Por Natalia Aguiar
La incapacidad del Gobierno de Alberto Fernández, o de Cristina, según desde qué punto de vista se lea, ha sido absoluta, suprema, soberbia, a gran escala. A sabiendas incluso de un sistema de salud precario en todo el país, pero ahora, puesto de manifiesto en el Gran Buenos Aires y en la ciudad de Buenos Aires.
Pese a haber podido conseguir vacunas, como lo hicieron otros países de la región, Argentina espera un milagro. En este bendito país sólo se vacunó a 7 millones de personas y de ellas, sólo el 2 por ciento con la segunda dosis. Mientras tanto, en Chile ya piensan en vacunar a las personas de 35 a 40 años porque más de 14 millones de chilenos fueron vacunados, como la ley manda. O la lógica…Ni pensar en Israel donde ya se permite circular sin barbijo en lugares públicos porque tiene 10 millones de vacunas, para 8 millones y medio de habitantes. Un exceso de previsión.
74 de 172 países en el mundo, consensuaron con Pfizer pero Argentina no pudo o no puso lo que había que poner: actitud. Cierto que esos países también contrataron con otros laboratorios como AstraZeneca, Sinovac, Moderna, Johnson y Johnson, entre otras firmas.
Pero además de la falta de destrezas para conseguir vacunas, se suman las demoras en la provisión tanto de Sputnik V, AstraZeneca, y de la Covishield cuyo envío se retrasó por la crisis que vive India, lugar donde se fabrica. Esta última fue la que se utilizó en los primeros adultos mayores de 70 años para vacunar en todo el país, por lo tanto son miles y miles los que esperan la segunda dosis. Son unos 131.000 adultos mayores, sólo en la ciudad de Buenos Aires, y miles más en el resto del país.
El embajador argentino en India, Hugo Gobbi, dio un panorama complejo respecto del abastecimiento desde India, y admitió que “todavía no podemos dar certezas” de cuándo llegará el segundo lote de Covishield, previsto para la primera quincena de mayo. Si bien las vacunas son intercambiables, en el caso de la Covishield y la Vaxzevria, nombre comercial de la AstraZeneca, por lo que el Gobierno ya gestiona contrareloj con Estados Unidos para completar la segunda dosis con AstraZeneca. De esta fórmula, Argentina ya compró 22,4 millones directamente al laboratorio. Sin embargo, esas vacunas todavía no empezaron a llegar al país.
La eterna parranda
Pese a este contexto de pobreza estructural y falta de fuerza en la administración de Fernández, los gastos previstos para el Covid-19 durante el 2021, serán sólo de $164.591 millones, es decir un poco menos del 25 por ciento de presupuesto anual, según datos del Congreso Nacional. Por eso, quizás la respuesta sea la eterna cuarentena para la población, y la eterna parranda para los políticos.
Lejos está Argentina de un plan sustentable y una campaña de vacunación exitosa como lo apromesó Alberto cuando allá por los finales del 2020, aseguraba que habría 10 millones de argentinos inoculados.
En un año electoral, en el que oposición y oficialismo ya acordaron postergar un mes las elecciones, la pobreza que se refleja en las calles, pueblos y ciudades de Argentina es cruel. Todos los argentinos son un poco más pobres, porque la moneda ante un dólar en ascenso, la economía estancada desde hace una década, tres años de recesión, no vale nada.
Comparada sólo con países de la región, Argentina es pobre, paupérrima, con 19 millones de personas que no acceden a lo mínimo para sobrevivir, indigentes, desocupados y otros tanto en camino a serlo.
La mayor cantidad de población y pobreza extrema se registra en provincia de Buenos Aires, donde Axel Kicillof hace malabarismos para intentar frenar el avance del Covid ante un sistema de salud decrépito, en una jurisdicción en la que el clientelismo político la sostiene. Por eso la culpa es de Horacio Rodríguez Larreta, y de los porteños que no se cuidan. Mientras la Corte se toma más tiempo para decidir lo urgente de este pleito.
Ojo
Vacunatorios VIP, privilegios para sindicalistas, piqueteros y punteros políticos, parece ser la única salida que encuentra el Gobierno ante este año electoral. Sin embargo, ha posado la mirada aguda en la disgregada oposición que carece de proyectos concretos y certeros.
El oficialismo ya ni debe pensar en “divide y reinarás”, porque de eso se encarga la oposición, se dispersa, se divide y vaticina sin proyectos serios que llamen la atención de la gente. Juntos por el Cambio no tiene un camino claro hacia el futuro, se dedican a denunciar, acusar y señalar con el dedo en redes sociales y medios afines pero no logra unificar criterios y señalar a sus líderes, a pocos meses de las elecciones.
Juntos por el Cambio parece patinar en aceite al momento de definir candidaturas, como al momento de marcar la identidad del movimiento. Mauricio Macri, lanzó su libro “Primer Tiempo”, María Eugenia Vidal, además de declarar que su espacio no tiene líderes, también publicó un libro “Mi camino”. Con una edición muy muy parecida -incluso en la fotografía- a la de Michelle Obama, “Becoming”. Para Macri, “las candidaturas deberán definirse en las Paso antes que por acuerdos dirigentes”. O sea, que al tirar la pelota al electorado, la cuestión no está muy clara en ese espacio. Y a ello, apunta el oficialismo. Más vale malo y conocido, que bueno por conocer. En referencia a la futura candidatura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta, a quien no frenan de ponerle obstáculos en la rueda.
Desde la oposición miran con desconfianza la posibilidad que baraja el Gobierno de suspender las PASO, lo que les impediría medir fuerzas y le daría todas las chances al rival. En plena crisis vacunatoria, una economía estancada y la pobreza que avanza a pasos agigantados, el oficialismo apuesta a la falta de coherencia en la oposición, para sacar rédito. Sacar leña del árbol caído, digamos.