueblos y esas rutas.
—¿Alguna autocrítica en ese tema?
—Claro. Ojalá hubiéramos conseguido los 220 millones. Pero no se pudo. La tasa de interés era altísima y no nos daban mejores condiciones. Entonces hicimos lo que pudimos con lo que había. Eso también hay que decirlo.
—Sáenz dijo que en su gestión hubo muertes dudosas, sin resolver, como puede ocurrir con Cordeyro. ¿Qué opina?
—Cuando alguien dice que el gobernador tiene que meterse en una investigación judicial, o no entiende cómo funciona el Estado o lo dice de mala fe. Un gobernador no puede meterse en una causa judicial. No puede, ni debe. Yo soy profesor de Derecho Constitucional, sé de lo que hablo.
Si hay casos sin resolver, tiene que actuar la Justicia. Y si alguien tiene pruebas de que hubo algo raro, que las presente. Pero andar tirando acusaciones al aire sin pruebas, no suma. Sólo confunde a la gente.
—Estamos entrando en los últimos días de campaña. ¿Qué cree que es lo más importante que se discuta?
—Lo más importante es que la gente entienda qué se está votando. No estamos eligiendo concejales ni diputados provinciales. Estamos votando a quienes van a sentarse en el Congreso Nacional. Y eso significa decidir si apoyamos o no las políticas de este gobierno.
¿Estamos de acuerdo con lo que está haciendo Milei? ¿Queremos más de eso? Bueno, si sí, votarán por los que están con él. Pero si no, hay que votar por quienes de verdad quieren frenar ese modelo. Y ahí es donde hay que ser claros. No es momento de medias tintas.
—¿Tiene esperanza en que eso se entienda?
—Sí, porque confío en que la gente no es tonta. Capaz tarda un poco más en procesarlo, pero lo va a entender. Y cuando lo entienda, va a actuar en consecuencia. Porque nadie quiere vivir en un país donde te dicen que si no llegás a fin de mes, es culpa tuya por “no emprender”. Eso no es libertad. Eso es abandono.
—Por último, trascendió que mientras viajaba ¿sufrió un atentado?
—Íbamos por la ruta provincial 5 entre Orán y Pizarro y tras pasar el puesto de control policial en una recta antes de llegar a Pizarro explotó el vidrio trasero izquierdo de mi camioneta. Afortunadamente, tanto yo como mis acompañantes estamos bien.
Tras el incidente, mi secretario presentó la denuncia penal correspondiente en la Comisaría N.º 101 de San Lorenzo, y durante la madrugada se realizaron las pericias al vehículo. Todo esto está bajo investigación para esclarecer quién o quiénes estuvieron detrás de este ataque.
Quiero agradecer profundamente los mensajes de apoyo que recibí. Este tipo de hechos no va a hacer que me corra de mi camino ni que deje de trabajar por la gente.
Voy a seguir con mi campaña con la misma energía, porque estoy convencido de que es más importante que nunca mantener firme nuestro proyecto y nuestras convicciones.