Por Natalia Aguiar
Esta semana vimos por primera vez, a un Alberto Fernández desafiante y ofuscado ante la oposición que cuestionó las nuevas restricciones por la segunda ola de Covid 19. Juntos por el Cambio señaló que las limitaciones eran inconstitucionales e incluso las compararon con aquellas impuesta en la última dictadura militar. Excedidos también.
Y no era para menos, a Alberto le saltaron los tapones de punta. Gracias pues, para que los que lo tildan de tibio, demostró que le corre sangre por las venas, está agotado, desgastado y no es para menos, porque la situación mundial y nacional que le toca no es fácil.
“Hay que ser un imbécil profundo o una muy mala persona para decir que hago esto para evitar las PASO” dijo el presidente al criticar un comunicado de Juntos por el Cambio. “Nos parece particularmente preocupante que frente al fracaso de la estrategia sanitaria del gobierno nacional la respuesta repetida sea insistir con restricciones excesivas y mal calibradas”, decía ese comunicado.
Pero sin nombrarlo, el presidente le contestó a Roberto Cachanovsky, quien comparó las restricciones con la dictadura de Videla. El economista dijo que "ni en el golpe del 76 había prohibición de circular" y lo cruzaron en Twitter. No se podía caer más bajo. Un exceso por dónde se lo mire. Lo que denota que los políticos, de ambos bandos o de todos los bandos, no están a la altura de las circunstancias.
A Fernández se lo vió enojado, quizás con razón, ya que vinculan las decisiones presidenciales con la factible postergación de las PASO, un proyecto que avanza en el Congreso por impulso oficialista. "Leí el comunicado. Era impactante, se oponían porque sí. Me quito el traje de presidente, me visto de ser humano, y no me es grato ver chicos contagiados, que se pasan la botella de cerveza transmitiendo el virus. Después contagian a sus padres y abuelos", dijo.
"Lo que estoy haciendo no es más que lo que hace el mundo. Ayer un imbécil me llamaba dictador. ¿Cuál es la dictadura? ¿Cuidar a la gente? Miren los números, 20 mil casos. Hay que ser un imbécil profundo para decir esas cosas o una muy mala persona. Dicen que estoy haciendo esto para evitar las PASO. Por favor, cómo pueden pensar semejante barrabasada. Si tengo que perder una elección por esto la pierdo", expresó Fernández, visiblemente indignado.
Todo esto, demuestra la falta de altura de los políticos y la falta de propuestas, como de políticas públicas para salir del pantano en el que se encuentra argentina desde el 2011 en adelante. Con agresiones de un lado y del otro a nada bueno arribamos. Coherencia señores políticos, coherencia, empatía con la gente.
El ambiente, el escenario político, son diferente al año pasado, ya que el Gobierno y el oficialismo se encuentran desgastados por la ausencia de logros y el exceso de contradicciones y errores durante la administración de la pandemia.
Con nuevas cepas aún más peligrosas, nuestro país ingresó a la segunda ola. Por la cantidad de casos en aumento el sistema médico ya está en alerta. Como los movimientos sociales, que el mismo jueves cuando salió el Decreto de Necesidad y Urgencia, con las nuevas restricciones, salieron a las calles a demostrar descontento. La situación de vulnerabilidad en los hogares argentinos está al límite. La economía frágil de Argentina, los altos índices inflacionarios y el dólar sin techo, agobia, angustian y no señalan la luz al final del recorrido.
El Gobierno se encuentra agotado, y debilitado ante la opinión pública. Así lo demuestra un estudio reciente de la consultora D’Alessio IROL-Berensztein que detalla que “el nivel de desaprobación alcanzó el mes pasado su máximo registro (la misma cifra que en enero 2021)”. Por ello, si se compara con el año pasado, la situación es totalmente opuesta al aval con el que contaba Alberto y su gestión por entonces. Es que un 59% de los encuestados consideraban a la gestión como buena o muy buena. Hoy el 58% la considera mala o muy mala.
Es más, no son ingenuos, el gobierno percibe su propio desgaste, por ello intenta deslegitimar todo cuestionamiento a sus destrezas, sobre todo respecto al manejo de la pandemia y la economía, para no perder y consolidar el 40% de apoyo que aún conserva. Es que si bien el deterioro del gobierno e imagen de Alberto Fernández es significativo, también lo es ese 40% de aval que aún mantienen y que podrá ser crucial, para bien o para mal, en las próximas elecciones. El oficialismo buscará desacreditar los cuestionamientos y críticas para confundir a la ciudadanía y sumar puntos en medio de una cuestión sanitaria al límite, sacar rédito de la supuesta grieta, y llevar todo esto al terreno político.
Se posterguen o no las PASO y las elecciones generales, la gente tendrá pocas opciones a la hora de votar, y eso es penoso para la gente, no contar con opciones, con políticos respetables, que estén a la altura de las circunstancias. El traje les queda grande.